viernes, 22 de octubre de 2010

¡Oh llanto, cuánta belleza borraste!

ABU MUHAMMAD ALI IBN HAZM
(Córdoba, España, 994-Huelva, 1063)

Traductor Emilio García Gómez

De "Sobre la correspondencia"

Duro es hoy para mí romper tu carta.
Pero, en cambio, el amor no hay quien lo rompa,
y mejor es que dure el amor y que se borre la tinta,
pues lo accesorio debe sacrificarse a lo principal.
¡En cuántas cartas está la muerte de quien las escribe,
sin que éste lo supiera cuando las trazaban sus dedos!
* * *

Me ha llegado la respuesta a la carta que le envié,
que ha sosegado mi excitación y, a la vez, ha excitado mi sosiego.
La regué con las lágrimas de mis ojos cuando la escribí,
como hace el amante que no es traidor a su amor.
El llanto no paraba de borrar sus renglones.
¡Oh llanto, cuánta belleza borraste!
Mis lágrimas mezcladas con la tinta hicieron visible la primera línea,
y la última línea quedó desvaída por las lágrimas.
* * *
De "Sobre el mensajero"

Tu mensajero es como una espada que tienes en la diestra:
mira bien su filo y no hieras con ella antes de aguzarlo.
Pues el mal que produce una espada mohosa
se vuelve contra el que, sin saberlo, lo blande.
* * *

Yo conozco dos amantes que usaban como mensajero una paloma amaestrada,
en cuyas alas ataban las cartas.
Sobre este asunto he dicho en un poema:

Noé la eligió, y no burló las esperanzas
que puso en ella, porque le trajo buenas nuevas.
Yo también le confiaré las cartas que te escriba.
Mira, pues: ¡Las cartas van en las plumas de un ave!
* * *

Pastor soy de estrellas, como si tuviera a mi cargo
apacentar todos los astros fijos y planetas.
Las estrellas en la noche son el símbolo
de los fuegos de amor encendidos en la tiniebla de mi mente.
Parece que soy el guarda de este jardín verde oscuro del firmamento,
cuyas altas yerbas están bordadas de narcisos.
Si Ptolomeo viviera, reconocería que soy
el más docto de los hombres en espiar el curso de los astros.
***
LA VISITA DE LA AMADA



Viniste a mí un poco antes de que los cristianos tocasen las campanas,
cuando la media luna surgía en el cielo
como la ceja de un anciano cubierta casi del todo por las canas,
o como la delicada curva de la planta del pie.

Y, aunque era aún de noche, con tu venida brilló en el horizonte
el arco del Señor,
vestido de todos los colores, como la cola de los pavones.
**
Imagen tomada de historiaviva.org

2 comentarios:

Verónica Ruscio dijo...

Irene, qué placer encontrar aquí en tu blog a Ibn Hazm, mi poeta preferido.

Estos poemas integran el libro "El collar de la paloma. Tratado sobre el amor y los amantes", maravilloso por su dulzura y sencillez.

Lo más curioso de El collar... es que no es un libro sólo de poemas. Ibn Hazm escribe el tratado sobre el amor en prosa e intercala los poemas para enriquecer con lenguaje poético lo explicado mediante la razón.

Un gustazo leerlo aquí.

Saludos.

Irene Gruss dijo...

Así es, Verónica. Empecé por los poemas. Es buenísimo cuando habla acerca del fin de las cosas, el amor, etc. Dialéctica de esos tiempos. Gracias, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char