martes, 24 de noviembre de 2009

Tú eras pequeña y yo era joven


MARINA TSVETÁYEVA
(Rusia, 1892-1941)


CONATO DE CELOS

¿Qué tal le va con la otra?
¿La vida le resulta más simple? ¡Un golpe de remo!
Pronto desapareció el recuerdo
De la isla flotante que soy yo,
Desapareció

¿Cómo la línea de la costa?
Isla flotante en el cielo, no en el agua.
¡Almas, almas deberíais ser hermanas,
Y no amantes!

¿Qué tal le va con una mujer
Simple, sin divinidades?
¿Después de destronar a la reina
(Y de abandonar el trono usted mismo)?

¿Cómo le va, se desvela?
¿Le da escalofríos? ¿Cómo se siente cuando se levanta?
¿Cómo se las arregla para pagar el impuesto
De la vulgaridad inmortal, pobre hombre?

"¡Basta de convulsiones y
Sobresaltos! Arrendaré casa."
¿Qué tal le va con cualquiera,
Elegido mío?

La comida es mucho mejor y más sabrosa,
¿Verdad? -¡No me oculte su dicha!
¿Diga, qué tal le va con esa fulana,
Usted, que holló el Sinaí?

¿Se vive bien con una extraña,
Con una mujer de aquí? Diga: ¿la ama?
¿La vergüenza no le cruza la frente
Con las riendas de Zeus?

¿Cómo le va, cómo está la salud?
¿Qué tal? ¿Todo bien?
¿No le supura la úlcera
De la conciencia inmortal, pobre hombre?

¿Le va bien con la mercadería
De la feria? ¡El tributo es duro!
¿Qué le parece el polvo de yeso
Después de haber conocido el mármol de Carrara?

(Dios fue esculpido en una roca
Y destruido totalmente.)
¿Cómo lo pasa con la cien mil,
Usted que conoció a Lilit?

¿No se siente ahíto de novedades
De feria? Hastiado de las maravillas.
¿Cómo le va yendo con una mujer
Terrena, desprovista de sextos

sentidos?
Vamos, sea franco, ¿es feliz?
¿No? Cuénteme, ¿cómo le va
Con el vacío sin profundidad? ¿Peor que antes?
¿Lo mismo que a mí con otro?

Traducción: Nicanor Parra
***
A Rainer Maria Rilke

Rainer, quiero encontrarme contigo,
quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir.
Simplemente dormir. Y nada más.
No, algo más: hundir la cabeza en tu hombro izquierdo
y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, y nada más.
No, algo más: aún en el sueño más profundo, saber que eres tú.
Y más aún: oír el sonido de tu corazón. Y besarlo.

Versión de Carlos Álvarez
***
A Alia

mi hija

Algún día, criatura encantadora,
para ti seré sólo un recuerdo,

perdido allá, en tus ojos azules,
en la lejanía de tu memoria.

Olvidarás mi perfil aguileño,
y mi frente entre nubes de humo,

y mi eterna risa que a todos engaña,
y una centena de anillos de plata

en mi mano; el altillo-camarote,
mis papeles en divino desorden,

Por la desgracia alzados, en el año terrible;
tú eras pequeña y yo era joven.

Versión de Severo Sarduy
***
Insinuarse

Quizá la mejor victoria sea
sobre el tiempo y la atracción,
pasar sin dejar huellas,
pasar sin dejar sombra

en las paredes...

Quizá renunciando
¿vencer? ¿Quién del espejo se borra?
Así como Lermontov en el Cáucaso
colarse sin inquietud en las rocas.

¿Es quizá la mejor diversión
con los dedos de Sebastián Bach
del órgano provocar el son?
Despedazarse sin dejar

cenizas para la urna...

¿Quizá por engaño
vencer? ¿De toda latitud darse de alta?
Así en el tiempo tal océano
colarse sin inquietar las aguas...

7 comentarios:

Griselda García dijo...

Qué buen poema el primero!!

MariP dijo...

En un dia sin novedades, estos poemas me han hecho el dia. Gracias.

David Wapner dijo...

Irene, cómo disfruto estos poemas, y más, por la certeza de que estás ahí, detrás, leyéndolos.

Un abrazo,
David

Irene Gruss dijo...

Mi saludo para cada uno. Gracias, es buena "la rusita", je, Irene

hugo luna dijo...

q bueno!!! tremendo-s poema-s--- se agradece. h

sol dijo...

saludos

Irene Gruss dijo...

se agradece a ud-s, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char