domingo, 26 de diciembre de 2010

El tiempo alrededor se posa

Tres poemas de LOUIS CALAFERTE
(Turín, Italia, 1928-Lyon, Francia, 1994)


Tiempo muerto...

Tiempo muerto.
Los cuerpos se separan.
Presencia bruscamente extraña.
Asco de tocar.
De ser tocado.
El acercamiento ha creado un vacío hostil.
Excitación nerviosa.
Curiosidad.
Audacia.
Acariciar.
Coger un cuerpo.
Fiebre del deseo.
Simulacro de asesinato.
Un odio lejano.
No pensar en el asco posible.
Sexo negro.
Pelos.
Enfermiza rosura.
Olor íntimo.
El pliegue de grasa.
Sudor.
Palabras y jadeos.
El deseo ya ha pasado.
Cumplir el ritual.
La boca abierta.
Los dientes.
La lengua.
Saliva.
Las puntas de los pechos.
Algodón del vientre.
Sexo.
Pelos.
Penetrar.
Conseguir lo que sólo consigue la imaginación.
Tormento del acoplamiento.
Humedades.
Sales.
Ácidos.
Cuerpos extenuados.
Enemigos.
Las sábanas calientes.
El precio de la habitación clavado con una chinche en la puerta.
Manchas alrededor del picaporte.
Huellas marrones.
Espejo gastado del armario.
El batiente cierra mal.
Mueble vacío.
Mesita de madera barnizada.
Mueble vacío.
La ropa en desorden sobre la alfombra.
Zapato boquiabierto.
Un sostén negro.
Una falda de color claro.
Los vidrios de la ventana están sucios.
Irse.
Vestirse.
Irse.
Ya no ser este incomprensible accidente.
Reblandecido cuelga el sexo entre los muslos.
Una tarde de la infancia en el campo.
Con frutas.
Grandes uvas negras.
A horcajadas sobre hombros masculinos.
El cuerpo se desliza suavemente de la cama.
Ropa dispersa recogida de prisa.
Movimiento reciente ya tan lejano.
El bolso.
El cuarto de baño.
Hacía un calor deslumbrante.
Una niña reía.
El agua en el lavabo.
Ponerse un slip.
Calcetines.
Un pantalón.
Una camisa.
La chaqueta está en el respaldo de una silla.
La niña rubia tenía un nombre muy dulce.
Musical.
Un nombre rubio.

Versión de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán
***
Y tu arropada tetera...

Y tu arropada tetera
y tus dos grandes tazas rosa
el tiempo alrededor se posa
en un cuarto que anquilosa
la palidez fin veraniega

Nada nunca existió tal vez
sino para este instante inmóvil
de tan frágil placidez
yo que soy tu metamorfosis
y tú mi Charlotte Brontë

Una para ti
otra para mí
y una para la tetera

Versión de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán
***
Nancy...

Nancy
que era tan pequeña
tan quebradiza entre mis brazos
allá lejos
en el cuarto que sabía a obscuras brumas del mar

Nancy
con tu mirada verde
tus cabellos cortos de perro loco
un poco pelirrojo
y que creía aún en las cosas prohibidas

Nancy
que mi memoria arrastra
y que ya no veré más
el destino nos cierra sus puertas

Venías de Dundee
¿no es así?

Versión de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char