Algo más de MARIO ARTECA
(La Plata, Buenos Aires, 1960-)
DIBUJO A LÁPIZ DE MALINA por Ingeborg Bachmann, con Ekkerhart Rudolph
(murder’s)
Todas las historias que se ahorran porque el yo no debe hablar de sí mismo, pues el otro yo se lo prohíbe, aparecen en los sueños: así la explicación de su estar ya casi aniquilado por una prehistoria que es preparada por la prepotente figura del padre.
Y ese asesino siempre se muestra
con el rostro del padre. Ella misma
no quiere admitir que lo reconocía
desde hace mucho. Y Malina,
su otro yo, muy superior a ella,
le ayuda a descubrir quién se oculta
en realidad en esos sueños.
“Y cuando pregunta por el asesino,
comete un error. Porque no sólo
somos asesinados en la guerra,
o en un campo de concentración;
también somos asesinados
en medio de la paz. Son otros
quienes se ocupan de aquello
que llamo asesino.
Como ve, querido Rudolph,
el motivo siempre es la persona.
No hay mejor respuesta, a falta de una”.
8 de octubre de 1971
***
48/
Tampoco le gusta todo lo de él; sucede
algo que no deja de ocurrir en lo
2000 mejor de la poesía del continente,
se trata de caídas (sensiblería)
retóricas: no se escapan, nunca lo entiende;
buenos poetas, incluso poetas fuertes,
con caídas de esta naturaleza (J. K.). Rafael
Cadenas, el ensayista y poeta venezolano,
hablaba en una entrevista de Jorge Guillén
y decía que un poeta tan fino como él tiene
finales de poemas que son insoportables.
Es cierto. "Ya lo decía yo en mis clases:
un gran poema, el llanto por ismejías
de Lorca, impecable en su recorrido
y sin embargo, en el final: amariconado,
bobera, por qué. ¿Incuria? ¿Inercia mental?
¿Salir del paso? En fin". Sin embargo,
esto ocurre menos en el barroco,
en Góngora apenas, en Quevedo más
(en su prosa, menos). En fin. Que
es un tema que habría que ventilar.
El ensayo, elogioso, que escribió
sobre él aparecerá en Lima, está
en internet, en lo de los chicos
de moreferarum. "Qué tiempos corren,
eh Mario. Qué feos". Tenía libros por salir
percibe que todo se va a pique. No
lo siente -ni resiente- pero comprende
que si él no consigue que publiquen
sus cosas, qué decir de gente joven
luchando, dónde rayos van a publicar.
En fin, que le alegra que lo suyo vaya
a salir pronto, que haya gustado el prólogo
ya escrito; que Rey lo disfrutara. Con él
saldrá una cháchara mantenida al pie
con R. P.; a ver si no se desfonda,
2001 "todo está así precario". Y lee,
lee. Hace poemas y se apunta
en la extrañeza interior, como de oruga
camino de la larva y no de su volandera
amarillez. Dice que la quiere, pero que no
lo divulgue. Así. Va texto ("La alarma no es
más que un alambique, tropiezos de pies
al cruzarse entre meandros del camino", J. K.),
por aquello de mantener hipnotizada a la bebé
en la bañera. Y allí dentro, un cúmulo de sílice
al bicarbonato para que blanqueen parejo esas
manos conformes por el padre, deviene aceptación.
***
OTRA VUELTA A CASA
De noche, a través de los vidrios
de la puerta asoma la luz
del antiguo oeste.
La luz de aquella época;
Una fachada inconclusa
rompe el frente de una vieja casa,
mientras un auto -De Soto, 1940-
parecía dejar de rodar. Se deslizaba
en slalom por la nieve, en su pereza.
Y hacían patito los insectos en el rocío
cierto tiempo inmóvil.
Nubes y nubes
de anillos redondos
cubiertas
por los techos:
fue una decepción
que se levantara a orinar.
Ahora otro coche pasa raudo
y de pronto
su novio ante mí, una cinta
sin control que embiste la bobina,
su aliento es un chiste a perpetuidad.
Y no ofreció la boca
sino la mejilla (lo ordinario
en estos casos).
Esa luz en calles que se implican
detrás de las persianas, regresan
a oler la forma en que esos papeles
alcanzan por fin la combustión.
Veinticuatro horas
-un ambiente más propicio-
e idénticas pruebas de fuego.
**
Imagen tomada de kitfoster.com
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
2 comentarios:
Arteca se ha convertido en un escritor imprescindible, lejos de los efectos de mercado y cerca de una obra sólida y riesgosa. Muy bueno haberlo publicado. Hermoso el blog. Un beso para vos, Irene. Carla.
Gracias, Carla. Mi abrazo, Irene
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