sábado, 10 de marzo de 2012

Y las gasolineras ya son ruinas románticas

Créd.:  latinale.blogsport.eu  

DAMARIS CALDERÓN
(La Habana, Cuba, 1967. Reside desde 1995 en Chile.)

Mi cabeza está en otra parte
Literalmente:
fuera del camino.
Como el herido
convaleciente que
no puede ser
llevado en hombros.
Monsieur Guillotind
inventó una máquina
para separar
la cabeza del cuerpo.
 (La cabeza cortada
 contempla las cosas tal como son,
 el Presente puro, sin ningún significado,
 sin arriba no abajo,
 sin simetría, sin figuras.
 Sin desesperación.)
Rápida y eficaz
como el racionalismo.
***
El mendigo

Aprisa, sin que le diera tiempo
a cerrar el saco con el que pedía,
la muerte lo atrapó.
Cuando huía hacia el mar,
por la puerta sur de la ciudad,
después de haberse humillado
recogiendo provisiones,
llevando en los incongruentes pies
unos lujosos zapatos, regalo de la caridad pública.
Detenido así, la boca avarienta abierta,
entre el saco y el camino.
Y Roma fue.
Cartago fue.
Tú perdiste mi amor.
Y las gasolineras ya son ruinas románticas.
***
La máscara japonesa 
 
Yo, Ito Toshitsugo
saqué mi cabeza de un agujero durante la noche
para comerme el cristal de un establecimiento comercial
en la Venecia japonesa.
Atraído por los cebos lumínicos
y los tubos de plástico.
Dos meses
como una anguila
ante el pabellón dorado del bazar
permanecí extático.
Largo y delgado
estilizado por el hambre
una anguila de agua dulce
en el gran puerto marítimo.
Sesenta millones de personas
pasaron por mi lado
no me vieron.
                      Sesenta millones
ocupadas en las compras navideñas
cegadas por la luz artificial
por las ramas (falsas)
del árbol donde recosté mi cuerpo.
Yo, Ito Toshitsugo
me convertí en el cadáver de un hombre de sesenta años
sin domicilio conocido
en uno de los barrios más populosos de Osaka.
Que alguien toque para mí la flauta de hierro.
***
Césped inglés

Los segadores
tienen una rara vocación por la simetría
y recortan las palabras sicomoro,
serbel, abeto, roble.
Guardan las proporciones
como guardan sus partes pudendas.
Y ejercen con condescendencia
el orden universal
porque el hombre
-como el pasto-
también debe ser cortado.

2 comentarios:

hugo luna dijo...

q lujo, Irene. gracias.

Irene Gruss dijo...

Y pensar que está aquí nomás; Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char