lunes, 9 de enero de 2012

Algún dios da en el blanco

ANALÍA MEHLBERG
(Buenos Aires, Argentina, 1958)

La hija del carnicero

La niña baja la persiana
hora de limpiar
con un cuchillito raspa las maderas
separa sebo coágulo nervio
tiñe el trapo rejilla
dedos pequeños envuelven el mango
limpia la sierra encendida
sonidos con olor a cartílago
mano seca uñas comidas
retira dientes de la máquina
raspa la silueta del instrumento
gira la rueda sin premio
desechos tapan el soborno
gira la sierra los restos
cenizas de hueso
alimento para gallinas
polvo de vaca en el aire
en el silencio de infancia
dialogan las víctimas
lengua que saborea rencor
la niña baja la cabeza
hora de callar
***
Dibuja la tierra y el cielo

Firme en la distancia
pule la piedra con ojo y sudor
algún dios da en el blanco
salta se ríe
algún demonio tira afuera
llora se enoja
La niña dibuja la luz y el infierno
débil en lo cercano
ata cordones con plumas y dientes
algún demonio lo suelta
sangra se cae
algún dios moja piel
duda se mira
Olvida la tiza y el cielo
muerde los límites
ni dios ni demonio
***
El tiempo del insomnio

dos relojes en la hora
el tictac de uno el tictac del otro
el tiempo que en realidad es el mismo
En medio de ellos soy un péndulo que se balancea
un poco mareado
habitado por un desconcierto uniforme
el tiempo que en realidad es el mismo
El tiempo de mis ideas
del amor que reposa cuando se cansan las agujas
El tiempo de la memoria
amigos desleales en el instante que se reparten los naipes
el tiempo que en realidad es el mismo.
El tiempo del relato
que enhebra significantes imaginando sentido.
El tiempo más largo
la espera
donde nada suena
ni el reloj
ni el teléfono
ni el latido
el tiempo que en realidad es el mismo.
***
Sujetos y cosas


De sujeto a sujeto
se teje un hilo fino transparente del que cuelgan las cosas.
A veces las cosas se caen y se pierden en un abismo sin nombre
sin agua
sin aire.
Las cosas colgadas bailan danzas en tiempo presente
hablan entre sí tironean sin temor a caer.
A veces muerden con ojos perversos con dientes sin filo y
desgarran algo que se pone /entero.
Algunas cosas siempre siguen ahí:
para que los sujetos las nombren con letras robadas quién sabe a
qué huellas
para que se las apropien como la tinta de un tatuaje que será para siempre
para que las compartan en los pálidos nudos de las identificaciones que resaltan en el /rústico tejido.
Cada sujeto pinta las cosas del color que su razón le permite
textura con emociones disponibles a las tonalidades de la memoria.
A veces sin la ayuda de magos o dioses penetran en moldes mágicos y esas actrices /sagradas transitan las historias como camellos en un paisaje egipcio.
A veces las cosas miran a los sujetos y se ríen en el silencio propio de las cosas.
Los sujetos creen que las cosas cambian
y que ellos
a veces sí
a veces no
cambian las cosas.
A veces
algunos sujetos
creen
que son cosas.

2 comentarios:

ALBIN dijo...

Grande Analía, poeta del sur

Irene Gruss dijo...

Gracias, gente, por su visita; Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char