jueves, 22 de diciembre de 2011

LAURA WITTNER

(Buenos Aires, Argentina, 1967)

Observá con cuidado,
registrá lo que ves.
Fijate cómo hacés
para que la belleza
resulte necesaria,
y la necesidad resulte bella.
***
Apagón

a Laura

Vaciló un momento, la luz.
Pudo haber sido un pestañeo
o una breve distracción de la energía
hábil en recordarnos cómo serían el bar,
los plátanos y la vereda
bajo el reinado de la oscuridad.
Pero luego así fue, ya para siempre.
Del edificio de la facultad
salió una masa más móvil y oscura (estudiantes),
aquéllos sorprendidos por la diffèrence
en mitad de una disertación y de una letra
sobre el papel -ahora sería como escribir
en el agua.
Los automovilistas en las calles
creyeron de inmediato
en la negrura -en el fragor del momento
optaron por la interpretación más difundida:
caos, todo vale y sálvese quien pueda.
Después un viento ominoso trajo la tormenta.

Me cuenta, cuenta con precisión
las horas que estuvo llorando
sin cesar (salvo cuando fue al videoclub
y cuando su madre llamo por teléfono,
veinticinco minutos en total honestamente
descontados) entre lunes y martes.
Dice cómo los párpados
quedan destrozados, que la piel se vuelve más delgada
alrededor de los ojos, y se ve un enjambre de venitas
y da miedo hasta pasar un dedo
por la zona afectada. A la luz de la vela,
sin embargo, luce muy bien, le digo.
De un tirón vuelve la electricidad
perdida hace horas, ya casi ni esperada.
***
Mis padres bailan jazz en el Café Orion

No es que leamos mal los signos
Es que las cosas no son signos.
Andan solas, tan sueltas
Que pueden deshacerse.
No bailar la última pieza
Sino la anteúltima
Y la última escucharla
Llevando el ritmo con los dedos
En la mesa de vidrio
No es falso amor.
Erramos si alguna vez
Creímos en esto.
***
LA PAREJA INVERNAL

Montaron su pequeño universo
dentro del auto frenado en la esquina.
Se dicen cosas, se ve que hablan,
resulta todo muy satisfactorio,
un núcleo duro entre lo blando:
polarizado, alientos y calefacción

                       –no desempañen:

                                       esa cápsula es mágica
                                       mientras siga difusa.
**
Foto: tomada de despertando a lilith

4 comentarios:

hugo luna dijo...

gracias Irene... siempre aprendo cuando paso, y paso siempre. salud.

Irene Gruss dijo...

y no deje de pasar. Gracias, Irene

Gabriel Gómez dijo...

Irene, te lei primero en portugues, en el diáro literário "Rascunho" (donde tambien ya publicaron algunas críticas a mis libros), no te conocia... Después de esto te busque mucho y me parece que es la autora que más yá lei por internet... Tambien, despues de Alejandra Pizarnick, la que más me identifica su escrita... Cuando vuelva a Bs As quiero comprar todo lo que encuentre sobre ti...
Gracias por tu poesia!
Abrazo desde Brasil.

Irene Gruss dijo...

Encantada Gabriel, y gracias. Va mi abrazo, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char