lunes, 18 de julio de 2011

Cien de cien

WISLAWA SZIMBORSKA
(Kórnik, Polonia, 1923)

CONTRIBUCIÓN A LA ESTADÍSTICA



De cada cien personas,
las que todo lo saben mejor:
cincuenta y dos,

las inseguras de cada paso:
casi todo el resto,

las prontas a ayudar,
siempre que no dure mucho:
hasta cuarenta y nueve,

las buenas siempre,
porque no pueden de otra forma:
cuatro, o quizá cinco,

las dispuestas a admirar sin envidia:
dieciocho,

las que viven continuamente angustiadas
por algo o por alguien:
setenta y siete,

las capaces de ser felices:
como mucho, veintitantas,

las inofensivas de una en una,
pero salvajes en grupo:
más de la mitad seguro,

las crueles
cuando las circunstancias obligan:
eso mejor no saberlo
ni siquiera aproximadamente,

las sabias a posteriori:
no muchas más
que las sabias a priori,

las que de la vida no quieren nada más que cosas:
cuarenta,
aunque quisiera equivocarme,

las encorvadas, doloridas
y sin linterna en lo oscuro:
ochenta y tres,
tarde o temprano,

las dignas de compasión:
noventa y nueve,

las mortales:
cien de cien.
Cifra que por ahora no sufre ningún cambio.

Traducción del polaco: Gerardo Beltrán

6 comentarios:

soylauraO dijo...

Aplausos.

irene gruss dijo...

Y ovaciones... Gracias, Irene

Leo Mercado dijo...

Que buen blog.
(Como para quedarse a vivir).
Besos.

irene gruss dijo...

Bueno, ¡gracias! Mi saludo, Irene

Daniela dijo...

Irene, me viene al pelo este material! Estoy interesada en la poesía experimental y en la poesía visual y/o matemática, apenas estoy conociendo autores así que ha sido todo un acierto la publicación. Gracias!

Te leo todos los días, me encanta el blog.

irene gruss dijo...

Gracias, Daniela, me alegro; Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char