sábado, 31 de octubre de 2009

Duele estar en el mundo


Muy pocos poemas de
BEJAN MATUR
(Maras, Turquía sudoriental, 1968)


SUEÑO DE LA TIERRA

En su soledad, el cielo nocturno
se preguntaba
¿por qué estas estrellas?
¿Por qué la voz que aúlla en mi corazón de tinieblas?
Cuando las voces se desvanezcan
¿qué quedará
sino la estrechez que ahoga mi alma?

Si la estrella polar se desplazara
un segundo de su sitio,
¿se perdería el pescador?
¿Se olvidaría el pastor de su silbido?
Quizás nada de nada,
nada puede cambiar mi verdad.
Soy el sueño de la tierra.
El hombre que termina su sueño
verá, al despertarse,
que la verdadera oscuridad queda más lejos.
***

DIÁLOGO CON DIOS

Vi a Alá. Esperaba en un lugar vacío.
Entré en la oscuridad de su alma y me quedé.


I

Alá se despertó en un lago de montaña.
Giró su cabeza soñolienta y miró a su alrededor.
¡Es hermoso el mundo!
Se durmió de nuevo. Era demasiado para su corazón.
Sin corazón. Y nosotros, la lava restante,
empujamos la ola.
Removemos el lago con una piedra sin reposo
y lo llenamos de nuestra pena.

II

Alá se despertó en un lago de montaña.
"Marchaos", dijo. "Sacad vuestra cepa de mi tierra."
Lo vi. Me miraba lejano, expectante.
Las casas ocultaron sus muertos.
Los árboles se agitaban.

III

Sin reposo...
Nada ha engendrado, ni existe aún la Tierra.
Cuando se despierte del sueño en el lago
y abra sus ojos anchos,
un glaciar resbalará en la oscuridad del mundo.

Y no habrá hombre alguno esperando.
**
De la plaquette Diálogo con Dios y otros poemas, Letter Press Broadsides Poetry Series, 17, Nueva York, 2006.
Traducción al castellano de Carles Duarte I Montserrat
***
La sangre que sabe esperar
también sabe ser piedra.
Duele estar en el mundo.
Lo sé.
**

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char