Ed. gog y magog, 2011 |
EL INFIERNO
Versión: Jorge Aulicino
Ilustraciones: Carlos Alonso
Canto trigesimocuarto
"Vexilla regis prodeunt Inferni *
hacia nosotros; por lo tanto, mira",
dijo mi maestro, "a ver si lo disciernes".
Como cuando una gran niebla se alarga,
o cuando en nuestro hemisferio anochece,
y lejos un molino parece mover sus aspas,
ver me pareció una tal máquina entonces;
enseguida, por el viento, me refugié detrás
de mi duca; no había por allí otro reparo.
Ya estaba, y con pavor lo pongo en verso,
donde todas las sombras son cubiertas,
y transparentan, como briznas en el vidrio.
Unas yacen, otras están erguidas,
aquella de cabeza, esta sobre las plantas,
otra, como arco, hacia los pies doblada.
Cuando hubimos avanzado tanto
que a mi maestro le plugo mostrarme
el ser que tuvo el bello rostro,
delante de mí se puso para detenerme,
"Aquí Dite", diciendo, "y este el sitio **
donde conviene de fortaleza armarte."
Cómo entonces me volví helado y mudo,
no preguntes, lector que no lo escribo
porque todo lo que dijese sería poco.
Yo no morí, y tampoco quedé vivo,
piensa ahora por ti, en flor de ingenio,
cómo devine de una y otra privado.
El emperador del doloroso reino
medio pecho sacaba de la helada,
y más con un gigante me comparo
que los gigantes no con esos brazos:
juzga pues cuánto debe ser el todo
que a parte así hecha se convenga.
Si él fue tan bello como ahora feo,
y contra su Creador alzó las cejas,
bien debe de él venir el luto.
¡Oh, cómo me pareció gran maravilla
cuando vi tres caras en su cabeza!
Una, delante, y ésta era bermeja;
las otras eran dos, unidas a aquélla
por arriba de una y otra espalda,
y se reunían en el sitio de la cresta;
y parecía la derecha entre blanca y amarilla;
la izquierda era a la vista como la de aquellos
que vienen de donde el Nilo se abalanza.
Debajo de cada una salían dos grandes alas,
como correspondía a tan grande pájaro:
velas de mar no vi yo como eran éstas.
No tenían plumas: como de murciélago
era su aspecto; y tanto se agitaban
que tres vientos se movían desde aquello;
a causa de eso, el Cocito se helaba.***
Con seis ojos lloraba, y por tres barbas
corría el llanto y sanguinolenta baba.
En cada boca trituraba con los dientes
a un pecador, como una máquina,****
y a tres a un tiempo hacía allí sufrientes.
Al de adelante, la mordida le era nada,
frente al arañazo, que con frecuencia
le dejaba la espalda desollada.
"Aquella alma, arriba, que sufre mayor pena,
es Judas Iscariote”, dijo el maestro,
“con la cabeza dentro y las piernas fuera.
"De los otros dos que cuelgan de cabeza,
el que pende de los negros belfos es Bruto;
¡mira como se retuerce, pero ni palabra!
Y el otro es Casio, tan membrudo.
Pero la noche resurge; y es la hora
de partir, que lo hemos visto todo."
Me abracé a su cuello, como quiso,
y él eligió el tiempo y el lugar,
y cuando estuvieron las alas bien abiertas,
se aferró a los velludos lados,
y descendió de vello en vello,
entre pelo hirsuto y heladas costras.
Cuando llegamos justo donde el muslo
se vuelve del grueso de las ancas,
el duca, con fatiga y con angustia,
volvió la cabeza hacia las zancas,
y se agarró al pelo como quien sube,
tal que al Infierno creí tornar también.
"Sujétate bien, que por esta escala",
dijo el maestro jadeando muy cansado,
"es preciso partir de tantos males."
Luego salió por el hueco de una roca,
y me dejó sentado sobre el borde;
y puso junto a mí su pie seguro. *****
Yo levanté los ojos y creí que vería
a Lucifer como lo habíamos dejado,
y lo vi con las patas para arriba.
Si yo quedé entonces confundido,
es la gente tosca quien no ve
cuál era el punto que había atravesado.
"Levántate", dijo el maestro, "de pie,
el viaje es largo y el camino malo,
y el sol en medio de la tercia cae." ******
No era el pasillo de un palacio
allí donde estábamos, sino un buraco
de suelo magro y de luz escaso.
"Antes que del abismo me separe,
maestro mío", dije al levantarme,
"para salir de error, un poco háblame.
¿Dónde está el hielo? ¿Y cómo se ha vuelto éste
de arriba a abajo? ¿Y cómo en tan pocas horas,
de la noche a la mañana, el sol ha caminado?"
Y él a mí: "Imaginas que te encuentras todavía
allá en el centro, donde me agarré
al pelo del gusano vil que horada el mundo.
"De allá te fuiste cuando descendí;
cuando me volví, cruzaste el punto
al que se atraen los pesos de ambas partes.
"Y ahora estás bajo el hemisferio
opuesto a aquel que la gran seca
cubre, y bajo del ápice en que fue muerto
"el hombre que nació y vivió sin mácula;
tienes los pies sobre la pequeña esfera
que la otra cara hace de Judea.
"Aquí es de mañana cuando allá es de noche,
y éste, que nos hizo escalera con el pelo,
sigue parado allí, como estaba antes.
"Por esta parte cayó del cielo abajo;
y la tierra que aquí entonces se mostraba,
por miedo a él, del mar hizo su velo,
"y fue al hemisferio nuestro; y tal vez,
por huir de él, dejó aquí este lugar vacío
la que surgió desde acá, y arriba acude." *******
Lugar hay abajo de Belcebú remoto,
tanto cuanto su tumba se dilata,
que no se nota por la vista, sino por el sonido
de un arroyito que hasta allí desciende
por la grieta de una piedra que ha cavado
con su curso que se enrosca y poco pende.
Mi duca y yo, por ese camino oculto
entramos para volver al mundo claro;
y sin cuidado de hallar algún reposo,
subimos él primero y yo segundo,
hasta que divisé las cosas bellas
del cielo, por un hueco redondo;
y salimos a ver de nuevo las estrellas.
* "Los estandartes del rey del Infierno avanzan": paráfrasis de un himno religioso, interpretada como una ironía sobre su sentido, o como sarcasmo de Virgilio acerca de la penuria del diablo.
** Dite: Lucifer, quien fuera el más hermoso de los ángeles. Dis Pater es sobrenombre de Plutón en la mitología romana.
*** Cocito: uno de los ríos del Hades.
**** El término que usa Dante es machiula, agramadera: máquina para machacar el cáñamo.
***** Este pasaje es de discutido sentido, incluso entre los exégetas italianos. Desde que appresso puede ser, como preposición, junto, al lado, y como adverbio después, se puede entender así: "después me puso (me instruyó) en el sagaz paso" -la palabra traducida aquí como firme (accorto), tiene también las acepciones de cauto, prudente y sagaz-. De modo que Virgilio estaría aleccionando a Dante sobre la maniobra que había hecho, cosa que no sucede hasta varios versos más abajo, ante las preguntas de Dante.
****** Los romanos contaban las horas a partir del amanecer y hasta la noche. La regla conventual para las oraciones en parte mantiene la denominación romana; la prima viene después de laudes, que se celebra antes del amanecer. Mitad de la tercia es mitad de la mañana. Virgilio había dicho que llegaba la noche cuando estaban en el otro hemisferio.
******* La resolución completa del problema que representa la explicación de Virgilio suele eludirse. Se debe suponer que, siguiendo la geografía de su tiempo, Dante ubicaba todas las tierras en el hemisferio norte. Entonces, Lucifer cayó en el hemisferio austral y obligó a la tierra a replegarse en el boreal, el “nuestro”, según dice Virgilio. Dante responde de este modo a la pregunta que en su época se formulaba acerca de cómo las tierras parecían flotar, siendo que naturalmente debían hundirse en el mar que cubría todo el hemisferio sur, “debajo”. Por miedo al diablo, se ha replegado y emergido, explica Virgilio, “la tierra que aquí entonces se mostraba”. Es esto lo menos oscuro del presente pasaje. Pero se infiere en casi todos los comentarios que el Purgatorio es consecuencia del mismo incidente, por los versos: “y tal vez, / por huir de él, dejó aquí este lugar vacío / la que surgió desde acá, y arriba acude”. En esta interpretación, casi toda la tierra huyó al otro hemisferio pero una parte se retrajo dentro del hemisferio sur, formando la única elevación en esa región que se suponía enteramente cubierta de mar. Ahora bien: la montaña del Purgatorio se alza en una isla, según se describe en el segundo libro de la Comedia, en el hemisferio opuesto al de Judea: el vértice de la colina del Purgatorio y el Calvario son antípodas, indica el texto. Con esto, parece justificarse la presunción de que la montaña a la que tal vez alude el final del "Infierno" (no la nombra como tal) es el Purgatorio. Pero conviene atender en los versos anteriores a la mención de la “pequeña esfera” sobre la que ahora tienen sus pies Dante y Virgilio. Sus polos serían precisamente el monte Calvario y el Purgatorio, y su centro, el Infierno. Puede tratarse de otra esfera, distinta a la de la Tierra. Se diría que sólo comparten el centro, y el resto es sobrenatural o místico. Tal vez aquí se revela que la narración realística de Dante es un extendido y complejo juego de imágenes. La otra explicación plausible es que el Purgatorio no tiene nada que ver con el cataclismo formado por la caída, y está en el mismo hemisferio que el Infierno, casi contiguo a él, por disposiciones que escapan a toda ciencia. Esto no contradice las formas simétricas que parecen tener Infierno y Purgatorio: dos conos, uno hacia adentro, el otro, emergente, sino el esquema telúrico que pretende el uno como ocasión física del otro.
1 comentario:
hola, disfruto de este blog
me tomé el atrevimiento de ponerlo aquí
http://www.lucasamuchasteguiweb.com/amigos.html
gracias
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