jueves, 12 de agosto de 2010

Como lo muestran experiencia y arte

DANTE ALIGHIERI
(Florencia, Italia, 1265-Rávena, íd., 1321)
Versión de Jorge Aulicino

La divina commedia
Purgatorio, Canto XV

Tanto como entre el fin de la tercera
y el comienzo del día en esa esfera
que siempre a modo de muchacho juega *

parecía ya, rumbo a la noche,
faltarle al sol de su camino:
tarde allá, medianoche aquí era.

Y nos hería en la nariz el rayo,
porque tanto el monte habíamos rodeado
que íbamos ya derecho hacia el ocaso,

cuando sentí gravar mi frente
a un esplendor mayor que el otro,
y me dieron estupor ignotas cosas;

por lo que puse las manos encima
de mis ojos, y me formé visera
que del exceso de vista alivia.

Como cuando del agua o del espejo
salta el rayo a la parte opuesta
subiendo de modo parecido

al que desciende, y se separa
del caer de la plomada igual distancia, **
como lo muestran experiencia y arte,

así me ocurrió ser alcanzado
por la luz que adelante reflejaba,
y para huir mi vista fue bien rápida.

"¿Qué es eso, dulce padre, que no puedo
proteger la vista tanto que me valga",
dije, "y que parece moverse hacia nosotros?"

"No te asombre si aún más te encandila
la familia del cielo", me repuso:
"viene un enviado a invitar que subas.

"Pronto ocurrirá que ver estas cosas
no te pesará, pues fuiste elegido
cuando natura dispuso que las vieras".

Luego fuimos hacia al ángel bendito,
que con alegre voz dijo: "Entren
por este tramo mucho menos recto".

Subíamos, ya alejados de ese sitio,
y Beati misericordes fue cantado
tras de nosotros, y Goza tú que vences.

Mi maestro y yo, ya solos ambos,
íbamos a lo alto, y pensaba andando
poder adquirir de sus palabras;

me dirigí a él demandando:
"¿Qué quiso decir el espíritu de Romaña ***
con 'es preciso ir sin compañía'?"

Por lo que él: "De su mayor pecado
sabe el daño; no nos admiremos
si se reprende para llorar menos.

"Porque apunta el deseo humano
adonde en compañía algo se pierde,
hace la envidia suspirar al fuelle.

"Pero si el amor de la esfera superior
torciera hacia arriba el deseo,
no sentirían en el pecho ese temor;

"que cuanto más se dice allí 'nuestro',
tanto más bien posee cada uno
y más caridad arde en ese claustro".

"Estoy de estar contento más privado",
dije yo, "que si no hubiese hablado,
y mayores dudas en la mente reúno.

"¿Cómo puede ser que un bien distribuido
entre más poseedores haga más rico
a cada uno, que si es por pocos poseído?"

Y él a mí: "Como tú sólo remites
la mente a las cosas terrenales,
de verdadera luz sombras recibes.

"El infinito e inefable bien
que está allá arriba corre hacia el amor
como al cuerpo claro el rayo viene.

"Tanto se da cuanto encuentra de ardor;
tal que, cuanto la caridad se extiende,
crece sobre ella el eterno valor.

"Y cuanta más gente allá se quiere,
más allí hay buen amar y más se ama,
y como espejo el uno al otro sirve.

"Y si mi razón no te quita el hambre,
verás a Beatriz, y ella plenamente
te quitará esta y cualquier otra avidez.

"Procura, igual, que pronto se apaguen,
como están ya dos, las cinco marcas
que cicatrizan por penar dolientes".

Cuando yo quise decir: "Me calmas",
me vi llegado sobre la otra vuelta
que acalló mis ojos anhelantes.

Allí me pareció a una visión
extática de súbito ser llevado,
y ver en un templo más personas;

y una mujer con actitud, en la entrada, ****
dulce de madre decir: "Mi hijo,
¿por qué así fuiste con nosotros?

"Aquí, dolientes, tu padre y yo
te hemos buscado". Y al callarse,
se esfumó esta visión primera.

Apareció otra allí, con el agua
que mejilla abajo el dolor destila
cuando nace por el despecho de otro,

y decía: "Si tú eres sire de la villa
por cuyo nombre combatieron dioses
y donde toda ciencia resplandece

"véngate de aquellos brazos atrevidos
que abrazaron a nuestra hija, oh Pisistrato".
Y el señor me parecía, benigno y apacible,

responderle con el rostro temperado:
"¿Qué no haremos al que el mal nos desea
si el que nos ama es por nosotros condenado?"

Luego vi gente ardiendo por la ira
con piedras matar a un jovencito,
gritando fuerte: "¡Martiriza, martiriza!"

Y lo veía inclinarse por la muerte,
que lo tenía ya, hacia la tierra,
pero con los ojos elevados hacia el cielo.

orando al alto Sire, en esa guerra,
que perdonara a sus perseguidores,
con aquel aspecto que desata la piedad.

Cuando mi alma retornó a mi cuerpo y
a todo aquello que fuera de uno es cierto,
reconocí que no eran tales mis errores.

Mi duca, que seguro podía verme
como a uno que del sueño se libera,
dijo: "¿Qué tienes, que te tambaleas

"y has andado más de media legua
con ojos velados, temblorosas piernas,
como al que vino o sueño lo doblega?

"Oh dulce padre mío, si me escuchas
te diré", dije yo, "qué apariciones
vi cuando las piernas me faltaron".

Y él: "Si llevaras cien máscaras
sobre la cara, no me esconderían
tus cogitaciones, ni las más parvas.

"Lo que viste fue para que no excuses
abrir el corazón al agua de la paz
que de la eterna fuente se difunde.

"No pregunté: ¿qué tienes? como hace
el que mira con el ojo que no ve
cuando desanimado el cuerpo yace;

"lo pregunté por darte fuerza al pie:
que lo estimulen, al ocioso le conviene
para que use la vigilia cuando puede".

Andábamos por el atardecer atentos
todo lo que podían los ojos alargarse
contra los rayos tardos y lucientes.

Y he aquí que poco a poco vino un humo
hacia nosotros como la noche, oscuro;
y no había lugar para ocultarse.

Y nos quitó la vista y aire puro.
**
* Dante sigue midiendo el paso del día, siempre respecto de las antípodas, Jerusalén, y de acuerdo con el Sol. Quiere decir que al día le quedaba el mismo recorrido que va desde la salida del sol hasta la mitad de la mañana. Es decir que están a mitad de la tarde. La esfera celeste sempre a guisa de fanciullo scherza: juega como un niño con un aro, girando. Termina la ubicación temporal indicando que, dado que en el Purgatorio (allá) era la media tarde, en Italia (aquí) era la medianoche, ya que Italia se ubica a 45 grados de Jerusalén (donde, siguiendo el esquema, eran en ese momento las tres de a madrugada).

** Se debe a Euclides el cálculo del ángulo de reflexión de un rayo de luz: es igual al del rayo que golpea en la superficie reflectante. Este conocimiento permite comprender que la luz que encandila a Dante es un reflejo de la luz del Cielo, pero no deja de ser un alarde de erudición científica.

*** Refiere al canto anterior, en el que el alma de un distinguido romañol ha querido expresar, de modo complicado, que el corazón humano desea acaparar y no compartir.

**** Visiones de humildad y sometimiento. Primero, la Virgen, quien pregunta a Cristo, tras buscarlo tres días y hallarlo en el templo, dónde ha estado, a lo que Cristo responde que sirve a su Padre, y confunde a María y José (Lucas, 2:48); luego, el episodio de la mujer de Pisistrato, legendario rey de Atenas, ofendida porque un joven ha abrazado a su hija en público (la respuesta de Pisistrato es cita de las crónicas de Valerio Máximo, escritas en tiempos de Tiberio; las lágrimas de la mujer, con todo, también se deberían a que los dioses disputaron por patrocinar a la ciudad y triunfó Palas sobre Poseidón, de donde la mujer lloraría las lágrimas del dios del mar, según comentaristas que tal cosa deducen de la palabra "despecho"); por último, el martirio de San Esteban lapidado (Hechos, 7:56-60)
***
Texto del original: mediasoft.it
Tomado del blog otra iglesia es imposible, de Jorge Aulicino
Imagen: The key, de Jackson Pollock

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
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No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char