martes, 18 de mayo de 2010
Quédate quieto para que pueda pisarte
SAM SHEPARD
(EE.UU., 1943-)
Hombres peinándose en su coche
Hombres mirándose el pelo en el retrovisor
Hombres con grandes peines negros en el bolsillo de atrás
Hombres preocupados por cómo los ven las Mujeres
Hombres que se convierten en anuncios de Hombre
Mujeres calzadas con botas que las obligan a cojear
Mujeres cuidando de que sus ojos no se crucen con los ojos
de los Hombres
Mujeres preocupadas por cómo las ven los Hombres
Mujeres que se convierten en anuncios de Mujer
Esta niña que lleva un vestido verde claro y zapatillas negras
de baloncesto
Esta niña que persigue un pedacito de celofán que vuela por un aparcamiento vacío
Esta niña que habla con el celofán como si fuese una criatura del viento
Esta niña que sonríe al cálido aliento tropical que le da en la espalda. No ve ninguna diferencia entre ella y el celofán. Empujados ambos por el viento. Reunidos en un mismo momento. La niña baja la vista hacia el celofán. Le habla directamente:
-Déjame pisarte -le dice-. Quédate quieto para que pueda pisarte.
13/1/80
Homestead Valley, Ca
***
hubo una época en que Mamá llevaba una 45
yo en una cadera
la pistola en la otra
vivía en una comunidad de mujeres
esposas de pilotos
cabañas metálicas prefabricadas
llovía constantemente
las esposas estaban inquietas
sin sus maridos
la selva estaba infestada de japoneses
que robaban la colada de los alambres
las mujeres disparaban a la menor provocación
a veces contra la sombra de otra mujer
a mi Mamá y a mí nos dispararon una vez
fue su mejor amiga
las balas dejaron grandes agujeros mellados
en las paredes de hojalata
más adelante encontré una calavera de japonés
junto al depósito de agua
las hormigas salían
de un agujero de bala
justo en la sien
26/12/81
Homestead Valley, Ca.
***
A ver si lo entiendo
¿Dices
Que te tortura el no poder escribir
O que
No puedes escribir porque estás torturado?
¿Dices
Que en estos tiempos te han convertido en un escéptico
O que
Estos tiempos confirman tu escepticismo?
Mira, voy a decirte una cosa
Preferiría tener que echarles el lazo a las reses
Que hablar de política contigo
Preferiría caer borracho perdido
Debajo de un camión de remolque
Tu desesperación es más aburrida
Que el Merv Griffin Show
Tu gimoteante lloriqueo
Tus grandes soluciones baratas para la delincuencia
Levanta el culo y ponte a cocinar
Haz con tu tiempo
Lo que quieras
Pero no malgastes el mío
1/80
Santa Rosa, Ca.
***
ambas rodillas en tierra
los codos metidos en la noche
es cierta
esta profunda conexión
es indudablemente cierta
la tierra transmite un mensaje
lo exhala
lo capto al inhalar
mofetas
conejos muertos
el calor del día se escapa
tú estás en un tren, lejos
te veo mirando por la ventana
a las afueras de Salt Lake City
yo estoy aquí
colgando de la ventana
29/4/81
Homestead Valley, Ca.
***
3.30 de la madrugada
¿Es un gallo
O una mujer que grita a lo lejos?
¿Está negro el cielo
O a punto de ponerse azul oscuro?
¿Es una habitación de motel
O la casa de alguien?
¿Estoy en Texas
o en Berlín Occidental?
Y de todos modos,
¿Qué hora es?
¿Hay algún pensamiento
Que sea mi aliado?
Rezo pidiendo que se suspenda
Todo pensar
Absoluta suspensión
Espacio en blanco
Quiero ir por la carretera
Sin pensar en nada
Sólo una vez
No estoy suplicando
No me pongo de rodillas.
De Crónicas de motel, Editorial Anagrama, 1985.
Traducción de Enrique Murillo
Imagen tomada de Swampland.com
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
3 comentarios:
un gusto S Shepard... gracias Irene... saludos, h
la niña y el celofán;no hay diferencia. Pensé en lo que dijo Michaux: "he dejado de depender de mis rasgos". Gracias, Irene, por ese poema.
susana.
Gracias por la visita, Irene
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