miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Con engaño / vencer?

Tsvetaeva en Francia. Foto de Creative Commons







Marina Ivánovna Tsvietáieva
(Moscú, 1894-Yelábuga, cerca de Kazán, Rusia, 1941)



De Confesiones. Vivir en el fuego*
(fragmentos)

2 de noviembre de 1921: “Mi única alegría son los versos. Yo escribo como otros beben, y no vino, agua. Sólo entonces soy feliz, me siento segura…”
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“¡Oh, Dios de verdad quiere convertirme en un gran poeta, de otro modo no me quitaría todo!”
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22 de noviembre de 1932:

“Me encuentro sola muy lejos de todo círculo (me refiero a los círculos de personas), quiero decir, de los círculos literarios, que aquí están más entregados a la política que a la literatura, es decir, gritan y odian más de lo que callan (escriben) y aman.”
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"Lo importante para un poeta no es descubrir el sitio más alejado, sino el más auténtico."
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"A veces me parece que la vida es demasiado larga y cuando pienso que toda esa infinitud está compuesta de minutos… Por qué todo el mundo piensa que soy fuerte y plena, cuando sólo estoy plena de inspiración, igual que el pecho de respiración. La inspiración (la respiración -¿será un contenido? En mí, siento el vacío y el fuego.”
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“Y además -hace mucho tiempo que no amo a nadie, que no me alegro de nadie, ¡que no espero –nada- de nadie! Oh, poco me importa: hombre, mujer, niño, anciano –lo esencial es amar. Amar, amarse.”
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“A usted se lo escribo porque no me conoce –y me conoce, porque con usted tengo la completa libertad –DEL SUEÑO.” “Yo no tengo futuro… un nuevo país, EXTRAÑO para mí, en el que moriré en el acto: sola –contra ciento sesenta millones. Ahí, perderé a Mur, definitivamente y para siempre.”
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“Cuando una mujer escribe, escribe para todas las que han callado –mil años, y callan todavía– y callarán.”
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“Toda mi vida yo he tratado inconscientemente de hacerme tanto exterior como interiormente peor de lo que era.” “Yo no soy un literato, soy un ser vivo que sabe escribir.”

* (Presentado por Tzvetan Todorov). Editorial Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2009.
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En octubre de 1940, diez meses antes de ahorcarse, retocó un verso de Anna de Noailles para hacerlo suyo, para prever su muerte y celebrar por anticipado su destino póstumo:

Y mi ceniza será más caliente que su vida.
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Traducción de Selma Ancira
***
ASAR A HURTADILLAS

Y, quizás, la mejor victoria
sobre el tiempo y la gravitación...
es pasar sin dejar huella,
pasar sin dejar sombra
sobre los muros...
Quizás... ¿renunciando
vencer? ¿Dejar de reflejarse en los espejos?
Así: como Lérmontov por el Cáucaso
pasar a hurtadillas sin asustar a las rocas.

Quizás... ¿sería mejor diversión
con el dedo de Sebastián Bach
no tocar el eco del órgano?
Desintegrarse, sin dejar cenizas
para una urna...

Quizás... ¿con engaño
vencer? ¿Escapar de las latitudes?
Así: por el tiempo como un océano
pasar a hurtadillas sin asustar a las aguas...

8 comentarios:

Alejandro Pinto dijo...

Claro que sí ,siempre es un gusto pasarme por acá. Un abrazo enorme desde Tierra del Fuego. Ale

Irene Gruss dijo...

Ale, qué gustazo. Un beso, Irene

hugo luna dijo...

tremendo esto, Irene... gracias por tanto bueno suyo.

Irene Gruss dijo...

Gracias, Hugo; Irene

lili dijo...

buenísima la selección, irene, lo compartí en feisbu. ¿está el libro en nuestra patria?

Irene Gruss dijo...

No lo sé, doña. Gracias, Irene

boris pasternak dijo...

28 de julio de 1926

Eres maravillosa, Marina, en tu primera carta y en cada una de las cartas sucesivas, me sorprende tu infalible habilidad para buscar y encontrar, la inagotabilidad de tus caminos hacia lo que quieres decir, y tu constante tener razón. Siempre tienes razón, Marina (¿no es un caso raro para una mujer?). Razón en el sentido más apacible, en el verdadero sentido de la palabra. Esta razón tuya (este dominio de la razón) carece de fin, carece de génesis; tú tienes razón así, incondicionalmente, sin pretensiones y en última instancia y, por esto, tienes indiscutible derecho a la eternidad.

pasternak - tsvietáieva - rilke
Cartas del verano de 1926
siglo XXI, 1984

Irene Gruss dijo...

Gracias, pasternak; aquí desde la urss, irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char