miércoles, 23 de junio de 2010

Como tu sombra sobre mi corazón

SUSANA CABUCHI
(Jesús María, Córdoba, 
Argentina, 1948)



Pasos

He bebido las aguas
del Shu – Am
como si no estuvieran
contaminadas.
A orillas
del río silencioso
crecen flores amargas
sobre las que he descansado,
leyendo.
Y no he pecado
sino
lo necesario.
***
Vincent Van Gogh

Aquí estoy
en esta soledad luminosa,
plena, habitada
de fuegos y ventanas.
La casa
arde de girasoles
como un infierno congelado
entre aceites
y vientos amarillos.
Sordo de tanto silencio
y dispuesto
a entreabrir
cada lirio celestial,
cada cristal de paja,
cada gota de acero,
cada ojo de sangre,
cada vidrio de miedo.
Así te escribo.
Sobre las torres de la desesperación,
a orillas del Ródano,
entre la mezcla brumosa de los óleos,
a la hora del ángelus,
a pleno mediodía,
sobre el caballo áspero
de la pena,
con la piedra roja
de la desgracia,
con la arena negra de la locura,
con las sílabas celestes del amor,
con la sorpresa blanca de la tela
vacía,
con el cuervo del hambre
sobrevolando mi cama,
con la mordedura hirviente
del deseo,
entre el humo agrio de la luz,
en el paraíso húmedo
de los manteles,
en los bares nocturnos,
así,
hermano mío,
hermanito menor,
casi mi padre.
***
Visita al purgatorio

El cartel anuncia
“El Paraíso”.
Aquí están
la directora del colegio,
la fundadora del Teatro Vocacional,
el carnicero,
el prestamista, el notario.
–Sí madre,
traigo galletas,
sacaremos una mesa,
jugaremos a la confitería,
tomaremos el té.
Las pequeñas carrozas
–trípodes, andadores,
sillas de ruedas–
giran.
Aferrados al pasamanos
los caminantes
repiten la peregrinación,
como antes en la plaza,
ahora a orillas de la ciudad,
a orillas de la vida,
con las máscaras de la vejez,
y con pesados trajes, marchitos.
–Sí madre,
soy la tía Emma
y también soy Susana.
Entre sombras
la comparsa emite
entrecortados llantos, gemidos secos.
–No madre, sus padres
no la olvidan,
están muy ocupados.
Cuando puedan
vendrán
con un ramo de rosas.
***
La carta


Ha llegado la carta.

Está sobre la mesa,
al lado de las flores.
La miro
largamente.
Conozco la letra.
Pero la leeré
a la medianoche
cuando los trenes
que pasan hacia el norte
hagan temblar
los vidrios de la casa.
***
Álbum familiar

Los padres fueron una vez a Mendoza. Me
dejaron una foto con nieve a orillas del
camino con un gran auto negro y con
amigos.
Me dejaron una foto con nieve
y este frío.
***
Cielo

Sobre las montañas nevadas,
como una flecha oscura,
van los patos salvajes.
Cruzan.
Como tu sombra
sobre mi corazón.
***
PAISAJE


Suben,
quebrando el aire,
densos
los humos del otoño.
Una pequeña lagartija
asoma
entre los leños húmedos.
Ocupan al ciruelo
los preparativos del silencio.

3 comentarios:

Griselda García dijo...

Gracias, Irene, por traernos a la Cabuchi! Cariños,
Griselda

Maria Taurizano dijo...

Qué fuerte. "La carta" me sacudió la fibra, como los trenes a los vidrio. Genial!

Irene Gruss dijo...

Gracias, Griselda y María. Un placer para mí también, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char