domingo, 15 de enero de 2012

Madera, con el don de arder

ADRIENNE RICH
(Baltimore, EE.UU., 1929)

Canción

Te preguntas si estoy sola:
pues sí, estoy sola
como un avión que viaja solitario y horizontal
siguiendo las señales de radio, dirigiéndose
a cruzar las Rocosas
por la sucesión de pasillos azules
de un campo de aterrizaje sobre el océano

¿Quieres preguntarme si estoy sola?
Bien, por supuesto, sola
como una mujer que conduce a través del país
día tras día, dejando atrás
milla tras milla
pequeñas ciudades en las que podría haber parado
y vivido y muerto, sola

Si estoy sola
debe ser la soledad
de despertar primero, de respirar
el primer soplo de aire frío del alba sobre la ciudad
de ser la que está despierta
en una casa envuelta en sueño

Si estoy sola
es con la firmeza del bote helado en la costa
en la última luz roja del año
que sabe lo que es, que sabe que no es
hielo ni lodo ni luz invernal
sino madera, con el don de arder
**
Song

You’re wondering if I’m lonely:
OK then, yes, I’m lonely
as a plane rides lonely and level
on its radio beam, aiming
across the Rockies
for the blue-strung aisles
of an airfield on the ocean.

You want to ask, am I lonely?
Well, of course, lonely
as a woman driving across country
day after day, leaving behind
mile after mile
little towns she might have stopped
and lived and died in, lonely

If I’m lonely
it must be the loneliness
of waking first, of breathing
dawns’ first cold breath on the city
of being the one awake
in a house wrapped in sleep

If I’m lonely
it’s with the rowboat ice-fast on the shore
in the last red light of the year
that knows what it is, that knows it’s neither
ice nor mud nor winter light
but wood, with a gift for burning


De Poemas (1963-2000)
Editorial Renacimiento
Traducción: Maria Soledad Sánchez Gómez
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char