lunes, 17 de enero de 2011

Cada cosa y animal ha sido creado con un propósito


Tomado de editorialjuventud.com
 ESOPO

(Grecia; se supone que vivió entre el 620 y el 560 a.C.)

La zorra y los racimos de uvas

Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.
Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó diciéndose:
–¡ Ni me agradan, están tan verdes...!

Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.
***
El perro y el reflejo en el río

Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un sabroso pedazo de carne. Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo.
Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su supuesto compadre.
Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente.

Más vale pájaro en mano, que cien volando.
***
El atún y el delfín

Viéndose un atún perseguido por un delfín, huía con gran estrépito. A punto de ser cogido, la fuerza de su salto lo arrojó, sin darse cuenta, sobre la orilla. Llevado por el mismo impulso, el delfín también terminó en el mismo sitio. Se volvió el atún y vio al delfín exhalando el último suspiro.
–No me importa morir –dijo–, porque veo morir conmigo al causante de mi muerte.

Sufrimos menos las desgracias compartidas con el causante.
***
La alondra

Una alondra que había caído en un lazo se lamentaba así:
–¡Ay! de mí, infeliz avecilla, no he tomado ni oro ni plata ni cosa alguna preciosa, solamente un grano de trigo me ha traído a la muerte.

Esta fábula amonesta a los que por cosas de ningún valor se exponen a graves peligros.
***
El camello bailarín

Obligado por su dueño a bailar, un camello comentó:
–¡Que cosa! No sólo carezco de gracia andando, sino que bailando soy peor aun.

Cada cosa y animal ha sido creado con un propósito.
***
El ruiseñor y la golondrina

Invitó la golondrina a un ruiseñor a construir su nido como lo hacía ella, bajo el techo de las casas de los hombres, y a vivir con ellos como ya lo hacía ella. Pero el ruiseñor repuso:
–No quiero revivir el recuerdo de mis antiguos males, y por eso prefiero alojarme en lugares apartados.

Lo bueno o lo malo siempre queda atado a las circunstancias.
***
La esclava fea y Afrodita

Una esclava fea y mala gozaba del amor de su amo. Con el dinero que éste le daba, la esclava se embellecía con brillantes adornos, rivalizando con su propia señora. Para agradecer a Afrodita que la hiciera bella, le hacía frecuentes sacrificios; pero la diosa se le apareció en sueños y le dijo a la esclava:
–No me agradezcas el hacerte bella, si lo hago es porque estoy furiosa contra ese hombre a quien pareces hermosa.

Tu tesoro podría ser una carencia.
***
La zorra y el mono disputando sobre su nobleza

Viajaban juntos una zorra y un mono disputando a la vez cada uno sobre su nobleza.
Mientras cada cual detallaba ampliamente sus títulos, llegaron a cierto lugar. Volvió el mono su mirada hacia un cementerio y rompió a llorar. Preguntó la zorra qué le ocurría, y el mono, mostrándole unas tumbas, le dijo:
–¡Oh, cómo no voy a llorar cuando veo las lápidas funerarias de esos grandes héroes, mis antepasados!
–¡Puedes mentir cuanto quieras –contestó la zorra– pues ninguno de ellos se levantará para contradecirte!

Sé siempre honesto en tu vida. Nunca sabrás si el vecino que te escucha sabe la verdad y corroborará o desmentirá tus palabras.

1 comentario:

susana siveau dijo...

Hola Irene! Me crie leyendo a Esopo, Samaniego y La Martine ¡Los adoro! Que suerte que también los tomes a ellos.
con cariño
Susana

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char