martes, 14 de abril de 2009
Airado y solo
Dos poemas de REINALDO ARENAS
(Cuba, 1943- EE.UU., 1990)
Yo soy ese airado y solo niño de siempre
que os lanza el insulto del airado niño de siempre
y os advierte:
si hipócritamente me acariciáis la cabeza
aprovecharé la ocasión para levantarles la cartera.
Yo soy ese niño de siempre
ante el panorama del inminente espanto,
de la inminente lepra, del inminente piojo
del delito o del crimen inminentes.
Yo soy ese niño repulsivo
que improvisa una cama con cartones viejos,
y espera, seguro, que venga usted a hacerle compañía.
***
¡No, música tenaz, me hables del cielo!,
donde es obligación cavar la tierra.
No creo que exista tal consuelo
donde sólo es vivir perenne guerra.
Pues quien del horror ya corrió el velo
sabe que sólo horror el mundo encierra.
Inútil es tu canto, ardor y celo:
oigo la última puerta que se cierra.
Y es tanto el estupor de ese chasquido
que la voz más audaz ya se resiente
a su ruido seco, su mortal estruendo,
y hasta el más musical de los sonidos
ante tal algarabía de batientes
su rumor también va enmudeciendo.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
3 comentarios:
paso la saludo y me voy con los ojos llenos de arena
Qué bueno, Irene, me encantó. Tal mi ignorancia, tanto que no conozco...
Gracias, besotes!
Huggh, Ana, como ven, ¡la cosecha del amor nunca se acaba! Gracias, Irene
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