miércoles, 13 de octubre de 2010

Árido bien

SANDRO PENNA

(Perugia, Italia, 1906-Roma, 1977)

SÓLO UN CHICO...

Sólo un chico escucha mi voz.
Y de mí habla el mundo: árido bien.
*
SOLO UN FANCIULLO...
Solo un fanciullo ascolta la mia voce.
E di me parla il mondo: arido bene.
***
MORALISTAS

El mundo que os parece de cadenas
está todo tejido de armonías profundas.
*
MORALISTI


Il mondo che vi pare di catene
tutto è tessuto d'armonie profonde.
***
AMIGO...

Amigo, estás lejos. Y tu vida
tiene en torno a sí colores que yo no veo.
Tiene mi vida en torno a sí colores
que yo no veo.
*
AMICO...

Amico, sei lontano. E la tua vita
ha intorno a sé colori ch'io non vedo.
Ha la mia vita intorno a sé colori
che io non vedo.
**
Traducción: Carlos Vitale
***

¿Me hago viejo si, de un largo viaje
siempre sentado, nada he visto sino
la lluvia, sino un cansado rayo
de vida silenciosa...? (los obreros
subían y bajaban de mi tren,
llevaban, de un suburbio a un dulce lago,
su sueño y, con él, sus utensilios).
Grité también cuando caí en la cama:
hombres somos, más que viles cansados.
***

Me pierdo en el barrio popular
muy animado porque es casi de noche.
Estoy entre hombres tan lejanos
de mí: maravillosos hombres
para mí: vivos y claros, no valores
marcados. Todos iguales, ignotos y nuevos.
En una esquina oscura tomo el puesto
dejado por un obrero que ha subido
(justo a tiempo) al autobús que se marchaba.
No vi su cara, pero sus movimientos
ágiles en el corazón ahora los llevo. Me queda
(de él, anónimo, para mí, preso
de la vida) de aquella esquina oscura su olor
honesto de animal, como el mío.
***

Si yo camino triste… persiguiendo
el aliento de las colinas, en la noche
oscura y tibia, sobre un terrón yaciendo
habrá quizá un muchacho con los ojos abiertos.

Cada uno está solo y su corazón variable
mira siempre las mismas estrellas.
**
Traducción: Pablo L. Ávila
Foto tomada del blog jornada nocturna

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char