Mostrando entradas con la etiqueta DARÍO ROJO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta DARÍO ROJO. Mostrar todas las entradas

miércoles, 12 de octubre de 2016

No hay mástil en el error

Darío Rojo
(La Pampa, Argentina, 1964)

Tomada de poetasaltuntun


Estar feliz y libre de toda preocupación es la primera armonía. Tener un ánimo favorable a una rápida captación es la segunda armonía. Un clima agradable con la correcta dosis de humedad en el aire es la tercera armonía. Una perfecta correspondencia entre el papel y la tinta es la cuarta armonía. Un repentino, espontáneo deseo de escribir es la quinta armonía.

Jiang Kui
Tratado de caligrafía (Shu pu)


No hay mástil en el error, 

sólo una cúpula que flota aislada 
del núcleo del aire y quien la mira 
sólo podría ir descubriéndola de a poco, 

para llegar a la conclusión de que 
desde ningún ángulo 
se la podrá llegar a ver por completo. 

Y aunque se hubiese construido 
un laberinto en el jardín,

y ese día cualquier palabra pronunciada 

hubiese sonado como quien golpea 
el capot de un Falcon con una llave francesa, 
en ese momento el demonio más abyecto 

y lábil estaría en condiciones de explorar 
cómodamente su triunfo.

Es un perro: fue encontrado, 
ahora vive en una casa, ladra y duerme 
sobre una manta escocesa.
*
mediante el orden de las palabras
instrumenta una narración 

de la estructura interna del paisaje: falso.
Quizás en su sustancia, su enlace químico,
y su respectivo número atómico

que el padre de la combinatoria
expusiese cual error factorial después
de declarar: es incluso menos incorpóreo 

que el miembro fantasma del amor

en el que la perspectiva
siempre es lejana. Un objeto de humo
y sal rodeado de insectos de plástico, 

ojales, dientitos, casas pintadas,
asteroides y trompetas que dan origen 
a los números irracionales para recordar

“que los demonios 
no han sido creados por demonios.”
Considerando que

“dormirán allí las bestias fieras
y sus casas se llenarán de hurones: 
allí habitarán hijas del búho, y allí

saltarán peludos. Y en sus palacios
gritarán gatos cervales, y chacales
en sus casas de deleite…”
*
Atrás un tren que pasa y veo
de memoria, adelante la autopista elevada 

y sus autos en la misma línea.
Ninguno de estos objetos se continúa
en el Kazakstán de la prolongación del sueño.

Un pequeño halcón que se resiste
a identificarse chingolo picotea 
un disco plateado. Todo se cubrirá de libélulas

sin poder emular el hecho primigenio: 
la súbita y titilante oscuridad,
el muro de ligustrinas imantadas 

de cilindros alados, intermitentes
en su espacial permanencia, separados 
del sueño continuo de una realidad

más óptima y elastibilizada.

La atención en la espera, en el daño
de la velocidad. La venganza anticipada
de la destreza como una cabina

que se desprende de la nave mayor
dando esperanza solo a la necesidad.
Los árboles al costado de la cancha,

la niebla y las preguntas que la constituyen:
¿Por qué los enanos la polka
han de bailar? ¿Por qué la fiesta de la sardina
convoca a moros y cristianos?
*
En el que cada quien sin saber de cada cual 
concentra su presente
en la perfecta convivencia

de la tierra colorada en la que por horas
hemos de vivir, los que juegan,
los que trabajan y los que pasan.

Los detalles de cada biografía
limitados en cada cancha, de un lado
y de otro, paralelos al vecino

opuestos al contrincante. Has de saludar
has de alcanzar la pelota extraviada,
cuidarás de no invadir la cancha ajena.

Todos aquí procuran vencer,
algunos con el aprendizaje como método,
otros funcionando en la acción misma:

estilo, potencia, maña, muñeca,
el caracol escalonado, la mente
del que en la ruleta procura silenciarla

ensayando un nuevo método cada vez
que la bola circula, la flexión de las piernas
el dibujo del brazo, la torsión

de la cadera, la lesión acompañante,
la lección retumbante, la mirada
en cada golpe, la visión mayor,

destreza, táctica e inteligencia.
Un pasatiempo. Una red, una raqueta.
Un halcón, un árbol sin nombre.

De La sexta armonía. Inédito.
(Fragmentos)

viernes, 22 de enero de 2016

Habrá quien vea en, por ejemplo, mi mamá me mima, un verso genial, otros no

Darío Rojo habla sobre ¡Párense derecho! de Eduardo Ainbinder


"En muchas ocasiones cuando Eduardo me contaba algún detalle de su vida, algún episodio gástrico, o alguna problemática de logística personal, mi comentario era siempre el mismo; en realidad era un sugerencia que nunca había sido solicitada, y era 
muy sencilla: trepanación. 
Al pensar en este libro de alguna manera me acordé de esa intervención quirúrgica, y entonces me pregunté por qué yo le decía eso, y creo que lo que yo trataba de decir, o mejor dicho, yo trataba de aludir a un mundo en el que él se moviera con mayor solvencia, el mundo de la literatura.
Porque en la literatura, o en cierta literatura que es la que este libro produce, la trepanación es un hecho, es decir, ya fue efectuada. Voy a tratar de explicar esto, porque bien puede dar a confusiones, no es una apología de los descerebrados, todo lo 
contrario.
En la literatura a un cerebro que funciona correctamente y reproduce fielmente sus mecanismos de desarrollo, se le hace muy difícil escribir poesía, diría que casi es imposible. El cerebro de un tonto, de un engolado, de un objetivista, aunque funcione en su mínima potencialidad, funciona bien, pero cuando escribe intenta reproducir el diseño de su casa matriz y ahí es cuando fracasa. Lo mismo ocurre con la emoción y con tantos otros procesos que de alguna manera configuran la realidad, no tiene sentido reproducirlos respetando cada una de sus leyes, sin ningún tipo de contaminación. Esto puede parecer una obviedad y para otros algo a discutir, habrá quien vea en, por ejemplo, mi mamá me mima, un verso genial, otros no, pero bueno... no importa.
Por esto mismo me parece que una de las razones de la solvencia de estos poemas es la renuncia parcial, en realidad, la atenuación de la naturaleza de esos procesos que hacen a un ser humano en pos de un hecho literario. Aquí se trepana, se renuncia, se adecua para que funcione esa realidad que es la literatura.
De todos modos, las herramientas que en este libro se utilizan para lograr esa autonomía son múltiples y exceden el espacio de una presentación, pero una que me parece que es bastante curiosa es la vía del naturalismo fantástico. En ese tipo de narración en la que se describe una cotidianidad enriquecida con elementos no inmediatos, casi nacidos en la imaginación, de alguna manera nos obliga a cambiar nuestra postura, a pararnos derecho y convivir mientras dura la lectura, o en este caso la escucha, con leyes destinadas a transformar cada palabra en procura de la creación de un nuevo valor de entendimiento, que solo puede producirse cuando se entiende que hay un valor especifico en la creación de un poema, en donde las fuerzas interiores son mucho más fuertes que cualquier suceso exterior. Es decir, el poema es ese lugar en donde la realidad llega para ser transformada.
Esto, creo, que es un logro poco común en estos días, y como en todo triunfo hay una paradoja, me parece que la que aquí se presenta con mayor fuerza, es la de cómo desde cierta neutralidad se logra un alto grado de extrañeza y un decir profundamente íntimo y conmovedor."

Darío Rojo
(Eduardo Castex, provincia de La Pampa, Argentina, 1964)

Para leer algunos de sus poemas, haga clic AQUÍ
**
Eduardo Ainbinder
(Buenos Aires, Argentina, 1968)

 Para leer algunos de sus poemas, haga clic  AQUÍ

lunes, 1 de junio de 2015

El sentido pendía de los árboles

DARÍO ROJO
Tomada de clubdetraductoresliterariosdebaires


(Eduardo Castex, provincia de La Pampa, Argentina, 1964)

Una caña sostiene cortes de gasa
en la brisa, sobre las cenizas.

El pasado quebradizo y esporádico
como un perfume lejano.

En el remolino deshecho
bebo agua de arroz.
**
Camello

su centro de gravedad
está cerrado bajo llave
su silueta y su piel
en perfectas oposición

su condición
fingir el movimiento
**
Trayectoria

Al entrar la avispa en el tren
                                      la gente se amasaba
                                      en los asientos
                                      movía los dientes
                                      pendularmente
                                      y creaba
                                      sonrisas como girasoles.
                            Compartió
con agradables mosquitos
la divertida órbita
de la lámpara,
                     satisfecha,
                                    salió por la ventana.

Estaba lejos del panal,
         los chimangos la deleitaron con su parsimonia.
(...)

Amanece en Mombasa-
serpientes en los húmedos cañaverales

Deseo irresistible de visiones planas-
contradicción como burla

Separado ya de la cacería
el recuerdo de la jauría,
su olor penetrante, sus ideas externas

Las garras se afilan acompasadamente
como teclas de un piano asesino

El sentido pendía de los árboles-
la muerte como ficción

Espero que no vuelvas aquí,
el cielo parece caliente
pero en Mombasa el ruido es tibio,
no vuelvas aquí, quédate.
**

Una mente azul con peces plateados.
Espinillos, matas y una pareja de ciervos  recorriendo un corazón.
Un cuerpo liso, sin pasión alguna cediendo elásticamente al granizo.

¿Cómo no voy a incendiarlo?

De AstilleroEdiciones de Poesía La Lámpara Errante, 1988.
Tomados del blog oficinadecartasnorecibidas
**
No hay nada más inhumano que lo posible,

cuando derribaron esa palmera
un murciélago quedó flotando en el aire
sin un gesto que avalara alguna causa.
Entretanto, yo esperaba que la madera se suavice
por sí misma

y creía que la maqueta de un cóctel perfecto
llegaría a donde el corazón no llega,
imanes dibujaban líneas con astillas metálicas,
y como zombies amables
golpeaban el vidrio envolviendo todo en un pedido.

Que la esgrima no manche el blanco
ni la mosca ningún color…
¡Pero por dios! ¡Si solo se trata de modales!

Luego de decir lo dicho
me conduje con la misma impericia de aquellas damas
que arrojaban una piedra al mar. Es invierno.
Si pudiera hoy tomar al mundo de la cintura
como lo hice aquella vez el pedido sería otro.

Inédito

domingo, 3 de marzo de 2013

La cama está hecha y la cena está servida

Vladimir Borovikovsky: Portrait of Germaine de Staël
DARÍO ROJO
(Eduardo Castex, provincia de La Pampa, Argentina, 1964)

Los antiguos llamaron sensación

a los hechos y objetos a los viajes:
el aleteo del sobretecho
de una carpa y los polígonos 

radiales que enriquecen
con educado vocabulario 
la representación de las coníferas.

En el recorrido de las sustancias

el comandante Wang estrelló
el contenido de su sartén
en una lámina donde aún quedan

gotas resecas de un material
anterior a las primeras palabras
que alguien hubiese pronunciado

en ese hogar. Escamas encostradas 
en la tierra de turistas. 
Una lata que se abre, un sobre

que es abierto, un relicario que
contiene cuatro fotos, una carpeta
en la computadora. La puerta

de par en par, ventana
con persiana que no baja

y al haber sintetizado ese instante
en que la vista posar no puede: 

¡Ginkgo biloba! 
o felpa de cornamenta 

de demonio doméstico, sintetizado
y encapsulado en carrocería de magnífico
metal, en goretex sin mácula

que a nonato llega solo en nombre.
El topo convoca a fuerzas auxiliares
de patrones presentes

en el aire circundante, un topo
cuyo corazón pertenece a sí mismo
y a las flores que el exterior orlan.

De La Sexta armonía (Inédito)
***
La moral vuelve el porvenir en presente. (Mme. de Staël)

Aunque pretendieses hacer de lo literal tu palacete pompeyano,
para que así la escena obtenga un tonto y un rufián,
sé que tus palabras nunca habitarán ni los frescos
ni las pintadas de Pompeya,

seguramente terminarán por agruparse en el trazado de un emblema
en donde algo que nunca se abrió pudo ser cerrado con inusual pulcritud.

En el futuro algún esmirriado botánico dedicará sus energías
a nombrar una figura semejante; cuando ese tiempo llegue,
entre pistilos y clorofila habrá algo que yo podré reconocer

por eso te estoy agradecido.
***
¡Ata tu zapato!

¿Sabrán los rumiantes, carpinteros de totoras que esas palabras
fueron lanzadas
en una esmerada cápsula de Murano mullida por trenzas de mellizas 
que se configura para aceptar una imagen descastada?

Ay… torpes mascaritas, si al menos bebieran con las manos enguantadas   
en vez de calzarse los tacones de los millonarios del salitre.
Y si así fuera, continuarían acaso encendiendo cebitas en cada torta
que su rostro abraza. 

Oxigenad con mísero esfuerzo el conducto adecuado al menos por un día, 
y que en ese lapso el paseo se realice a paso firme y bastón debidamente engarzado:
puño, puntera y sable; plata del 900; guapo, bacán o petitero.  

En ilustres decorados las joyas del lagarto se arrastran por la arena 
dibujando una perfecta ojiva de desagravio. No podrán verla.

Pero de todos modos, hoy es el gran día para televisar las acrobacias de los teros; 
que así sea. ¡Todos al mangrullo con la vianda y la carnada!

La cama está hecha y la cena está servida.

De Emblemata
**
Para leer algo más del autor, aquí

viernes, 21 de septiembre de 2012

Y en un ahora que nunca será entonces


Dos poemas inéditos de DARÍO ROJO
(Eduardo Castex, La Pampa, Argentina, 1964)

Paul Cézanne - Naturaleza muerta con Cupido

De La Sexta armonía


Estar feliz y libre de toda preocupación es la primera armonía. Tener un ánimo favorable a una rápida captación es la segunda armonía. Un clima agradable con la correcta dosis de humedad en el aire es la tercera armonía. Una perfecta correspondencia entre el papel y la tinta es la cuarta armonía. Un repentino, espontáneo deseo de escribir es la quinta armonía.

Jiang Kui
Tratado de caligrafía (Shu pu)

Primera parte
(Fragmento)

En otra imagen fingía la sonrisa 

porque en verdad era feliz
y esa voluntad de costumbre
y fortaleza hoy se transforma

en pescado congelado, en plato
de amor y suprema generosidad,
la superficie plateada

convertida en campos de trigo
aunque cada día somos menos
los que se han de alimentar.

Y en la cápsula de la sexta armonía

también la otra sustancia, la que hace
que un topo vaya del exterior al exterior.
Flotando

junto a sus aceitosos parpados
que se desentienden
de la buena nueva. Sustancia:

parte y perfil. Alejado de todo
el hielo y cercana a la naturaleza
del mecanismo, necesidad

de los principios físicos
para mantener el impulso del ciclista.
¡Levanta, pues, la orgiástica

nube de acero que en microscópica
esfera se concentra!
Entrégate al lugar donde nada

hay por hacer, núcleo del supremo
benefactor, y así, de este modo
podría conducirse por el infierno

de los simios sin necesidad
de llevar una doncella de la mano,

“por la mano su destino sella
por el simio y la doncella
distinto infierno que no cesa.”
***
Encerrado en un auto inmóvil

los futuros colones lustran las armas
con la que construirán su nuevo mundo
con todo lo que no puede verse

durante el día, su boato en la
imposibilidad del vacío del corazón

imposibilidad de cerrar la cápsula
imposibilidad de manipular sustancias
imposibilidad de incorporar recuerdos.
***
Segunda parte
(Fragmento)

En efecto: por motivos regulares

como los del plato y la fruta que no servirán
para rey mago o camello del desierto
se creó la necesidad de transformar

esa ciudad en una cámara oscura:
de brea teñidos la totalidad de los árboles

y las paredes relucientes
para que invertido el exterior

brinde su reflejo. En tanto,
la culpa por las especies extinguidas

se diluía organizándose en un ariete
evanescente que en las futuras ruinas
derrocaría el objetivo del instituto:

la humana condición.
Y en un ahora que nunca será entonces

vértebras de lo que está dormido
deterioran la oxidada felicidad
de una cápsula lunar en una caja de pastillas.

domingo, 17 de abril de 2011

Las razones de este viento

Otro poema de DARÍO ROJO

(Eduardo Castex, La Pampa, Argentina, 1964)


El despegue de la garza

Lejos de una garza está la Ira.
Como ocultas gotas golpean en cielos
varios de un mismo lugar. Ira vienes
a callar los gérmenes futuros
en tempestades semejantes: silencios
no pronunciados en aparatos destinados,
lluvias
no ocurridas sobre fértiles terrenos.
¿Son acaso las razones de este viento
las que llevan a los puertos
necesarias aves, solitarios barcos
que flotillas traen? ¿Es que Rencor
proyectar impides las turbias aguas
que a tiempo llegan?
Silencios vastos en un mundo que no aclara
y borra
de sus límites lo que a corazón desborda:
fácil tráfico acordado, pequeñas gotas en presente
que acobardan luces y a verdaderos habitantes
ciegan: caravanas de un tiempo que sin razón
se expone a nuestras almas.

De Una explicación para todo (Gog y Magog, 2009)
**
Créd. foto: infosaladillo.com

lunes, 21 de marzo de 2011

En la perfecta conjetura del presente

Dos poemas de DARÍO ROJO
(Eduardo Castex, provincia de La Pampa, Argentina, 1964)

De tener la más absoluta seguridad

de la llegada de un par de extraterrestres,
cuál sería el problema para levantarte,
ir a trabajar y culminar la felicidad
a alguna hora de la tarde, o de la noche.
Pero si en tu cuerpo conviviera en zarzuela
el alienígena de brazos delgados,
los perfectos giros de la chica que patina,
y una forma que se abre en silencio; donde
descansarías para cuidarte del foso de cocodrilos.
Tomaste un martini en su nave mientras
los asteroides te recordaban a carteles
demasiado brillantes. Ahora sabés
con el mismo conocimiento que mecaniza
el respirar, que ellos no existen, y que nunca
los verás. Pero cada tanto te encontrás en la playa
cavando hoyos sin ninguna razón, apilando
arena mojada sobre arena húmeda.
***
El primer peinado Leyendecker

En el principio la suspicacia dio nombre a los seres.
Después, en la perfecta conjetura del presente
perdimos el don del impedimento y alzamos este muro
en el que hoy se agolpan las más feroces banalidades.
Desde entonces una consumada incapacidad
comenzó a destinar nuestros mejores trajes
a minuciosos baños de inmersión, los mismos
con los que presenciábamos colosales partidas de bochas
con el único objetivo
de ocultar nuestra verdadera tarea en las ciudades:
la de acumular imágenes de asnos
que empujan objetos de un lugar a otro.

Fue ahí donde escuché decir: “El compás
previsto por Von Schwedler se cerró”;
entonces supe de inmediato
que el único privilegio que arrastraría hacia la costa
era el de la imposibilidad; pero no precisamente la suprema,
más bien la de perfil torpe y operativa en el desdén.

Por eso, aunque me entretenga observando
desde un periscopio de juguete
el resplandor de un horizonte artificial,
debo disculparme y decirte en lengua muerta:
vete; no tengo más hielo para ti.
**
Para leer algo más de Darío Rojo, aquí

domingo, 17 de enero de 2010

Si no hubiese ido a cazar











DARÍO ROJO
(Eduardo Castex, provincia de La Pampa,
Argentina, 1964)



Convictos de su majestad

Primero fue una rastrojera transformada en carromato,
después vino el telón con montañas coloradas pintadas a mano,
por último el cactus de plástico de dos brazos y el lagarto embalsamado.

Aunque olía y escuchaba a las ratas que solían pasar,
un impedimento visual instaló con naturalidad su firme existencia.

Oscasionalmente los roedores comían algún resto de comida,
movían de lugar el cactus, e incluso a veces llegaba a formarse
alguna débil imagen del volumen de sus cuerpos.

Pero la certeza de que nunca habitarían el decorado
hacía de su bastarda realidad una infinita serpentina de vacío
en donde la perturbación que ocasionaban o podían ocasionar
extirpaba toda posible conjetura sobre la culpabilidad que se les adjudicaría
en un mundo con mayor variedad de especies que las que vivían en ese patio.

El señor de la maqueta no gobernaba pero, sin lugar a duda, reinaba.
***

Si hubiese cazado el alce y su cabeza

y cornamenta colgara ahora en el centro
de la sala,
si casi lo hubiese cazado y su imagen
flotara cada tanto en el centro de la sala,
si no hubiese ido a cazar, o si estuviera sentado
en el centro de la sala vacía apilando
alimentos en mal estado
hasta que se eleven más allá del alto de un guante
que podría cubrir un brazo por completo,
pero no sostener un Bloody Mary
como mi mano lo debería estar haciendo,
en vez de creer que mirar el marco
me devolvería al animal que no dudé en matar.
***
Espuma y repliega

Así fue agitándose en una opaca marea que simulaba el movimiento
con la diestra maestría de lo humano.

Por eso construirás de cemento la extensión mayor y de mosaicos los detalles,
se acercarán las aves canoras a las horas menos esperadas
y la médula organizada en su eficacia podrá verse como vinílico
reconstruyendo la lozanía de un Ambassador.

Un emblema solo completo en su esquiva sustancia: nonato
en sus telas de colores y su yelmo enlozado de instantánea plenitud.
No de lo que harás, habrás hecho o pudieras, sólo el tiempo eclipsado
y el trazo firme en tinta clara. La súbita imagen
de todo lo que no es elástico y en su brillo y resplandor
se esfuerza por representar los materiales y propósitos de su caso

Hoy no es necesario que te diga nada de lo que sabes.
Pero podrías escucharlo:
como la música que la memoria reconstruiría si lo quisiera,
si se lo pides despacio y con voz muy baja, reclinando en una mecedora
la única razón que aceptaríamos: ahora y probablemente porque sí.
***
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char