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domingo, 18 de septiembre de 2016

El eco blanquea el cielo

MATSUO BASHŌ
Matsuo Kinsaku
(Ueno, 1644 - Osaka, Japón, 1694)



¡DE QUÉ ÁRBOL EN FLOR

¡De qué árbol en flor
no sé
pero qué perfume!
**
ALGUIEN BATE PLUMAS

Alguien bate plumas.
El eco blanquea el cielo.
Luna de verano al alba.
**
LA PRIMAVERA PASA

La primavera pasa.
Lloran los pájaros y
son lágrimas los ojos de los peces.
***
LA TORMENTA ARRECIA

La tormenta arrecia
la cara de alguien
empapada.

sábado, 9 de enero de 2016

Oigo las flautas antiguas

MATSUO BASHO
(Ueno, Akasaka, Japón, 1644–1694)

Primavera
Un leve instante
se retrasa sobre las flores
el claro de luna

Por todas partes
se precipitan las flores
sobre el agua del lago

Brisa ligera
apenas tiembla
la sombra de la glicina

El crisantemo blanco
el ojo no encuentra
la menor impureza

Al olor del ciruelo
surge el sol
sobre el sendero de montaña


Verano
Allí donde el cucú
desapareció
hay una isla

Templo de Suma
oigo las flautas antiguas
desde la sombra de un árbol

Puente suspendido
a las plantas trepadoras
se aferran nuestras vidas

El primer melón
lo cortamos en cuatro
¿o bien en tajadas?

La primavera pasa
lloran los pájaros y
son lágrimas los ojos de los peces


Otoño
Lluvias frías
hasta el mono quisiera
un abrigo de paja

 ¿Con qué voz cantarás
y qué canto araña
en la brisa del otoño?

El sonido de la campana
se expande en la bruma
del alba

Dios está ausente
las hojas muertas se amontonan
todo está desierto

Nada dice
en el canto de la cigarra
que su fin está cerca


Invierno

Hielo nocturno
me despierto
mi cántaro estalla

Tan enjuto
como el salmón seco
el bonzo en el frío

Sol de invierno
sobre un caballo
mi silueta helada

Desolación invernal
en un mundo uniforme
el ruido del viento

 ¿La nieve que cae
es otra
este año?

Versión sin datos

De Haiku de las Cuatro Estaciones

sábado, 27 de septiembre de 2014

Desfallecientes matices

Dos poemas de Shôtetsu

(Japón, 1381-1459)


Para entender el lugar de Shôtetsu en la historia de la literatura japonesa hay que tener en cuenta que el desarrollo artístico del período medieval está ligado a las cortes y el lugar que éstas daban a la poesía. A su vez, la rivalidad política entre los herederos de distintas líneas imperiales, hacía que los poetas, identificados o protegidos por una u otra, también tomaran partido y defendieran sus respectivas orientaciones estéticas. Innumerables fueron los discípulos de Shôtetsu, tanto cultivadores de la forma renga (versos encadenados) como de los tradicionales waka (poemas de 31 sílabas). Se lo considera uno de los últimos poetas antiguos, antes del surgimiento del haiku y de las figuras desligadas de la relación cortesana. 

1
Luz de otoño
-un hilo más débil
que la tela de una araña
en nubes que se mueven
como el suave ondular de la hierba.

aki no hi wa 
ito yori yowaki 
sasagani no 
kumo no hatate ni 
ogi no uwakaze 


2
La caída de la noche
imprime al corazón
desfallecientes matices.
El gong vespertino del templo
infunde su aura sonora.

yûgure no 
kokoro no iro o 
some zo oku 
tsukihatsuru kane no
koe no nioi ni 

Traductora: Liliana Ponce 
(Tomados de no-retornable.com.ar)

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Dicen que este paisaje fue creado en la época de los dioses impetuosos

Matsúo Basho

(Ueno, provincia de Iga, Japón, 1644-1694)

De Sendas de Oku
(Fragmentos)

“El placer de vivir me hizo olvidar el cansancio del viaje y casi me hizo llorar.”

Los meses y los días son viajeros de la eternidad. El año que se va y el que viene también son viajeros. Para aquellos que dejan flotar sus vidas a bordo de los barcos o envejecen conduciendo caballos, todos los días son viaje y su casa misma es viaje.

Entre los antiguos, muchos murieron en plena ruta. A mí mismo, desde hace mucho, como jirón de nube arrastrado por el viento, me turbaban pensamientos de vagabundeo. Después de haber recorrido la costa durante el otoño pasado, volví a mi choza a orillas del río y barrí sus telarañas. Allí me sorprendió el término del año; entonces me nacieron las ganas de cruzar el paso Shirakawa y llegar a Oku cuando la niebla cubre cielo y campos. Todo lo que veía me invitaba al viaje; tan poseído estaba por los dioses que no podía dominar mis pensamientos; los espíritus del camino me hacían señas y no podía fijar mi mente ni ocuparme en nada. Remendé mis pantalones rotos, cambié las cintas a mi sombrero de paja y unté moka quemada en mis piernas, para fortalecerlas. La idea de la luna en la isla de Matsushima llenaba todas mis horas. Cedí mi cabaña y me fui a la casa de Sampu,  para esperar ahí el día de la salida. En uno de los pilares de mi choza colgué un poema de ocho estrofas.  La primera decía así:

Otros ahora
en mi choza - mañana
casa de muñecas.
**
Me pareció que no avanzaba al caminar; tampoco la gente que había ido a despedirme se marchaba, como si no hubieran querido moverse hasta no verme desaparecer.
**
Cerca de Kurobane se encuentra la Piedra-que-mata.  Como decidiese ir a verla, el administrador del Señorío me prestó un caballo y un palafrenero. Durante el trayecto aquel hombre de ruda apariencia me rogó que compusiese un poema. Me sorprendió tanta finura y escribí lo siguiente:

A caballo en el campo,
y de pronto, detente:
¡el ruiseñor!

Detrás de la montaña, junto al manantial de aguas termales, se halla la Piedra-que-mata. El veneno que destila sigue siendo de tal modo activo que no se puede distinguir el color de las arenas en que se asienta, tan espesa es la capa formada por las abejas y mariposas que caen muertas apenas lo rozan.
**
Cruzamos el río Natori y llegamos a Sendai. Era el día en que adornan los tejados con hojas de lirios cárdenos.  Encontramos una posada y allí nos alojamos cuatro o cinco días. En esta villa vive un pintor llamado Kaemon. Nos habían dicho que era un hombre sensible; lo busqué y nos hicimos amigos. El pintor me dijo que se ocupaba en localizar los lugares famosos que mencionan los antiguos poetas y que, por el paso de los años, ya nadie sabe dónde se encuentran. Un día me llevó a visitar algunos: en Miyagino los campos estaban cubiertos de hagi  e imaginé su hermosura en otoño; en Tamada y Yokono, lugares renombrados por sus azaleas, florecía el asebi;  penetré en un bosque de pinos adonde no llegaba ni una brizna de sol, paraje que llaman “Penumbra de árboles”, tan húmedo por el rocío de la arboleda que dio lugar a aquella poesía que comienza: “¡Ea, los guardias! ¡Su sombrero!” 
Después de orar en el templo de Yakusi-yi y en el santuario de Tenjin, contemplamos la puesta de sol. El pintor me regaló pinturas de paisajes de Matsushima y también, como despedida, dos pares de sandalias de cordones azules. Su gusto era perfecto y en esto se reveló tal cual era:

Pétalos de lirios
atarán mis pies:
¡correas de mis sandalias!

(Notas:  El día cinco de mayo, en la fiesta a que se alude en la nota 47, también se acostumbra adornar con hojas de lirio los tejados. Sus hojas tienen la virtud de alejar a los demonios. Por la noche la gente se baña en el agua en que se sumerge a las hojas. La costumbre perdura todavía.
  Hagi. Lespedeza bicolor Turez. Es una planta con flores purpúreas; florece en el otoño.
  Asebi: Pieris Japonica D., Don. Arbusto que da flores blancas y es parecido al madroño del Valle de México.
Poema anónimo de la antología Kokinshu:

¡Ea, los guardias!
Decidle al amo
que se ponga el sombrero:
rocío en Migayino,
¡chubasco y no rocío!)
**
Ya es un lugar común decirlo: el paisaje de Matsushima es el más hermoso del Japón. No es inferior a los de Doteiko y Seiko, en China. El mar, desde el sudeste, entra en una bahía de aproximadamente tres ri, desbordante como el río Sekiko de China. Es imposible contar el número de las islas: una se levanta como un índice que señala al cielo; otra se tiende boca abajo sobre las olas; aquélla parece desdoblarse en otra; la de más allá se vuelve triple; algunas, vistas desde la derecha, semejan ser una sola y vistas del lado contrario, se multiplican. Hay unas que parecen llevar un niño a la espalda; otras como si lo llevaran en el pecho; algunas parecen mujeres acariciando a su hijo. El verde de los pinos es sombrío y el viento salado tuerce sin cesar sus ramas de modo que sus líneas curvas parecen obra de un jardinero. La escena tiene la fascinación distante de un rostro hermoso. Dicen que este paisaje fue creado en la época de los dioses impetuosos, las divinidades de las montañas. Ni pincel de pintor ni pluma de poeta pueden copiar las maravillas del demiurgo.
**
El esplendor de tres generaciones de Fujiwara duró el sueño de una noche. Los restos de la entrada principal de la mansión están a la distancia de un ri del conjunto de las ruinas. El palacio de Hidehira  es un erial y sólo queda en pie el monte Gallo de Oro. Subí a las ruinas del palacio Takadate. Desde allí se ve al Kitakami, gran río que viene del sur; el río Koromo, tras de ceñir al castillo de Izumi, se le une bajo el palacio Takadate; las ruinas del castillo de Yasuhira, con el paso de Koromo, que está más adelante, guardan la entrada del sur y constituyen una defensa contra toda invasión. Aquí se encerraron los fieles elegidos.  De sus hazañas nada queda sino estas yerbas. Recuerdo el antiguo poema:

Las patrias se derrumban,
ríos y montañas permanecen;
sobre las ruinas del castillo
verdea la hierba, es primavera.

Me siento sobre mi sombrero y lloro, sin darme cuenta del paso del tiempo:

Hierba de estío:
combates de los héroes,
menos que un sueño.
**
Me senté sobre una roca y mientras descansaba descubría un árbol de cerezo de tres shaku de altura, ¡sus capullos estaban entreabiertos! Maravillosa lección la de ese cerezo tardío que no olvidaba a la primavera ni aun sepultado bajo la nieve. Flores y hielo me recordaron a aquellas flores de ciruelo bajo un cielo incandescente de que habla una poesía china; y también me hicieron pensar en el poema del maestro Gyoson -y aún con mayor intensidad:
La poesía de Gyoson (1057-1135) a que se refiere, figura en la colección Kinyoh (1127). Cuando el bonzo Gyoson se entregaba a sus ejercicios religiosos, en las profundidades del monte Yoshino, escribió este poema:

Haz como yo
y compréndeme,
cerezo silvestre:
nadie me conozca,
salvo tus flores.
**
Después de atravesar los lugares más abruptos del país del norte (esos con nombres como Hijo que reniega del Padre, Huérfano abandonado, Vuelta del Perro, Regreso del potro) me sentí agotado y me acosté en seguida. En la habitación contigua se oían voces que parecían ser de dos mujeres; después se les unió la de un anciano. Al escucharlas, adiviné que se trataba de cortesanas de Niigata; se dirigían al Santuario de Ise y el viejo las había acompañado hasta Ichiburi; al día siguiente regresaría aquel hombre a su tierra y ellas escribían recados y le daban pequeños encargos. Casi dormido seguía oyendo sus conversaciones: somos hijas de pobres pescadores, esas que llaman “blancas olas que corren a su ruina al caer sobre la playa”, cada noche una unión distinta y ninguna duradera, no hay promesas ciertas, malhaya sea nuestra suerte, ¿qué hicimos en nuestras vidas pasadas para merecer esto? A la mañana del otro día, al salir de nuestro albergue, nos dijeron llorando: “No conocemos el camino y nos da miedo el largo viaje; quisiéramos seguirlos, aunque sea a distancia; sean benévolos, llevan ropas de monjes peregrinos, ayúdenos a encontrar la senda del Buda”. Sentí piedad pero las dejamos diciéndoles: “Nos da mucha pena: tenemos que visitar muchos lugares y sería mejor que ustedes se uniesen a otros viajeros. Anden tranquilas, los dioses las protegen y las harán llegar sanas y salvas a su destino”. Y al despedirlas con estas palabras apenas podía contener mi compasión. Dije a Sora este poema y él lo escribió en su libro:

Bajo un mismo techo
durmieron las cortesanas,
la luna y el trébol.
**
La pena del que ya se va y la tristeza del que se queda son como la pareja de gaviotas que, separadas, se pierden en la altura. Yo también escribí un poema:

Hoy el rocío
borrará lo escrito
en mi sombrero.
**
De MATSÚO BASHO. SENDAS DE OKU. UNAM (1957)
TRADUCCIÓN: OCTAVIO PAZ Y EIKICHI HAYASHIYA.

viernes, 31 de mayo de 2013

El sol brilla, brilla sin compasión


MATSUO BASHŌ

Matsuo Kinsaku
(Ueno, 1644 - Osaka, Japón, 1694)


SENDAS DE OKU
(Matsuo Basho emprendió en 1689 el cuarto de sus cinco viajes poético-espirituales por las entonces poco transitadas tierras al norte de Edo (Tokio). Más de dos mil kilómetros a pie que plasmó en un inmortal diario, Senda hacia tierras hondas.) 


Los meses y los días son viajeros de la eternidad. El año que se va y el que viene también son viajeros. Para aquellos que dejan flotar sus vidas a bordo de los barcos o envejecen conduciendo caballos, todos los días son viaje y su casa misma es viaje. Entre los antiguos, muchos murieron en plena ruta. A mí mismo, desde hace mucho, como jirón de nube arrastrado por el viento, me turbaban pensamientos de vagabundeo. Después de haber recorrido la costa durante el otoño pasado, volví a mi choza a orillas del río y barrí sus telarañas. Allí me sorprendió el término del año; entonces me nacieron las ganas de cruzar el paso Shirakawa y llegar a Oku cuando la niebla cubre cielo y campos. Todo lo que veía me invitaba al viaje; tan poseído estaba por los dioses que no podía dominar mis pensamientos; los espíritus del camino me hacían señas y no podía fijar mi mente ni ocuparme en nada. Remendé mis pantalones rotos, cambié las cintas a mi sombrero de paja y unté moka quemada en mis piernas, para fortalecerlas. La idea de la luna en la isla de Matsushima llenaba todas mis horas. Cedí mi cabaña y me fui a la casa de Sampu, para esperar ahí el día de la salida. En uno de los pilares de mi choza colgué un poema de ocho estrofas. La primera decía así:
Otros ahora
en mi choza - mañana
casa de muñecas.

***
Subiendo el monte, a unos veinte cho (dos kilómetros) de distancia hay una cascada. Se despeña desde lo alto de una cueva, cayendo unos cien pies a un abismo de mil rocas, lleno de verdor. Me refugié en la oquedad y miré el panorama desde detrás de la cascada, comprendiendo  por qué se le llama cascada de Urami.

Me quedo un rato
 detrás de la cascada.
   Entra el verano.

***
Durante tres días se desató un temporal de viento y lluvia, por lo que no tuvimos más remedio que permanecer encerrados en aquel lugar montaraz.

Pulgas, piojos,
 meando los caballos...
  ¡Vaya almohada!



Traducción de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya. Seix Barral, 1981.

***


No hablaron una palabra
el anfitrión, el huésped
y el blanco crisantemo.
* * *
Ah, este camino
que nadie recorre,
excepto el crepúsculo.
* * *
El camino de la muerte,
a pesar del sol de otoño,
¿quién querría emprenderlo?
* * *
La luna de la montaña
ilumina también
a los ladrones de flores.
* * *
¿Admirable,
aquel que no piensa: “la vida huye”
al ver el relámpago?
* * *
También esta cabaña de paja
en este mundo tornadizo
ha de transformarse en casa de muñecas.
* * *
¡Qué gloria!
Las hojas verdes, las hojas jóvenes,
bajo la luz del sol.
* * *
En la montaña de verano,
adoro las sandalias divinas;
viaje a la vista.
* * *
Quedó plantado
el arrozal
cuando me despedía del sauce.
* * *
De los cerezos en flor
al pino de dos troncos:
tres meses.
* * *
Pétalos de lirios
atarán mis pies:
los cordones de mis sandalias.
* * *
Bajo un mismo techo
durmieron las cortesanas,
la luna y el trébol.
* * *
Muévete, oh tumba,
muestra que me reconoces:
soy el viento de otoño.
* * *
Frescura de otoño.
Melón y berenjena
para cada huésped.
* * *
El sol brilla, brilla
sin compasión.
Pero el viento es de otoño.
* * *
Si he de morir
en el camino,
que sea entre los campos de trébol.
* * *
Desde hoy el rocío
borrará tu nombre
de mi sombrero.
* * *
Entre las olas:
acá, los pétalos,
allá, las conchas.
* * *
Al despedirme,
escribí algo en el abanico,
pero lo borré.

Versiones de Tsutomu Takagi y Alberto Manzano

viernes, 26 de abril de 2013

Por eso leo a Platón


HENRI COLE
Tomada de henricole.com

(Fukuoka, Japón, 1956. Reside en Virginia, EE.UU.)

De "Mirlo y lobo"

Encontré una cría de tiburón en la playa.
Las gaviotas se habían comido sus ojos. Su garganta sangraba.
Sobre las conchas y la arena, parecía menor de lo que era.
El océano lo había desollado por dentro.
Cuando le pinché en el estómago, la oscuridad brotó en él,
como agua negra. Luego, vi a un chico,
excitado y eufórico, haciendo señas desde una duna.
Como yo, estaba solo. Algo pasó entre nosotros
sin apenas emoción. Pude ver el color rosa
de sus ojos: “Me he perdido. ¿Dónde estoy?”,
preguntó, como quien le debe algo a la muerte.
Presioné mi cara contra sus arpones.
Caemos, caímos, estamos cayendo. Nada lo impide.
El oscuro embrión muestra sus dientes y seguimos adelante.
 ***
EL ROSA Y EL NEGRO

El mar una copa de negro licor de arándanos.
El cielo de color rosa observándome con tristeza.
La mano que fue mía, inmóvil,
entre episodios de un relato.
El sonido absorbente bajo el agua respirando, escupiendo.
Las burbujas de limo rielando en el mar.
La forma cambiante que llamamos hombre, alzándose liberada,
toda nariz y labios tras un cristal.
Las aletas fluorescentes golpeando contra la piedra caliza
como un abanico español en unas perlas.
Los cuerpos flácidos de los tentáculos rosados, abatidos,
en filas perfectas, colgados del cinturón.
La roca nacarada sobre la que nos sentamos.
La cara adormilada que me miraba.
Los pies cruzados.
La nube entintada, como la secreción de un pulpo,
alejándose en lo alto.
El sol una mezcla blanquiaguada.
La delicada red de ganchillo donde dormían los erizos de mar.
Las grandes púas del que capturé.
El machete, afilado como las palabras de un cura, cortando, cortando.
El intratable mar calmándose y calmándose.
La espalda metálica de algo que escapa,
entrevisto bajo las sombras.
He estado tan solo, hambriento como una serpiente.
***
SACRAMENTO

De camino a misa, por casualidad,
te vi en un café del bulevar
con tu mujer y su madre.
Llevabas la preciosa cruz de oro
que mi padre me dio cuando era niño.
Después de cada sorbo de su vaso,
tu mujer se recogía el flequillo tras las orejas
y volvía a cruzar sus blancas piernas de porcelana.
Yo dejé que volvieras con ella,
guardé las cartas en una caja.
Riendo por algo que se dijo,
alzaste el brazo con el mismo gesto
que la noche en que nos conocimos en el parque,
cuando nos escupió la mujer del terrier.
¿Recuerdas que la hierba húmeda, sin olor
en la que nos sentamos, brillaba
como el lomo de un animal?
En cierto momento la madre de tu mujer
extendió su mano de forma apasionada
y te limpió algo del suéter,
como si el pelo de aquel animal
fuera lo que hubiese visto
y con su mano quisiera decirnos
que no te dejarían escapar nuevamente.
        ***
MARFIL RADIANTE

Tras la muerte de mi padre me encerré
en mi habitación, aburrido, como un animal.
El reloj de viaje, la botella de Johnnie Walker,
los coloridos tulipanes: todo tenía su cara,
casta y sombría. La nieve y la lluvia batían el aire
blanca, loca, profusamente. Nada salía
de mí excepto pura sensibilidad, extrema.
Era como si no hubiera nacido aún —sin habla,
truculento, puro— con fuertes brazos de marfil
extendidos hacia un espacio oscuro y atestado,
iluminado como una caja de plata perforada
o una pequeña habitación, en la que cigarrillos encendidos
fueran y vinieran, como almas perdiendo su magnitud,
pero ninguno con la mano ajada que yo conocía.
***
CUMPLEAÑOS

Cuando era niño, llamábamos castigo
a ser encerrados en un cuarto. La aparente
abdicación de Dios por los asuntos del mundo
parecía imperdonable. Esta mañana,
mientras subo los cinco pisos hasta mi apartamento,
recuerdo la voz airada de mi padre
envuelta en ansiedad y amor. Como siempre,
la posibilidad de un hogar —un sueño, como mucho—
permanece ilusoria. Por eso leo a Platón, para quien el amor
no ha sido profanado. Me tumbo en la alfombra,
como un gusano compastando, y comprendo cosas
sobre las que no tengo ningún conocimiento empírico.
Aunque la puerta esté cerrada, soy libre.
Como un mapa obsoleto, mis fronteras están cambiando.

De La apariencia de las cosas, Quálea editorial, Torrelavega, 2008.
Traducción: Eduardo López Truco.

sábado, 19 de enero de 2013

Que el Maestro se vuelva aguja y el discípulo hilo


MIYAMOTO MUSASHI
(Japón, 1584?- 1645)

El libro de los cinco anillos 
(1645)
Fragmentos

"... el verdadero Arte de la Espada no puede ser entendido desde los estrechos confines del mero manejo de la espada."
**
Que el Maestro se vuelva aguja y el discípulo hilo, y que los dos se entrenen sin descanso.
**                                                  
"El Camino del Guerrero, se ha dicho siempre, es el doble Sendero de la pluma y de la espada."
**
Es esencial reforzar firmemente el ataque en el momento de cualquier pérdida de posición por parte de un adversario, para impedirle que se recupere.

Adversario
**
La desintegración es algo que les sucede a todas las cosas. Cuando se desploma un caballo, una persona o un adversario, se desmoronan del ritmo del tiempo.

Ritmo
**
Es imprescindible dominar los principios del arte de la guerra y aprender a permanecer como un espíritu inmutable incluso cuando estáis en el corazón de la batalla.

Batalla
**
Si no seguís un auténtico camino hasta el final, una pequeña maldad al principio se convierte en una gran perversión.

Perversión
**
La observación y la percepción son dos cosas separadas; el ojo que observa es más fuerte, el ojo que percibe es más débil.

Percepción
**
El Manuscrito del Vacío

Al escribir sobre la ciencia de las artes marciales de la escuela de los Dos Sables en el Manuscrito del Vacío, el significado de vacío consiste en que existe el reino en el que nada existe, o no puede ser conocido, o se ve como vacío.

Por supuesto, el vacío no existe. Se conoce de la no existencia cuando se sabe que la existencia es vacío.

Cuando la gente no entiende algo, considera erróneamente que eso es vacío. Éste no es el vacío real; es una ilusión.

Igualmente, en el contexto de esta ciencia de las artes marciales, cuando se sigue la vía del guerrero, no conocer las leyes de éstos no significa vacío; al estar confuso puede uno llamarle un estado de vacío desesperado, pero esto no es vacío real.

Los guerreros aprenden con precisión la ciencia militar y continúan practicando diligentemente las técnicas de las artes marciales. La forma en que los guerreros las practican no es oscura en lo más mínimo. Sin ninguna confusión de espíritu, sin relajarse en ningún momento, puliendo la mente y la atención, afilando el ojo que observa y el ojo que ve, uno llega al vacío real como el estado en el que no hay oscuridad y las nubes de la confusión han desaparecido.

Mientras que no conocen la auténtica vía, ya sea en el budismo o en los asuntos mundanos, todo el mundo piensa que su camino es seguro y es algo bueno, pero desde el punto de vista de la vía correcta del espíritu, comparada con las pautas sociales generales, la gente se aparta de la verdadera vía por desviaciones personales de su mente y por desviaciones individuales de su visión.

Conociendo esta mentalidad, pronunciando esencialmente palabras honradas, tomando el espíritu real como la vía, practicando las artes marciales en el sentido más amplio, pensando correcta, clara y comprensivamente, y tomando el vacío como vía, podéis ver la vía como vacío.

En el vacío hay bien, pero no hay mal. La sabiduría existe, la lógica existe, la mente está vacía.

**
La comparación entre la ciencia de las artes marciales y la carpintería

El maestro carpintero, por conocer las medidas y dibujos de toda clase de estructuras, emplea gente. A este respecto, el maestro carpintero es lo mismo que el maestro guerrero.


Al escoger la madera para construir una casa, la que es recta, está libre de nudos y tiene un buen aspecto puede ser utilizada como columna. La que tiene algunos nudos, y no es recta ni fuerte, puede ser utilizada como columna trasera. La que es algo débil, pero no tiene nudos y parece buena, es utilizada de diversas formas para construir umbrales, dinteles y biombos. La que tiene nudos y está retorcida, pero, sin embargo, es fuerte, se utiliza teniendo en cuenta la existencia de dichos elementos de la casa. Entonces ésta durará mucho tiempo.

Incluso la madera con nudos, retorcida y no muy fuerte puede ser utilizada como andamio, y posteriormente utilizada como leña.
**
La amenaza

Existe el temor en todo. Eso significa ser amilanado por lo inesperado.
**

Desde la Antigüedad se ha dicho que lo grande incluye lo pequeño, por tanto no es una cuestión de rechazar indiscriminadamente la longitud; es una cuestión de rechazar la actitud desviada que sólo tiene en cuenta la longitud.

viernes, 18 de enero de 2013

Oculto bajo las hojas


YOSHO YAMAMOTO
(Nagoaka, Japón, 1884-Islas Salomón, 1934)

Hagakure -El Libro del Samurai
(Fragmentos)

Hagakure significa "oculto bajo las hojas", es inspirado en el célebre código Bushido. Señala el camino del guerrero, cuyos preceptos filosóficos y ética trascendental presentan al Bushi. Bushido es vivir incluso cuando ya no se tienen deseos de vivir.


En el Koyogunkan, alguien dijo: "Cuando estoy frente al enemigo, siempre
tengo la impresión de que penetro en las tinieblas y a causa de esto he sido herido
gravemente... sin embargo, vos que habéis combatido con tantos hombres valientes
jamás habéis sido herido. ¿Cómo es posible esto?". El otro contestó: "Cuando me
enfrento con el enemigo, es desde luego como si penetrara en las tinieblas. Pero
enseguida tranquilizo mi mente, todo se vuelve como una noche iluminada por la pálida
Luna. Si ataco en este momento, sé que no seré alcanzado". Esta es la situación en el
momento de la verdad.
**
Parece que cualesquiera que sean los dones personales, cualquiera que sea la
dificultad del problema, a una reflexión suficientemente larga y profunda. En tanto uno
funda su razonamiento sobre el "Yo", puede ser muy prudente y astuto pero no sabio.
**
Existen límites a la sabiduría del ser humano, arbusto débil, sacudido por el
viento.
**
Reprender y corregir a alguien por sus errores es importante. Este acto
esencialmente caritativo es la primera obligación del Samurai. Pero hay que esforzarse
en hacerlo de la manera conveniente. En efecto, es fácil encontrar cualidades y defectos
en la conducta del prójimo. También es igualmente fácil criticarlo. La mayoría de las
personas se imagina que es por gentileza que dicen a los otros lo que no desean oír y si
alguna vez sus críticas son mal acogidas, piensan que los otros son incurables. Tal
manera de pensar no es razonable. La misma da tan malos resultados como colocar a
alguien en una situación embarazosa o bien si alguien nos insultara. Esto no es muchas
veces más que una mala manera de sacar lo que nos pesa en el corazón.
La crítica sólo debe intervenir después de haber discernido si la persona la
aceptará o no, después que uno se ha hecho amigo de ella, de haber compartido sus
intereses y de haberse comportado de manera tal que nos concede su entera confianza
para que tenga fe en nuestras palabras. Luego interviene el tacto. Hay que sentir el buen
momento y la buena manera de ejercer su crítica -por carta o al regresar de una reunión
particularmente agradable-. Hay que empezar comentando sus propios fallos y luego
llevar a su interlocutor a comprender, sin pronunciar más palabras de las necesarias.
Hay que alabar sus méritos; esforzarse en darle ánimos, en preparar su humor;
volverlo tan receptivo a las observaciones del mismo modo que el hombre sediento lo es
al agua. Es entonces cuando hay que corregir sus errores. La crítica constructiva es
delicada.
**
La pureza no se consigue sin esfuerzo.
El carácter chino gen puede leerse en japonés maboroshi y significa "ilusión".
En japonés, los magos indios se llaman Gen shu sushi o "ilusionistas".
**
No hace aún cincuenta o sesenta años que los Samurais hacían sus abluciones
cada mañana, se afeitaban la cabeza y perfumaban el moño. Luego se cortaban las uñas
de las manos y de los pies, las limaban con piedra pómez y luego las pulían con hierba
Kogane. No mostraban jamás señal alguna de pereza en este asunto y se cuidaban con
atención. Después el Samurai verificaba su sable largo y su sable corto para comprobar
que el óxido no los deterioraba; les quitaba el polvo y los limpiaba para cuidar su brillo.
Tomar tal cuidado de su apariencia puede parecer una manifestación de fatuidad pero
esta costumbre no provenía de una inclinación para la elegancia o lo romancesco. Uno
puede ser llamado en cualquier momento a librar una dura batalla; si se muere habiendo
descuidado su pulcritud, se da muestra de una relajación general de las buenas
costumbres y uno se expone al desprecio y al descuido del adversario. Esta es la razón
por la cual los viejos y jóvenes Samurais han aportado siempre un gran cuidado en su
presentación. Un escrúpulo tal puede parecer una pérdida de tiempo y una ocupación
muy fútil, pero forma parte de la vida del Samurai. En realidad, ello precisa menos
esfuerzo y tiempo de lo que parece. Si quiere estar dispuesto a morir, un Samurai debe
considerarse ya muerto; si es diligente en su servicio y se perfecciona en las artes
militares, no se cubrirá jamás de vergüenza. Pero si se dedica a hacer egoístamente lo
que le plazca, en caso de crisis se deshonrará. Incluso, no será jamás consciente de su
deshonra. Si nada le importa, excepto el hecho de no estar en peligro y de sentirse feliz,
se descuidará de una manera completamente lamentable.
**
Cuando me dirigí a Yasaburo para tomar ejemplo de su arte caligráfico, me dijo:
"Se debería escribir en caracteres suficientemente grandes como para que uno solo
cubriera toda la hoja, con suficiente vigor como para rasgarla. La habilidad en la
caligrafía depende del espíritu y de la energía con la que se ejecuta. El Samurai debe
obrar sin dudar, sin confesar el más mínimo cansancio ni el más mínimo desánimo hasta
concluir su tarea. Eso es todo". Y continuó escribiendo.
**
Según el sabio confucionista Ittei Ishida, todo calígrafo, incluso mediocre, puede
aprender a escribir de una manera correcta si sigue cuidadosamente las líneas de un
cuaderno. Se puede decir la misma cosa al servicio de un Samurai. Si toma por modelo
un buen Samurai, el éxito es posible. Desgraciadamente, en el momento presente no hay
ningún Samurai que merezca realmente ser imitado, así que uno debe crearse
idealmente un modelo que imitar. El modo de crear tal modelo es imaginar cuál de los
que están en torno a nosotros sabe cómo conformarse al protocolo, a la rectitud y a las
conveniencias; cuál demuestra la mayor valentía; cuál es el más elocuente; cuál es aquél
cuyo comportamiento es el más irreprochable; cuál es el más íntegro; cuál tiene el
mayor espíritu de decisión en caso de crisis. A partir de todos estos elementos, es
necesario imaginar un ser reuniendo todas estas cualidades. La síntesis constituirá un
excelente modelo, digno de ser imitado. Es cierto que en todo arte es muy difícil
aprender los puntos fuertes del maestro, pero en cambio, sus puntos débiles son
imitados fácilmente.
**

Cuando alguien nos cuente una historia o nos hable, uno ha de dar su opinión siempre que no esté de acuerdo con lo que se dice y escuchar al otro con la intención de señalar los fallos de la historia a fin de no dejar que abusen de nuestras debilidades.

Es deseable que el rasgo de la caligrafía sea prolijo y esmerado, pero si sólo tiene estas características parecerá una escritura rígida y sin gusto. Una escritura ha de tener, además, una silueta que se aleje de la norma.

Si piensas ver en el interior del corazón de alguien, sufre con él.
**
Existe lo que se llama la actitud durante la tormenta. Cuando uno es sorprendido
por una repentina tormenta, se puede o bien correr lo más aprisa posible o bien
colocarse rápidamente bajo los aleros de las casas que bordean el camino. De todos
modos nos mojaremos. Si uno ya estuviera preparado mentalmente a la idea de estar
mojado, se estaría a fin de cuentas muy poco contrariado con la llegada de la lluvia. Se
puede aplicar este principio con provecho en todas las situaciones.

De Hagakure. Breviario del samuraiYamamotoYosho, Editores: Barcelona, Obelisco, 1989

domingo, 20 de junio de 2010

Llave maestra

POCOS HAIKUS DE DISTINTOS AUTORES

DAMA KASA
(S/D)


XXXIX


Lo amo y lo temo con
tanta constancia
como el oleaje brama

en la isla de Ise.

Traducción de Kenneth Rexroth
***
MORITAKE
(1472 - 1549)

Flores que vuelven
volando a la rama
eran mariposas.
***
Con traducción de Eduardo Moga:


RYUUNOSUKE
(1892-1927)

Rana verde
reluciente,
¿estás recién pintada?

***
BASHO
 (1644 - 1694)

Este camino
ya nadie lo recorre
salvo el crepúsculo.
**

Un viejo estanque silencioso ...
Una rana salta en el estanque,
¡splash! Silencio de nuevo.

***
ZAISHIKI

(1642 - 1719)

Escarcha en la hierba:
¡forma efímera
que es y no es!

***
FUSEN

(1750-1777)

Hoy, pues, es el día
en que el muñeco de nieve que se derrite
es un hombre.
***
FUJO

(s/d-1764)
Levántate y vámonos
junto al sendero,
claro rocío.
***
FUFU

(s/d-1762)

Mi compañero en el cielo
de la muerte,
un cuclillo.

viernes, 26 de febrero de 2010

Hondo en lo oscuro


MATSUO BASHO
(Japón, 1644–1694)


“No sigo el camino de los antiguos: busco lo que ellos buscaron.”
**

Es primavera:
la colina sin nombre
entre la niebla.
***
El mar ya oscuro:
los gritos de los patos
apenas blancos.
***
Llora
la sombra sola de la anciana.
Compañera de la luna.
***
A una amapola
deja sus alas una mariposa
como recuerdo.
***
Un relámpago
y el grito de la garza,
hondo en lo oscuro.

(Trad.: Octavio Paz, Eikichi Hayashiya)
***
A caballo,
mi sombra vagabunda
se congela
***
Mar en sombras
patos con chillidos
casi blancos

(Trad. de Alberto Silva)
***
Un mismo haiku:
Original:

古池や (Furu ike ya)

かわず飛び込む (kawazu tobikomu)
水の音 (mizu no oto)

En traducción de Octavio Paz y Hayashiya Eikichi:

Un viejo estanque:
salta una rana ¡zas!
chapaleteo.
**
En la versión de Fernando Rodríguez-Izquierdo:

Un viejo estanque,
al zambullirse una rana
ruido de agua.
**
En la versión de Alberto Silva:

La vieja charca
Zambullón de una rana

Ruido del agua
**
En la versión de Valle Inclán:

El espejo de la fontana,
al zabullirse de la rana,
¡hace chas!
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char