martes, 22 de septiembre de 2009
Derramas y te sobra
Algunos poemas
de RAQUEL ALJADEFF
(San Luis, Argentina, 1936-1999)
SHALOM
No hay paz.
Incluso
donde aún no ha estallado
la violencia
(no denuncio, no juzgo)
doy testimonio
no hay paz.
Palomas hay
no faltan
el mundo está
lleno de ellas
blancas o no, gordotas
pintadas con olivo.
Paz no hay. Nuestras casillas hoy
son arsenales
modernos, infernales.
Ponen huevos químicos, bacteriologicos
nucleares
sobre paja muelle
sobre la paja de los palomares
la torca, la buchona, la calzada
la vulgar paloma
ponen huevos letales
y graves, serias los empollan.
Saben que las he descubierto; conocen
que conozco su secreto
y eso no las inmuta
-Al contrario
Nos fastidiamos -(dicen)- fue aburrido,
de esperar al amado
ahora esperamos a los cazadores.
Ni las conmueve mi asombrado pavor. -Qué niña es
comentan entre sí al divisarme
desde sus miradores
estratégicos. Yo las evito
también lo saben;
se sonríen,
y si cruzan en vuelo mi ventana
sus plumitas rozando mis narices
me gritan
el saludo nuevo
¡Ármate! ¡Ármate!
Baten, tiernas las alas, y se alejan...
...felices.
***
COPLAS
En torno mío danzan, se
contorsionan tus serpientes.
Desenroscan tu música
y me envuelves.
**
Arroja al mar su red
el pescador.
Una y otra vez
y vacía le vuelve.
Vacía la regresa.
Sumido en la noche
amaneciendo y
todo un otro día
torna su red al mar
el pescador
y le torna vacía.
Pescador, si renuncias
matas al pescador.
Renuncia y mátalo.
Mátalo y
renuncia.
**
Se derrama tu vino
tu cuba no se agota.
Agua de mil molinos
no sabe
el sabor de tu vino.
Derramas y te sobra.
Para mi jarro
ni agua ni tu vino.
**
¿Finalmente entenderemos
uno y otro?
Me falta entendimiento.
Es mucha luz
me falta entendimiento.
¿Y frente a frente estamos
uno y otro?
Así quedan las cosas.
Finalmente
seguro entenderemos.
O no, quién sabe.
Y nunca, quién sabe.
Y jamás, quién sabe.
**
Tengo miedo:
a la ausencia de vacío
a que la nada
en realidad no exista;
temo
si el Dios que dices
es Dios, descuida;
no perdona.
Su agonía es como él
Eterna. No perdona
**
Oscura
mariposa que llama la desdicha.
Revolotea, sigue
forjando delicadas geometrías
en torno de mi lámpara.
Ya me iré yo,
a meterme en un agujero
en el más escondido,
y obstinada
a acechar la aurora,
hasta que llegue.
**
Insolente, a tus zapatos.
Pero si no taponan aquellos ventanucos
la primavera se mete
y joroba a los presidiarios.
**
Se fatigaba un viento seco
en los basurales.
Todo estallaba de coraje, por volar...
Bastó una mansa lluvia...
Y no preguntes.
***
DE ESTE MUNDO LLEVARÁS
(Cuento edificante con moraleja más o menos optimista)
La vida fue cruel con la pobre, querida señora Agustina Gudelia Basa viuda de Safrom. Inexorable, en golpes súbitos y consecutivos, con extrema rudeza la fue despojando de todo lo que amó,desde que lo apreciaba, mucho o menos, de lo que consiguiera con esfuerzo o sin él; con dura lucha o de gracia. Hasta dejarla en bolas. Vacía, monda; desaprovisionada para siempre.
Le arrebató todo bien; en apariencia. Digo "en apariencia", porque a la hora de la muerte, agonizando y, luego, ya en su feo ataúd, lució valiosa, rara, delicadísima sonrisa; valor que se llevó consigo. Que escamoteó a tanta rapacidad padecida; burlando al fin, astutamente, a su peor enemiga. Para siempre.
***
ENTRETENIMIENTOS
Desde los azulados
invernales infiernos.
Desde los húmedos
rojos
salobres altares.
Desde los asfixiantes
monasterios
aislados.
Desde todos los tronos
rancios
enmohecidos
y desde los
escogidos escondidos
desvanes
del terror
me subió como un
grito o
hipo negro,
una sílaba
o cifra.
Un garabato apenas
una señal difícil de traducir, un
mensaje que no quería
conocer.
Fastidioso
como bocado amargo
como trago indigesto
como un acero frío
encarnado de
pecho a espalda.
Entre hombro y hombro, carne
al centro.
Subió gusano ciego me
subió lentamente.
Tímidamente
aullando su inocencia de oruga
mensajera.
No quise descifrarte
en enigma oscuro.
Hubiera precisado un tiempo
largo,
que no había bastado.
Hubiera precisado
pasar revista a llagas
que humean todavía, y de las
que se esconde
la pusilánime memoria...
Y no había bastado.
Hubiera necesitado indagar
noche adentro,
las sombras, la ancha sombra
de las noches,
y sus requicios
lamentables
sin respiros
pero no habría bastado.
Hubiera sido necesario
interrogar
sin piedad a los muñecos desarticulados.
Habría sido preciso
que interrogara a los infelices desarticulados espectrales
muñecos que habitan la locura
sin piedad,
hasta que declararan;
y no habría bastado.
Hubiera necesitado
consultar una a una
las páginas
de mi diccionario recóndito
en el que cada palabra se odia a sí misma
y cada letra aborrece
de sí y de sus compañeras.
El antiguo lenguaje
que ululan
como sólo los vientos
regresando de correr
intersticios
y grutas
a los que la muerte
vista obligada, casi
y temblando
sabe ulular...
Y... quién sabe...
Era tarea demasiado pesada
para mí.
No quería ajar mis
guantes de
terso terciopelo amarillo
recién comprados.
Además
no quería, y perdí las gafas
adrede
entre
el alboroto de las hojas rosadas
perfumadas de almizcle y pino fresco
y jurando
inocencia y absoluto desinterés
me aboqué resueltamente
a resolver
entretenidos crucigramas
ingeniosos acertijos hindúes
**
De Shalom y otras adversidades, ICCED (Instituto ...
ICCED (Instituto Científico y Cultural "El Diario". San Luis, 1992).
****
Tanta luz
El viejo fuego
comunitario y
solo.
La antigua hoguera
y luego, las hogueras.
Tanta luz mortifica.
Haz una reverencia
al ángel. Sólo una y sigue.
Salúdale de lejos;
trae su llama,
apártate.
Tanta luz mortifica.
Se sentaron
a llorar los profetas;
en largas tablas,
sobre caballetes.
Veían fuego.
Tanta luz mortifica.
No había cómo
aterrizar.
Dónde no había.
En el aire quedaban
los aviones.
Ni un palmo de tierra
que no ardiera.
Tanta luz mortifica.
Ésta es la guerra y
éste es el conflicto.
Si no la primera vez
es la postrera.
Todo aniquilan estos
resplandores.
Tanta luz mortifica.
Qué hiciste de la palabra
y qué
en tu tiempo
hiciste
de ti.
Apártame este ángel.
Estos ángeles
aparta de mí.
Cada uno trae su llama.
Yo no encuentro la mía.
Ya no quiero interrogatorios,
y no pedí regresar
en ningún círculo
a ningún nivel.
Acabar
preferí.
Quedemos hechos.
***
Sorpresa
La carcajada de los
inmortales.
La risa de los dioses
tramposos
enemigos.
Sus mofas
una noche aciaga
me fue dado sorprender.
Y desde entonces recelo y
desde entonces
me acechan pesadillas, y
desde entonces renuncié
a toda
espera esperanzada y
desde entonces
descreo
de promesas.
***
Neo bicho
Casi leyenda, casi
mito,
otra serpiente hace su aparición.
Al final de la creación,
cuando ya nada es creado, entonces.
Y nada crece, sino
los acordes finales. Y
vibran, ensordecen.
Entonces
cuando
hace su aparición serpiente
de otra, colosal dimensión.
Como
es serpiente voraz
padece;
su hambre es muy grande.
Familiar;
eso pretende ser, cotidiana.
Ama no despertar sospechas,
introducirse.
¡¿Qué es?! ¿¡Qué es?!
Su hacedor la desconoce
no recuerda haberle
proyectado.
Desolada
solamente
devora.
En verdad en verdad me
creaste.
A medias: no deliberadamente.
Veneración
ella siente por su hacedor.
Le reconoce enorme deuda.
También agradece al azar,
al instante de distracción,
de descuido. Al puro accidente
coincidente
en su materializción.
Fervorosa.
Desconoce,
ignora,
se desentiende del dolor.
Del horror de su fealdad. Sólo
ama
estar.
**
De Lícito es renunciar, Torres Agüero Editor. Bas. As., 1991
Extraído de factorserpiente.ning.com/
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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