martes, 17 de noviembre de 2009
"Desde la dicha, canta la desdicha"
Dos poemas de
LEÓNIDAS LAMBORGHINI
(Buenos Aires, Argentina, 1927-2009)
y algo más
El cantor
Como el que
sin voz
estudia
canto.
Como el que
en el Canto
estudia
esa otra voz.
Como el que
sin voz
canta
en la voz
de esa otra voz.
***
Homo parodicus
Como el que
observa ahí
ese aire
de parecido.
Como el que
observa ahí
ese aire de parecido
que no es
lo mismo.
Como el que
observa ahí
lo mismo
pero parecido.
Los poemas anteriores son del libro Circus, Libros de Tierra Firme, 1987.
**
De la entrevista con Lamás Médula
agosto, 2008
La anécdota
“Yo andaba sin guita, no quería ningún trabajo de oficina, qué se yo. Entonces me dicen los muchachos de Poesía Buenos Aires, Francisco Urondo y Rodolfo Alonso, mirá, para darte una mano vamos a hacer una lectura paga. ¿Cómo?, les digo. Sí, vos vení al Teatro del Pueblo, (en el que todavía estaba Barletta) y leés el poema, lo que tengas. Era éste, (se refiere al Solicitante Descolocado). Y nosotros recaudamos y toda la guita va para vos. Que después, mi tocayo, Leónidas Barletta se enojó mucho, (Risas) porque él pensaba que la recaudación iba para el teatro.
Y leí el poema. Y cuando la gente se iba, decían: “¿para esto pagué?”, “esto es una porquería”, Emma de Cartossio. (Risas) Airados ¿no? “Para escuchar esta porquería” Pero claro, yo…era lo único que podía hacer…”
Lo lúdico
“Y ahí tenés, en el Fausto mismo está lo lúdico, la idea de juego. Dios después de crear el mundo está aburrido. Y lo llama al diablo: “Vení, a ver qué hacemos…” Y aparece este hombre en la tierra, el doctor Fausto, y ahí tenés, ahí mismo se arma la apuesta. Decime si no se cagaba de risa mientras escribía, el viejo éste. Y… la juventud está en las neuronas, que se yo. Era un viejo como de noventa años y se enamoró de una piba de dieciséis años, le hizo un poema, Erika se llamaba. Se quiso casar y todo, pero la familia de la piba lo sacó cagando… No hay caso, no hay celebridad que valga”.
La tradición
“Bueno, yo parto de una tradición, incluso con la gauchesca, para ver qué se puede hacer con eso. Pero el modelo estaba demasiado estereotipado: la guitarra, las boleadoras y toda la cosa folklórica … Y en esto juega el tema de la lectura, todo es cuestión de cómo se lee. Y para el caso del Martín Fierro, el que instituyó la manera de leerlo fue Lugones, por eso no se detienen en qué significa esa risa. Porque la risa está ahí, toda la gauchesca está cruzada por esa risa zorra que halaga al poder por un lado y por el otro lado se la da. Entonces la reescritura que hago de la tradición, es también una invitación a leerlos de otra manera, leerlos con astucia, con sus mismos códigos. Y siguiendo con el hilo conductor, después tenés a los hermanos Discépolo, todo eso que se llamó 'teatro chico' Defilippis Novoa.”
Leer
“Como leés, escribís. La lectura tiene que ser productiva. Está el tipo que lee y lee, pero es miope. Porque está eso de la lectura miope: la lectura de los que no ven más allá de lo que están leyendo. Hay que variar el ángulo de lectura, porque leer: se lee mal. Como decía Nabokov: '¡Oh, quién me diera un lector creativo'."
El Modelo
“La misma palabra te lo dice: Modelo. Es fuerte eso. Hay una pretensión ahí. La pretensión de presentarse como perfecto, intocable. Tiene esa cosa paralizante. Entonces hay que ir contra el modelo, pero ¡ojo! no podemos dejar de pensar que es útil, pero si se lo critica, y criticar no es romper o ignorar. Se trata de investigar, a ver qué más puede decir ese modelo. Orbitarlo para después salir y hacer otra propia órbita. Trabajar en tangencia con el modelo. Pero nunca dejar que te paralice. Y si no fijate en el friso de literatura que va desde Homero, pasando por Virgilio, hasta Dante. Está compuesto de modelos y derivados, derivados que a su vez se convierten en modelos. En La Odisea tenés que el que viaja es el vencedor, Ulises, que quiere volver a su casa, y llora. En La Eneida lo tenés a Eneas que viene a ser como un Ulises, pero el tipo es un vencido, no tiene casa… Entonces tiene el mandato de los dioses para ir a fundar una ciudad que va a dominar al mundo. Ahí funciona esto de las semejanzas y las diferencias. Y por último, Dante escribe su propia Odisea, la Odisea del ultramundo, cuya finalidad es ver a la divinidad.”
La Parodia
“La parodia no ha sido bien entendida. Sí, por un lado es cómica, pero como dice Nietzsche: 'empieza la parodia, empieza la tragedia'. Y también dice de la parodia que es el arte del futuro, por cuanto es el arte que descubre esas imperfecciones y se ríe de ellas y se ríe del modelo como modelo. Vos ves que nosotros somos muy chistosos, hacemos la parodia y que se yo, pero viene con sangre eso, viene con guerra civil… Dice Nietzsche: “llegado el término la parodia va a reírse de lo más sagrado”. Y eso es lo que estamos viviendo ahora con este modelo, porque qué se sostiene más allá de un tiempito… Los valores están todos huecos, y es la parodia la que hace ver ese vacío, es una grieta en el muro de lo serio entre comillas, para descubrir la impostura que hay del otro lado. Y yo digo que las nuevas generaciones de poetas que conozco están haciendo la parodia; incluso parodia de la poesía, pero eso es una inmolación, porque acá el poeta sigue siendo El Poeta.”
La vida, la obra
“¿Para qué escribís? Para sacarte todo eso y que quede una especie de biografía en verso. Solamente hay que tener en cuenta lo que decía el maestro mexicano Alfonso Reyes. Esto es muy importante, el tipo decía, está bien, en el poema o en la obra está el poeta, todos sus avatares, hasta la cosa cotidiana, bueno, cualquier joda que tenga con la mujer, todo eso está, pero a condición de que esté como elaborado, como trabajado para una transformación. Y el que no lo entiende así, comienza con su yo enfático, no entiende que no tiene que ser lineal.
Por ejemplo, para interpretar la vida de Hernández, si no sabés leer su poesía no vas a ver todo eso que vivió: que le pusieron precio a su cabeza, porque él no lo dice, se vale de otro recurso, usa un personaje. Y acá la maestría está en que el lector no te vea detrás del personaje dándole letra. Ese personaje tiene que vivir en el papel, con sus contradicciones, con todo.
Yo le decía al colorado Ramos, Abelardo Ramos: 'Es un milagro, el Martín Fierro es un milagro… la sextina esa…” La Capilla Sextina, le digo yo.
Y ahí lo tenés a Hernández encerrado en el hotel, con miedo de que le bajaran la caña, porque eran tiempos así, estaba Sarmiento. Pensá que Hernández había sido militante en la montonera de López Jordán. Se había tirado contra Mitre, contra el sistema ¿no? Y él sabía que se la podían dar… Y se encerró en el hotel y dice, y qué hago, y le salió ese poema…
El tipo escribía en unas libretas de almacenero. Yo tuve esas libretas en mi mano, las libretas de la segunda parte. Vos sabés las tachaduras que tenían, no salen de pedo esos versos, hay mucho laburo ahí. Y después el tipo era un artesano, porque cambia las palabras muy bien, si vos leés las libretas te das cuenta que cuando el tipo cambia una palabra por otra, te das cuenta de la oreja que tenía.”
copy: revista Lamás Médula
***
Poesía y política
Por María del Carmen Colombo
(Fragmento de su ponencia leída en ocasión del primer Encuentro de Poesía, organizado por la Universidad Nacional de San Luis, y a cargo del poeta Patricio Thorne, realizada en la ciudad de Villa Mercedes, durante los días 9, 10 y 11 de octubre de 1987.)
Se ha señalado con ligereza que Lamborghini "canta en clave peronista". Y detrás de este comentario, imbuido, aparentemente, de un total y absoluto 'compromiso con', se esconde una disyuntiva que invita a optar entre dos términos, poesía o política, seccionando quirúrgicamente con bisturí de buen amputador lo que para Lamborghini no sólo va junto sino que, además, encuentra en la escritura su punto de fusión.
No es casual que enfrentados a un libro como Las Patas en la fuente se estrellen aquellos que tienden a ver la problemática política como un conjunto de consignas ortopédicas, patas atornilladas al cuerpo del poema, para que éste, como la famosa cucaracha herida pueda con ellas caminar.
Pero la puesta de Lamborghini es otra: alumbrar un nacimiento, el de un nuevo cuerpo que necesita ser relatado, escrito, y que trae consigo ya sus propias patas ("Una primavera me sorprende/ y el mover de este pueblo./ El ruido se hizo carne y habitó entre nosotros.") Así, enfatizando la inmediatez del mundo, su materialidad, encarnada en ese sonido ("lo mortal/ lo que se oye") que es resto de sentido y eco ("el nombre: eco del eco") de un habla congelada ("lo dignísimo"), Lamborghini lanzará su propuesta ubicándose fuera de aquella agotada escena, donde los viejos cuerpos de muñecos ventrílocuos, poemas vaciados de un proceso y rellenos de estopa, ejecutan sus ademanes, morisquetas o guiños retóricos.
Elegirá, entonces, el margen, el basural", entre los "no antologados", en el lugar del no poder ("-Poder/mi no poder"), en el ningún lugar. Y allí, entre los restos y con ellos pondrá en escena ese alumbramiento.
Haciendo oídos al "croar del corazón del feto", Lamborghini partero transformará en poesía todos esos restos flotantes y, como buen escuchador deseoso ("con el deseo del deseo") acompañará ese deambular dialogando con una multiplicidad de ecos ("Cómo se pianta la vida/ cómo rezongan los años/ cómo se viene la muerte/ tan callando").
Tomado de BLOG DEL AMASIJO
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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