miércoles, 18 de mayo de 2011

¿Por qué, mi corazón, tú no descansas?

FRIEDRiCH NIETZSCHE
Lützen, 1844 – Weimar, Alemania, 1900) 

Un poema de Así habló Zaratustra: "Was mir die Nacht erzählt?" ("¿Qué te dice la noche?"):


Oh! hombre, ¡presta atención!
¿qué dice la profunda medianoche?

Yo dormía, yo dormía
De un profundo soñar me he despertado
El mundo es profundo
Más profundo de lo que el día ha pensado
Profundo es su dolor
El deseo es más profundo que el dolor
El dolor dice: ¡aléjate!
Mas todo deseo quiere eternidad
Quiere profunda, profunda eternidad.
***
Habla el solitario



¿Tener yo pensamientos?
¡Buenol Ya sé que por señor me quieren.
¿Pero hacerse uno mismo pensamientos?
¡Cuán gustoso olvidara yo tal arte!

A aquel que se fabrica psnsamientos
Sus mismos pensamientos lo dominan;
Y no quiero servir ahora ni nunca.
***
Mi hogar


Tengo mi hogar y patria en las alturas;
Por esto de subir no siento anhelo
Ni mis ojos levanto nunca al cielo.
Desde arriba yo miro las honduras.
Yo soy uno que debe bendecir,
y todo el que bendice mira al suelo.
***
Crepúsculo



Ya que el día cansado está del día,
Ya que el ansia anhelante del arroyo
Esperanzas susurra de consuelo,
Ya que la esfera pálida del cielo
En finas blondas de oro suspendida,
¡Descansa! al oído dice al fatigado ...
¿Por qué, mi corazón, tú no descansas?
¿Qué te espolea en tu incesante huida
Que los pies te ensangrienta?...
Di, ¿qué esperas?

2 comentarios:

laveron dijo...

Aquí: http://www.youtube.com/watch?v=PStpxA5DuYg
(Gustav Mahler, Sinfonía N° 3 Y la Canción de Medianoche del Zaratustra en HERMOSA VERSIÓN)


Salud!

laura

Irene Gruss dijo...

Laura, gracias; mi abrazo, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char