lunes, 8 de junio de 2009

Tres poetas noruegos


INGER ELISABETH HANSEN
(Oslo, Noruega, 1950)


Tratado de la medusa sobre el lenguaje de las serpientes

I


Yo soy el lenguaje de las serpientes
columna de sueños lengua de agua
los labios a poca altura de la tierra
en torno al cuerpo de los sonidos
el hipnotizado pájaro en la garganta
la canción es lo que se hundió
bajo la piel que ascendía
en espiral y succionaba relucientes
segundos como veneno
la canción era el rayo de llamas
lanzada alrededor de huesos pulidos
el cuerpo era lo que cantaba
el pájaro en el vientre
la serpiente
en el aire

II

La palabra es pájaro
Si voy a decir la palabra me llevo el pájaro a la boca.
No lo mato sólo lo menciono por su nombre.
Pájaro repito y entonces ya tengo el pájaro en el estómago.
Yo soy pues lo que digo.
¿Qué dice el pájaro?

Sin mí el pájaro no sería palabra.

III

Ahora es mi boca un archivador y las palabras números de registro.
Ahora el pájaro es sólo el número de registro del pájaro.

El número de registro no canta

IV

La mortal era yo

La que nació de una ola
y vivió en el extremo del mundo.
La que llevaba serpientes en el pelo
y cantaba y hacía bailar a las serpientes.
Ella a la que llamaron peligro
un monstruo la llamaban.
Ella que dejó pesar la mirada
él la robó, la mirada, la pesada.
Fue el arma del guerrero
la dirigió contra otros.
Él mismo carecía de fuerzas
nunca se enfrentó a mi mirada.
Otros fueron alcanzados por ella
otros quedaron rígidos y se detuvieron.
Yo que no tengo cuerpo
mira ahora sólo puedo petrificar.
Mi boca no canta
los ojos hablan piedra.
La cabeza en manos del guerrero
no soy yo sino muerte.
Yo que parí demasiado tarde
a Pegaso fue al que estaba pariendo
cuando el guerrero me asestó un corte en el cuello.

La mortal era yo
***

PAAL BREKKE
(Noruega, 1923-1993)


El hombre que asesinó el martes
¿era el asesino del lunes?
Y si se despierta el miércoles frente a una ventana gris
y la niebla vagando solitaria a través de él
quién es ahora
¿el hombre de ayer?
cuando la piedra levantó su mano para golpear
o el que era anteayer
quién
cuando fue anteayer
Recuerda él la luz de la lámpara del piano
y las manos sobre las teclas
sí, Hãndel.
Y una pesada piedra gris, crujiente
Mira fijamente hacia adentro
donde viejos puntos de referencia se disuelven en la niebla
modifican su forma y cambian de sitio
Y él mira esas manos
¡de quién son!
una piedra que ellas lanzan a un malecón
o Hãndel, Hãndel
que se ha levantado del piano
sin mirarlo a él
deja que la puerta vuelva a cerrarse
Y sólo quedan las manos
usadas prestadas
Como perros callejeros están
por ahí aullando en un páramo desierto
hacia el jueves viernes

***

OLAV H. HAUGE
(1908-94)


Una palabra

—una piedra
En un río frío.
Otra piedra más—
Tengo que poner más piedras
Para poder cruzarlo.

La espada

Corta
Cuando se desenvaina,
Si no otra cosa
—el aire.

No se cuelga el sombrero en un rayo de sol

Tienes que tener siempre
suelo firme
bajo los pies, algo

a que aferrarte,
la idea
no se atreve

a soltarse,
es como un niño
no tiene confianza, pero

siempre anda
buscando apoyo.
No se cuelga

El sombrero en un
rayo de sol,
tarde aprendiste

a nadar, desconfías
del avión,
no te sientes seguro

más que a pie.

Corté el manzano grande

Corté el manzano grande que tenía delante de la ventana.

Me tapaba la vista, ésa era una razón, hasta en verano

estaba oscura la habitación, además

en el mercado de frutas ya

no querían sus reinetas*.

Pensé en lo que hubiera dicho

mi padre, a él le gustaba

aquel manzano.

Pero lo talé.

Todo se hizo más luminoso, puedo

ver todo el fiordo

y seguir mejor lo que pasa

en todas las direcciones,

la casa está ahora

más a la vista,

se exhibe mejor.

No quiero admitirlo, pero echo en falta al manzano.

Esto ya no es como antes. Nos protegía del viento y daba

buena sombra, el sol se filtraba por el ramaje

hasta la mesa, y por las noches me solía recostar a escuchar

el susurro del follaje. Y las reinetas, no hay

mejores manzanas en la primavera, tienen un sabor

tan aromático.

Me duele cada vez que veo el tocón, cuando se haya podrido
lo sacaré de la tierra y lo cortaré para leña.

* Reineta: una clase o tipo de manzanas.
De Poesía nórdica -siglo XX-, antología de F.J. Uriz

6 comentarios:

silvia camerotto dijo...

gracias, irene.

Irene Gruss dijo...

Para mí, es uno de los países que mejor poetas tiene. Será la luz o el frío. Gracias, Irene

hugo luna dijo...

conocía algunos de estos poemas... el del manzano es magnífico... si...

sibila dijo...

la humedad seguro que no es.
saludos

Irene Gruss dijo...

Huggh: sí, es hermoso, Irene

Irene Gruss dijo...

Sibila, la humedad es nuestra, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char