jueves, 25 de junio de 2009
La luz es realidad
MARÍA DEL CARMEN COLOMBO
(Buenos Aires, Argentina, 1950)
GARDEL Y YO
nunca
gritó pecosa porque
yo no tenía
ni una
peca
gentil con esas
faltas
de imaginación dijo
en cámara
“I love you marilín”
pasaba
que por aquellos tiempos
mi nombre era maría
maría solamente
**
CANCIÓN DE MA
su hocico
(hasta diría un
seno montañoso de caldo)
me mima
entre enruladas cucharas
y punzantes restos de peines
la de aros de burbuja
cintura de película
y pulpo platinado en las
astillas es tu nena
su voz de gelatina
como un embudo loco
avanza oliendo a cobra
de lata oh ma mirála
nada más claro que tu batón
de tetas y lunares
gran retina de pluma grande
tentacular como la cueva el foso
donde un caldo de escombros
devórase y devora
para volver a tu diluvio
ma
cero vacío
ese muñón
en el aguantadero de mi alma
de Blues del amasijo
**
CUMBIA
es mostrar pero no
lenguaje de puntillas como aquel abanico multicolor
de mar su balanceo en ondas
hondo rulo
de las enaguas que a rozarse vienen
estambres de una flor teclado en las polleras
ese goloso giro de cortinas caracol a lunares
rosca enrosca los plisados peldaños de una
escalera en otra circular que nunca que no acaba
gajos en marejada en degradé carnal corola
de las sombrillas cae un desnudar
de a poco
el nudo el insinúo que desabre
escotes como nombres al aire
dejan ver y no
pliegues donde taparse todo
menos la punta
la puntita
de Blues del amasijo
**
III
un modo de montar
cuando fundo la palabra
confundo caballo con
jinete: una sola cosa
cuando la cosa sólo
es una: el modo
la manera de montar
un oscuro caballo
cuando sola y mortal
confundo
la montura y fundo
el eterno
caballo del fluir
cuando una sola cosa
**
V
triste yovaca
gimes tu condición
de alverre: dar
vueltas y vueltas
la que no fue
alrededor de la casa
de la pampa oscura
la que no pudo
ser la que no
alverre vaca
**
calle de los dibujos
Bosch y Bruegel
una atmósfera familiar
percherones
locomotoras
remolcadores
pitan y resoplan
tiran
cargados de bolsas
románicas de cúpulas
de ropa enormes
como iglesias
son imágenes escenas
tiernas lecturas
de humilde condición
una época de ocres
chapas otoñales
en árboles sin techo
los chicos pían Bosch
resoplan Bruegel
pajaritos sobre ramas
de románicos ranchos
son imágenes tiernas
de condición percherones
remolcadores
locomotoras
en los dibujos
de la calle
humildes padre Bosch madre Bruegel
encuadernados como carros
en galpones ilustran
una atmósfera una época
familiar
**
en las tripas de mi reloj
despuntan
grandes husos de gallo
qui qui ri quí
yo soy el que
recuérdalo
qui qui ri quí
tú la que no
ahora y en la hora
pero mis huesos
blancos y dispersos
en la noche
cantan de pie
no somos del cuerpo
oh mi mano de hojalata sola
cómo brilla
polvo eres pero brilla
un despojo:
—del cuerpo ya no soy
piedras fueron serán ojos?
islas deshechas aspas
en la miseria
a la deriva cuando saltan
del cuerpo ya no son
mira mira las orillas
remos rotos hacia
dónde?
pero la ceja olvida
se levanta del cuerpo: —ya no soy
no tengo el ver
no tengo el verbo
¿hay esperanza para mí?
yo soy el que
tú la que no
doblan campanitas
de cuello amarillo
tú también
por un oído de sombras
escucha
la mañana
**
ESPERGESIA
quiero el agua
del paraíso, dice, alba
blanca, pura luz mirando el
reflector dice llena
luna sin culpas
el balde de mi alma
hasta el colmo
como quien toma del gollete
celestial actriz finge
la gota terrenal cuando
enjuga con la punta
del manto una sed de rocío: ella
cree en la eficacia
del vacío y representa
la escena pensada por dios
para salvarnos.
(de La muda encarnación)
**
Son chinas las tres chicas, pintadas por el fino pincel de un copista oriental. Ojos como rendijas miran la escena de la madre, lavando el kimono en el piletón del patio. Las miradas finitas rayan las ojeras de la madre, imitación de la sombra de un árbol exótico. Le dibujan persianas cerradas para protegerla de un sol de siesta, insoportable.
El alma china de la familia se llena como una palangana porteña al compás de los dichos maternales del agua. Y las tres chicas recuerdan, al unísono, los agujeros dejados por las balas. Los agujeros del recuerdo, multiplicados por tres, ensucian con la sangre del padre el kimono que la madre lava, infinitamente, adentro del piletón de sus propias ojeras.
Recordar, abrir el ojal de una herida llamada ojo, provoca un dolor de sol, insoportable, entre ceja y ceja. Por eso, a la sombra de un árbol exótico, las tres chicas pintan el alma de un dragón subiendo al cielo, con el fino pincel de sus pestañas.
**
En espacios reducidos es propicio menguar, como la luna y las mareas: la dirección del movimiento obedece a la necesidad. Es favorable decrecer con rectitud, orientados por el mapa nocturno que dibujan las tablas de planchar, cuando doblan sus hojas y culminan, firmes, en una reverencia.
Los biombos se someten al dictado de los tiempos y ceden, dóciles, las teclas de sus abanicos. Una escalera devora su propio caracol, peldaño por peldaño.
Algunos pensamientos ensobran sus intimidades y se apilan, al igual que las sábanas, en prolijos acordeones. Las mentes más realistas se ajustan tanto al pan pan y al vino vino, que después se desparraman en otras dimensiones, como la gente que vive apiñada en una pieza y sueña con la amplitud del paraíso.
**
Cuando las tres chicas se acercan, el padre cierra el abanico de sus sentimientos, de golpe. Tiene miedo el padre chino de que el calor de sus hijas desplanche las rayitas de su alma, plisadas con suma paciencia por sus antepasados.
El miedo le hace pitar de una boquilla elongada hasta el límite. Chupa del pico el hombre, y de su boca evaporada por el humo se desprenden pensamientos finitos como el perfil de un pez raya.
Es el opio de los pueblos con que carga su boquilla el que lo hace descifrar sus pensamientos en voz alta. "Esas tintoreras –dice de sus hijas— calientan la pava y después yo salgo hecho una planicie. Qué saben ellas, tan chiquitas, del trabajo que costó a mis antepasados imitar el oscuro abanico de las olas, escama por escama, durante milenios, hasta hacer de mi alma este biombo musical que sólo los hombres chinos saben desplegar con dignidad."
Al escucharlo, la más china de las tres chicas desenrolla el caracol de su rodete en señal de rebelión. Cae ondulado el bandoneón de su pelo, y el padre recuerda el golpe, seco, de una sombrilla al cerrarse.
(de La familia china)
**
Ofelia
Ofelia empleada
en una carnicería
frágil entendimiento
como la vida del dueño
su decrépito padre
Eso dicen las clientas
que andan —según ellas—
seguras porque sus padres
ya no las siguen
cuando escuchan los gritos
vacunos de Ofelia:
padre/ por qué/no me ayudas
“Frías espectadoras
siempre lejos de casa
nuestro drama no es: eso decimos
en voz baja
como el viento a las huellas
no es, no es, no
Eco
del eco de una vida
esa mujer atada
como una res
al padre
carnicero
nuestro drama no es”
Y sus miembros sintieron
esta marcha temprana de la ausencia
hasta gemir y suspirar
eternamente por ser
adoptada,
amor
amor recuerdas
cuando juntos
cruzamos el umbral
el uno para el otro
y el otro para
pero juntos
¿lo recuerdas?
Ah unidad
tus alas sobre la cima
del abismo
¿pero es que nunca
han visto
en el blanco mostrador de un espejo
su imagen res trozada
balbuceando no entiendo
lo que hago
no puedo, hilar nada con
nada?,
ilegible, ilegible
me dijo Él
tus pies son demasiado grandes
y manos de muchacho
no hacen juego
con el cuello tan corto
tu boca garabato
un yo tan débil, ah,
me dijo el omnisciente
¡mamarracho!
Carniceros fetichistas,
¿esto querían para mí?
Pura miel de cuidados
leche pura por mis ojos corre
antigua diosa madre, ten piedad
“Y si dieras la espalda como nosotras?
Nuestro camino es limpio
seguro como una playa… No hay piedras
tibias por el sol, ni arbustos donde descansar
pero tampoco sombras. Lejos de casa
nuestro drama no es —repite con nosotras—
como el viento a las huellas
como el viento a las huellas…”
¿Gracias, entonces? ¿Arrivederchi, adío,
entonces…? ¿Buenas noches, dulces señoras,
good night, ladies, good night?
(de Bestiario sentimental, inédito)
**
CARTA A PAPÁ
Miserable estratagema
para tenerte parecerme
a vos
ser en espejada lejanía
lo que brilla por ausencia
una estrella
no me llames ilusa
estoy arriba
reina de la nada
ardiendo en mis heridas
soy tu pequeño espejismo
qué peor atadura
ah, si quisieras llegar hasta aquí
y entraras en esta luz
en todo caso si así fuera, querido mío
la luz hiere, la luz es realidad
(de Bestiario sentimental, inédito)
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
1 comentario:
No lo había visto... Graciás Irene!
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