lunes, 28 de marzo de 2011

Palabras de musgo, palabras de labios, palabras de lentas corrientes

Otro poema de EZRA POUND

(Hailey, Idaho, EE.UU., 1885-Venecia, Italia, 1972)


Elogio de Isolda

En vano he luchado
para enseñarle a mi corazón a reverenciar;
En vano le he dicho:
“Hay muchos cantores mayores que tú”.
Pero su respuesta viene, como los vientos y como son de laúd,
como un vago lamento en la noche
que no me da reposo, diciéndome siempre:
“Canción, una canción”.

Sus ecos, jugando, se entrelazan en el crepúsculo
buscando siempre una canción.
¡Miradme! Estoy rendido de tantas tareas
y errando por tantos caminos mis ojos
se han vuelto como oscuros círculos rojos llenos de polvo.
Aunque todavía algo tiembla en mí, durante el crepúsculo,
y rojas palabras duendecillos claman: “¡Una canción!”
y grises palabras duendecillos claman por una canción,
y amarillas palabras hojas claman: “¡Una canción!”
Y verdes palabras hojas claman por una canción.
Las palabras son como hojas, viejas hojas amarillentas en la primavera,
Que vuelan sin saber a dónde, buscando una canción.

Blancas palabras como copos de nieve pero nada frías,
palabras de musgo, palabras de labios, palabras de lentas corrientes.
En vano he luchado
para enseñarle a mi corazón a reverenciar,
en vano le he aducido:
“Hay almas mayores que tú”.

Pues en la mañana de mis días llegó una mujer
atrayente como la luz de la luna;
como la luna atrae a las mareas:
“Canción, una canción”.

Y por eso le hice una canción y ella se alejó de mí
como la luna del mar,
pero aún vinieron las palabras hojas, las amarillentas palabras duendecillos,
diciendo: “El alma nos envía”.
“¡Una canción, una canción!”
Y en vano les grité: “No tengo ninguna canción,
pues aquella a quien canté se ha alejado de mí”.

Pero mi alma envió una mujer, una mujer del pueblo maravilloso,
una mujer como fuego en los bosques de pinos,
clamando: “Canción, una canción”.
Como la llama clama en la savia.
Mi canción ardió en ella, y ella se apartó de mí
como la llama deja los carbones así se fue hacia nuevos bosques
y las palabras conmigo quedaron
clamando siempre: “Canción, una canción”.

Y yo les dije: “No tengo ninguna canción”,
hasta que mi alma envió una mujer como el sol;
sí, como el sol que llama a la semilla,
como la primavera sobre la rama,
así es la que viene, la madre de las canciones,
aquella que lleva las palabras maravillosas en sus ojos,
las palabras, las palabras duendecillos
que siempre me reclaman:
“Canción, una canción”.

En vano he luchado
Para enseñarle a mi corazón a reverenciar.
¿Qué alma se inclinaría
mientras en su corazón estés tú?
***
Praise of Ysolt


In vain have I striven,
to teach my heart to bow;
In vain have I said to him
“There be many singers greater than thou”.
But his answer cometh, as winds and as litany,
As a vague crying upon the night
That leaveth me no rest, saying ever,
“Song, a song”.
Their echoes play upon each other in the twilight
Seeking ever a song.
Lo, I am worn with travail
And the wandering of many roads hath made my eyes
As dark red circles filled with dust.
Yet there is a trembling upon me in the twilight,
And little red elf words crying “A song”,
Little grey elf words crying for a song.
Little brown leaf words crying “A song”.
Little green leaf words crying for a song.
The words are as leaves, old brown leaves in the spring time
Blowing they know not whither, seeking a song.

White words as snowflakes but they are cold,
Moss words, lip words, words of slow streams.

In vain have I striven
to teach my soul to bow,
In vain have I pled with him:
“There be greater souls than thou”.

For in the morn of my years there came a woman
Aa moonlight calling,
As the moon calleth the tides,
“Song, a song”.
Wherefore I made her a song and she went from me
As the moon doth from the sea,
But still came the leaf words, little brown elf words
Saying “The soul sendeth us.”
“A song, a song!”
And in vain I cried unto them “I have no song
For she I sang of hath gone from me”.

But my soul sent a woman, a woraan of the wonder-folk,
A woman as fire upon the pine woods
crying, “Song, a song.”
As the flame crieth unto the sap.
My song was ablaze with her and she went from me
As flame leaveth the embers so went she unto new forests
And the words were with me
crying ever “Song, a song.”

And I “I have no song”,
Till my soul sent a woman as the sun:
Yea as the sun calleth to the seed,
As the spring upon the bough
So is she that cometh, the mother of songs,
She that holdeth the wonder words within her eyes
The words, little elf words
that call ever unto me,

“Song, a song”.
In vain have I striven with my soul
to teach my soul to bow.
What soul boweth
while in his heart art thou?

Traducción de E.L.Revol

1 comentario:

soylauraO dijo...

Alma, inspiración, dolor, angustia; pero, sobre todo una obsesión de amor inevitable.
Tal vez esa sea la definición de la búsqueda de la belleza. Tal vez, sea la definición escondida en todo arte.

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char