XIMENA ESPECHE
(Uruguay, 1974. Desde 1982 reside en Buenos Aires,
Argentina)
vamos. el gusano
comprueba la extensión de la carne.
un dedo levantado frente a la boca y pide silencio
al gusano avanza entre las falanges. come, delicia
come este perfecto andar de mis caderas,
las vueltas que tiene el vientre hasta hacer de riñón
de estómago el metraje específico para recorrer
kilómetros de buenaventura.
vamos. invito yo. no debe ser. no será así. gusano blanco
cuando amanezca ¿es cierto estarás a mi lado? cuando el sol
venga por mi. por ti ¿estarás a mi lado?
vamos.
gusano.
dedico estas palabras a tu buen gusto, todas las salivas
la piel que se escama entre tu piel, la seda cuando se rompe frente al clavo
filamento, baba, filamento. seda.
un día fue de día cuando eras un pequeño gusano, ¡aprende! ¡vamos!
hay unos colores –desconozco el origen de ese– hay unos. colores gusano.
dedico.
hay unas carnes –las conozco, son mías. mías–.
cuando gritabas bajo los brazos de mí. tuyo es.
los ojos los cierro. las manos cojean tu andar.
vamos. es tarde.
***
quería cantarles
que estábamos reunidos
sobre la rambla y que
el viento no amainaba
y que había ladridos
junto al tanque de gas
ya no usado ya no pájaros
ni vidrios rotos por la arena
quería contarles
que debajo del muelle no hay
esas botellas que viajan
con mensajes, que vuelven con
mensajes del otro lado de la orilla
quería escuchar otras cosas
con la oreja sobre el pasto
del campito y la vista en los cangrejos
la tonada se sigue fácil
acá en el viento se sigue
de remolino en remolino y de polvo
que está hecho todo, al polvo
a lo que todo vuelve, a la arena
al vidrio ese que tomamos
para reflejo del sol a la noche
con el fuego en la madera y los papeles
encendidos, diestros, quería
contarles de nuevo el cuento
de cuando la embarcación encalló
pérdidas innumerables de vidas
historias ahogándose entre algas
una canción de tormenta que escuchábamos
y no podíamos repetir.
la canción y la tonada y el viento
tres cosas que están enterradas en la arena
sin marca, frente al templo de los ingleses.
A mis hermanos, de Canciones
***
lear por lear
(fragmento)
Es el rey.
El rey
es el rey.
Véanlo, camina solo
lo pobre del camino
al soltiario del camino
del reino
al
reino,
sin él.
el reino,
Es el rey.
Él es el rey, véanlo.
No llora.
No come.
No estornuda.
¡líbrame de esta maldición de rey!
sin maldición
Es el rey.
Veamos al rey, ¿qué tiene el rey?
¡maldición!
¿qué NO tiene el rey?
¿el reino?
¿su corona?
INTERRUMPEN: ¿es que acaso ha muerto el rey?
¿el reino?
¿su corona?
véanlo pobre
no llora no come no estornuda
no nos dice
otra cosa
que del rey
se escuden
escuchen bajo
o alto
o ¡ALTO!
mudo el rey
dice:
"¡Tomasín, tengo el frío del rey!"
INTERRUMPEN: ¿acaso yace muerto el rey?
¿el reino?
¿su corona?
No sea que el rey se amenace de muerte
y la leva lo encuentre,
INTERRUMPEN (nuevamente): no TE entendimos
No sea que el rey se muera
Y el reino
Y la corona
INTERRUM ¡no ahora!
Y el rey no,
Y la corona lo absuelvan de morir,
de nuevo.
**
Foto: Daniel Grad
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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