domingo, 9 de octubre de 2011

Caldera, no cerebro, es antemano

FERNANDO MOLLE
(Buenos Aires, Argentina, 1968)



Del libro cerrado

Vida no bifurca, se unifica;
tapa cierra página y el ojo
toca el aire y ve lo que respira.
***
De la firma

Brazo movió tren, nunca la idea
trasera de mover sonido imprime
con mancha de carbón sobre la vía.

Caldera, no cerebro, es antemano
(palabra da palabra, nadie escribe)
que firma en propio aval con su poema.
***
De cómo reemplaza al que lo lee

Minuto a su favor se cobra libro
en fijo plazo a página invertida;
postizo por un tiempo da su día,
y alumbra bajo techo en quien lo lea.

Sentado, quien se inclina a su aventura,
en rápido renglón consume y mira
su día y otro día que él reúne
en punto ciego, fecha que termina.

Leído cada día, menos hora;
vivida cada hora, menos vida.
***
Del libro parecido

Poema repetir, poeta arruina;
tipeo, si no imanta, molde oprime,
y a gran bostezo amarra su albedrío.

Palabra, ya que estaba, se empeora
si vuelve a oído el taco de vecina;
poeta dicho dice que es poeta,
leído ya leído es olvidado.

Poema retirado no quería
volver a trabajar; así castiga.

3 comentarios:

hugo luna dijo...

una maravilla, Irene. gracias... descubrimiento (para mí) - saludo!

Irene Gruss dijo...

Gracias, don. Mi saludo, Irene

ALBIN dijo...

que poeta tan singular, seduce su forma de dar palabras, como que la poesía prevalece sobre lo que describe. Me agrada,gracias

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char