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martes, 9 de octubre de 2018

El corazón amortajado en esta alegoría

CHARLES BAUDELAIRE

Charles Baudelaire Portrait, por Samij Datta


(París, Francia, 1821-id., 1867)



El perro y el frasco

"Perrito mono, perrito bueno, perrito mío, ven aquí y aspira este excelente perfume que he comprado en la mejor perfumería de la ciudad".

Y el perro, moviendo el rabo, lo que, según tengo entendido, en estos pobres seres equivale a la risa y a la sonrisa, se acerca y pone, curioso, su húmedo hocico sobre el frasco destapado; luego retrocediendo de pronto asustado, empieza a ladrarme a modo de reproche.
- "¡Ay, miserable perro!; si te hubiera ofrecido un paquete de excrementos lo habrías olfateado con deleite y quizás devorado. En eso, indigno compañero de mi triste vida, te pareces al público a quien no hay que ofrecer nunca perfumes delicados que le exasperan, sino basuras cuidadosamente escogidas".

***
AL LECTOR La necedad, el error, el pecado, la tacañería,/Ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos,/Y alimentamos nuestros amables remordimientos,/Como los mendigos nutren su miseria./Nuestros pecados son testarudos, nuestros arrepentimientos cobardes;/Nos hacemos pagar largamente nuestras confesiones, /Y entramos alegremente en el camino cenagoso,/Creyendo con viles lágrimas lavar todas nuestras manchas./Sobre la almohada del mal está Satán Trismegisto/Que mece largamente nuestro espíritu encantado,/Y el rico metal de nuestra voluntad/Está todo vaporizado por este sabio químico./¡Es el Diablo quien empuña los hilos que nos mueven!/A los objetos repugnantes les encontramos atractivos;/Cada día hacia el Infierno descendemos un paso,/Sin horror, a través de las tinieblas que hieden./Cual un libertino pobre que besa y muerde el seno martirizado de una vieja ramera,/Robamos, al pasar, un placer clandestino/Que exprimimos bien fuerte cual vieja naranja./Oprimido, hormigueante, como un millón de helmintos,/En nuestros cerebros bulle un pueblo de Demonios,/Y, cuando respiramos, la Muerte a los pulmones Desciende, río invisible, con sordas quejas./Si la violación, el veneno, el puñal, el incendio,/Todavía no han bordado con sus placenteros diseños El lienzo banal de nuestros tristes destinos,/Es porque nuestra alma,/¡ah! no es bastante osada. Pero, entre los chacales, las panteras, los podencos,/Los simios, los escorpiones, los gavilanes, las sierpes,/Los monstruos chillones, aullantes, gruñones, rampantes/En la jaula infame de nuestros vicios,/¡Hay uno más feo, más malo, más inmundo!/Si bien no produce grandes gestos, ni grandes gritos,/Haría complacido de la tierra un despojo/Y en un bostezo tragaríase el mundo:/¡Es el Tedio! —los ojos preñados de involuntario llanto,/Sueña con patíbulos mientras fuma su pipa,/Tú conoces, lector, este monstruo delicado,/—Hipócrita lector, —mi semejante, —¡mi hermano!
***
Poema 116
Mi corazón, como un pájaro, daba vueltas, gozoso
Y planeaba libremente alrededor de las jarcias;
El navío rolaba bajo un cielo sin nubes,
Cual un ángel embriagado de un sol radiante.

¿Qué isla es ésta, triste y negra? —Es Citerea,
Nos dicen, país celebrado en las canciones,
El dorado banal de todos los galanes en el pasado.
Mirad, después de todo, no es sino un pobre erial.

—¡Isla de los dulces secretos y de los regocijos del corazón!
De la antigua Venus, soberbio fantasma
Sobre tus aguas ciérnese un como aroma,
Que satura los espíritus de amor y languidez.

Bella isla de los mirtos verdes, plena de flores abiertas,
Venerada eternamente por toda nación,
Donde los suspiros de los corazones en adoración
Envuelven como incienso sobre un rosedal

Donde el arrullo eterno de una torcaz
-Citerea no era sino un lugar de los más áridos,
Un desierto rocoso turbado por gritos agrios.
¡Yo, empero, vislumbraba un objeto singular!

No era aquello un templo sobre las umbrías laderas,
Al cual la joven sacerdotisa, enamorada de las flores,
Acudía, encendido el cuerpo por secretos ardores,
Entreabriendo su túnica las brisas pasajeras;

Pero, he aquí que rozando la costa, más de cerca
Para turbar los pájaros con nuestras velas blancas,
Vimos que era una horca de tres ramas,
Destacándose negra sobre el cielo, como un ciprés.

Feroces pájaros posados sobre su cebo
Destruían con saña un ahorcado ya maduro,
Cada uno hundiendo, cual instrumento, su pico impuro
En todos los rincones sangrientos de aquella carroña;

Los ojos eran dos agujeros, y del vientre desfondado
Los intestinos pesados caíanle sobre los muslos,
Y sus verdugos, ahítos de horribles delicias,
A picotazos lo habían absolutamente castrado.

Bajo los pies, un tropel de celosos cuadrúpedos,
El hocico levantado, husmeaban y rondaban;
Una bestia más grande en medio se agitaba
Como un verdugo rodeado de ayudantes.

Habitante de Citerea, hijo de un cielo tan bello,
Silenciosamente tú soportabas estos insultos
En expiación de tus infames cultos
Y de los pecados que te ha vedado el sepulcro.

Ridículo colgado, ¡tus dolores son los míos!
Sentí, ante el aspecto de tus miembros flotantes,
Como una náusea, subir hasta mis dientes,
El caudal de hiel de mis dolores pasados;

Ante ti, pobre diablo, inolvidable,
He sentido todos los picos y todas las quijadas
De los cuervos lancinantes y de las panteras negras
Que, en su tiempo, tanto gustaron de triturar mi carne.

—El cielo estaba encantador, la mar serena;
Para mí todo era negro y sangriento desde entonces.
¡Ah! y tenía, como en un sudario espeso,
El corazón amortajado en esta alegoría.

En tu isla, ¡oh, Venus! no he hallado erguido
Mas que un patíbulo simbólico del cual pendía mi imagen...
—¡Ah! ¡Señor! ¡Concédeme la fuerza y el coraje
De contemplar mi corazón y mi cuerpo sin repugnancia!
***
CASTIGO DEL ORGULLO 

En los tiempos maravillosos en que la Teología/ Florecía con la máxima savia y energía,/Se cuenta que un día un doctor de los más grandes,/—Luego de haber forzado/los corazones indiferentes;/Y haberlos conmovido en sus profundidades negras;/Después de haber franqueado hacia las celestes glorias/Caminos singulares para él mismo ignorados,/Donde sólo los Espíritus puros quizás habían llegado—,/Cual un hombre encaramado muy alto, presa de pánico, Exclamó, transportado por un orgullo satánico: "¡Jesús, pequeño Jesús! ¡te he impulsado tan alto!/Pero, si yo hubiera querido atacarte a despecho/De la armadura, tu vergüenza igualaría a tu gloria,/Y tú no serías más que un feto irrisorio!"/Inmediatamente su razón desapareció. El brillo de ese sol con un crespón se cubrió;/Todo el caos rodó en esa inteligencia,/Templo en otro tiempo viviente, pleno de orden y de opulencia,/Bajo las bóvedas del cual tanta pompa había lucido./El silencio y la noche se instalaron en él,/Como en una bodega cuya llave se ha perdido./Desde entonces se pareció a las bestias callejeras,/Y, cuando se marchó sin ver nada, a través/De los campos, sin distinguir los estíos de los inviernos,/Sucio, inútil y feo como una cosa usada,/Fue de los niños el júbilo y la irrisión.

De Las flores del mal. Versión E.S. Danero

lunes, 26 de marzo de 2018

Y los hechos, a veces, se me antojan patrañas

Charles Baudelaire
(París, Francia, 1821 - 1867) 

La voz

Se encontraba mi cuna junto a la biblioteca,
Babel sombría, donde novela, ciencia, fábula,
Todo, ya polvo griego, ya ceniza latina
Se confundía. Yo era alto como un infolio.
Y dos voces me hablaban. Una, insidiosa y firme:
«La Tierra es un pastel colmado de dulzura;
Yo puedo (¡y tu placer jamás tendrá ya término!)
Forjarte un apetito de una grandeza igual.»
Y la otra: «¡Ven! ¡Oh ven! a viajar por los sueños,
lejos de lo posible y de lo conocido.»
Y ésta cantaba como el viento en las arenas,
Fantasma no se sabe de que parte surgido
Que acaricia el oído a la vez que lo espanta.
Yo te respondí: «¡Sí! ¡Dulce voz!» Desde entonces
Data lo que se puede denominar mi llaga
Y mi fatalidad. Detrás de los paneles
De la existencia inmensa, en el más negro abismo,
Veo, distintamente, los más extraños mundos
Y, víctima extasiada de mi clarividencia,
Arrastro en pos serpientes que mis talones muerden.

Y tras ese momento, igual que los profetas,
Con inmensa ternura amo el mar y el desierto;
Y sonrío en los duelos y en las fiestas sollozo
Y encuentro un gusto grato al más ácido vino;
Y los hechos, a veces, se me antojan patrañas
Y por mirar al cielo caigo en pozos profundos.
Más la voz me consuela, diciendo: «Son más bellos
los sueños de los locos que los del hombre sabio».

Versión sin datos

jueves, 8 de febrero de 2018

Aquí piensan en pandilla, se divierten en pandilla, ríen en pandilla

Charles Baudelaire

(París, Francia, 1821-id., 1867)

Por Elvio Gandolfo

Charles Baudelaire viajó a Bélgica en busca del esquivo dinero, para dar varias conferencias en el Círculo de las Artes y buscar editor. En carta a la madre reconoce:
Entre nosotros, todo va muy mal. Llegué demasiado tarde. Existe aquí una gran avaricia, una lentitud infinita para todas las cosas, una cantidad enorme de cerebros vacíos, para decirlo claro, toda esta gente es más estúpida que los franceses.

Baudelaire no soportaba a Bélgica ni a los belgas. Sin embargo pasó sus dos últimos años de lucidez en ese país, hasta que un ataque cerebral (secuela de una sífilis mal curada) lo devolvió a París. Parte de esa experiencia (vivir en un país detestado) la trasladó a una abundante serie de anotaciones que se conocieron poco a poco, muchos años después de su muerte.
Fuente: La Nación, mayo de 2015.
***
Pobre Bélgica
(Fragmentos, cartas de la época)

Todo ha sido un fracaso. Quiero, sin embargo, que me sirva para algo y estoy haciendo un libro sobre Bélgica. ¡Ya he escrito la parte relativa a las costumbres, usos, política, clero, librepensadores! Ahora paso a ocuparme de Amberes, Bélgica, Malinas, Brujas, Lieja, Gante, etc. En resumidas cuentas, lograré
hacer un libro divertido mientras me aburro soberanamente.
***
 Aquí es temido volverse tonto. Atmósfera de sueño. Lentitud universal. (El corredor del ferrocarril es un símbolo.)
*
 "En una callejuela, seis damas belgas mean cerrando el paso, unas de pie, otras de cuclillas, todas muy bien vestidas."
*

Aquí piensan en pandilla, se divierten en pandilla, ríen en pandilla. Los belgas forman sociedades para encontrar una opinión. Por esa razón, no hay gente que sienta más asombro o desprecio con quien tenga una opinión disconforme con la suya. Además, a un belga le resulta imposible creer que un hombre crea
en todo lo que él no cree. Luego todo disidente es persona de mala fe.
El belga es muy inclinado a alegrarse de la desgracia ajena. Lo cual resulta ser, por otro lado, un motivo de conversación, ya que ¡se aburre tanto! Devoción generalizada por la calumnia. Fui varias veces víctima suya.
La miseria, que tan fácilmente enternece el corazón del filósofo en todos los países, aquí sólo puede inspirarle el más irresistible asco.
Así de marcada está la faz del pobre, desde su origen, con el vicio y la bajeza incurables. En Francia, la libertad está limitada por el miedo a los gobiernos. En Bélgica está suprimida por la necedad nacional.
Estoy en contra de la anexión. Bastantes necios hay ya en Francia, sin contar los de los antiguos territorios anexionados: bordeleses, alsacianos y demás. Pero no me opondría a una invasión y una razia, como en la Antigüedad, al estilo de un Atila. Todo lo bello podría ser llevado al Louvre. Nos pertenece de manera
más legítima que a los belgas, ya que ellos no entienden nada de arte.
Los belgas son tan tontos que no están dispuestos a luchar por sus ideas. Bien distinto sería ante una subida del precio de la cerveza.
*
 "El belga es como el ruso, teme que lo examinen. Quiere ocultar sus llagas."
***
"En el último momento, en el momento de marcharme -a pesar de todas las ganas que tengo de ver a mi madre, a pesar del profundo aburrimiento mayor que el que me producía la estupidez francesa, que me hizo sufrir tanto durante varios años- me sobrecogió un terror -un miedo indecible, horror de volver a ver mi infierno, de cruzar París sin estar seguro de poder repartir a mansalva el dinero."
**
Carta a su madre: 
"Adivinaste sin duda mi terror a cruzar París sin dinero, de quedarme en París, mi infierno, solo seis o siete días, sin poder ofrecer garantías fidedignas a unos cuantos acreedores. No quiero volver a Francia más que gloriosamente."
**
Carta a su madre
¿Tendré el tiempo suficiente, en el supuesto de que no me fallen los ánimos, para reparar todo lo reparable en mi vida? Si por lo menos tuviera la certeza de disponer aún de cinco o seis años. ¿Pero quién puede estar seguro de eso? La muerte se ha vuelto en mí una idea fija: sin venir acompañada por miedos
ñoños tanto he sufrido ya y tanto se me ha castigado que creo que pueden perdonárseme muchas cosas me resulta sin embargo odiosa por cuanto reduciría a la nada todos mis proyectos y por cuanto no he cumplido ni con un
tercio de lo que debo hacer en este mundo.
**
Carta a Narcisse Ancelle
1° «No puedo moverme; 2°, tengo deudas; 3° para terminar el trabajo debo
visitar cinco o seis ciudades». (...) «Disculpe la parquedad de mi estilo; le escribo con una pluma que me han prestado».
Murió el 1° de septiembre de 1867.

Fuente: valparaisoediciones.es
Pobre Bélgica, Valparaíso eds. Granada, 2014. Traducción de Pablo M. López Martínez y Marie-Ange Sánchez 

lunes, 26 de septiembre de 2016

Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?

Charles Baudelaire
(París, Francia, 1821-id., 1867)


El amor y el cráneo
Viñeta antigua

El amor está sentado en el cráneo
de la Humanidad,
y desde este trono, el profano
de risa desvergonzada,

sopla alegremente redondas pompas
que suben en el aire,
como para alcanzar los mundos
en el corazón del éter.

El globo luminoso y frágil
toma un gran impulso,
estalla y exhala su alma delicada,
como un sueño de oro.

Y oigo el cráneo a cada burbuja
rogar y gemir:
-Este juego feroz y ridículo,
¿cuándo acabará?

Pues lo que tu boca crueles
parce en el aire,
monstruo asesino, es mi cerebro,
¡mi sangre y mi carne!

Versión s/d

domingo, 25 de septiembre de 2016

Anhelabas la noche. Ya desciende. Aquí está

Charles Baudelaire
(París, Francia, 1821-id., 1867)






Tres versiones de "Recogimiento"
I

Sé cuerdo, oh mi dolor, y tente más tranquilo.
Pedías el Ocaso; él desciende, aquí está.
Una atmósfera oscura envuelve la ciudad
llevando para unos paz y a otros inquietud,

Mientras de los mortales la multitud vil,
bajo el látigo del Placer, verdugo sin merced,
va a asir remordimientos en la fiesta servil,
mi Dolor, dame la mano, ven por aquí,

lejos de ellos. Ves plegarse Años muertos
en balcones del cielo, con caducos ropajes;
surgir, de aguas profundas, sonriente, el Arrepentimiento;

el moribundo Sol bajo un arco endormirse;
y, como un largo sudario arrastrado de Oriente,
aprehende, mi querido, aprehende la dulce Noche que anda.

Versión de Aldo Oliva.
*
II

Sé sabia, oh Pena mía, y quédate en la calma.
Reclamabas la Noche; ya desciende; hela aquí:
Una atmósfera oscura la ciudad va envolviendo,
A unos lleva la paz, a otros la inquietud.

Mientras que de mortales la turbamulta abyecta,
Del Placer bajo el látigo, ese verdugo cruento,
Remordimientos coge en la fiesta servil,
Pena mía, tu mano ponla en mí; ven aquí,

Lejos de ellos. Doblarse ve los Años difuntos,
En balcones del cielo, en ropas anticuadas;
Cómo desde las aguas surge un Dolor risueño;

Y el Sol va ya durmiéndose moribundo en un arco,
Y, cómo, cual mortaja que viene del Oriente,
Escucha, amada, escucha: la dulce Noche avanza.

Versión de Juan Carlos Sánchez Sottosanto.
Nota sobre la traducción: he traducido Douleur por Pena para mantener el femenino (dolor es de este género en francés).
*  
III

Cálmate, dolor mío, y tu angustia serena. 
Anhelabas la noche. Ya desciende. Aquí está. 
Una atmósfera oscura cubre a París. Traerá 
a unos cuantos la paz, a otros muchos la pena. 

Mientras la muchedumbre que se rinde al placer 
­Su verdugo inclemente­ por las calles anhela 
Cazar remordimientos bajo la fiesta en vela, 
Tú, dolor, ven a mí. Dame la mano al ver 

Que es posible escaparse de los ya muertos años 
Con sus antiguos trajes en el balcón celeste. 
Ya brotan, como salen del mar, los desengaños, 

Cuando el sol, bajo un arco, se muere en lontananza. 
Ahora, tal un sudario que desciende del este. 
Observa, mi dolor: la inmensa noche avanza. 

Versión de José Emilio Pacheco
**
Recueillement

Sois sage, ô ma Douleur, et tiens-toi plus tranquille.
Tu réclamais le Soir ; il descend ; le voici :
Une atmosphère obscure enveloppe la ville,
Aux uns portant la paix, aux autres le souci.

Pendant que des mortels la multitude vile, 
Sous le fouet du Plaisir, ce bourreau sans merci, 
Va cueillir des remords dans la fête servile, 
Ma Douleur, donne-moi la main ; viens par ici,

Loin d'eux. Vois se pencher les défuntes Années, 
Sur les balcons du ciel, en robes surannées ;
Surgir du fond des eaux le Regret souriant ;

Le Soleil moribond s'endormir sous une arche,
Et, comme un long linceul traînant à l'Orient,
Entends, ma chère, entends la douce Nuit qui marche.

De Las flores del mal, 1857.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Como un niño: sin odio, sin remordimiento

Charles Baudelaire
(Francia, 1821-1867)

Alegoría
Esta es una mujer de rotunda cadera
Que permite en el vino mojar su cabellera.
Las garras del amor, las mismas del granito.
Se ríe de la muerte y la depravación,
Y, a pesar de su fuerte poder de destrucción,
Las dos han respetado hasta ahora, en verdad,
De su cuerpo alto y firme la altiva majestad.

Anda como una diosa y tiende sultana,
Siente por el placer fe mahometana.
Y cuando abre los brazos, sus pechos soberanos
Demanda la mirada de todos los humanos.

Ella sabe, ella sabe, ¡oh doncella infecunda!,
Necesaria, no obstante a la caterva inmunda,
Que la beldad del cuerpo es un sublime don
Que de cualquier infamia asegura el perdón.

Ella ignora el infierno y purgatorio ignora,
Y mirará por eso, cuando le llegue la hora,
La cara de la muerte en un tan duro momento,
Como un niño: sin odio, sin remordimiento.
**
C'est une femme belle et de riche encolure,
Qui laisse dans son vin traîner sa chevelure.
Les griffes de l'amour, les poisons du tripot,
Tout glisse et tout s'émousse au granit de sa peau.
Elle rit à la Mort et nargue la Débauche,
Ces monstres dont la main, qui toujours gratte et fauche,
Dans ses jeux destructeurs a pourtant respecté
De ce corps ferme et droit la rude majesté.

Elle marche en déesse et repose en sultane;
Elle a dans le plaisir la foi mahométane,
Et dans ses bras ouverts, que remplissent ses seins,
Elle appelle des yeux la race des humains.
Elle croit, elle sait, cette vierge inféconde
Et pourtant nécessaire à la marche du monde,
Que la beauté du corps est un sublime don
Qui de toute infamie arrache le pardon.

Elle ignore l'Enfer comme le Purgatoire,
Et quand l'heure viendra d'entrer dans la Nuit noire
Elle regardera la face de la Mort,
Ainsi qu'un nouveau-né, - sans haine et sans remords.

miércoles, 13 de enero de 2016

Envidiando de esas gentes la pasión tenaz

CHARLES BAUDELAIRE
(Francia, 1821-1867)


“El juego”

En los sillones marchitos, cortesanas viejas,
Pálidas, las cejas pintadas, la mirada zalamera y fatal,
Coqueteando y haciendo de sus magras orejas
Caer un tintineo de piedra y de metal;
Alrededor de verdes tapetes, rostros sin labio,
Labios pálidos, mandíbulas desdentadas,
Y dedos convulsionados por una infernal fiebre,
Hurgando el bolsillo o el seno palpitante;
Bajo sucios cielos rasos una fila de pálidas arañas
Y enormes quinqués proyectando sus fulgores
Sobre frentes tenebrosas de poetas ilustres
Que acuden a derrochar sus sangrientos sudores;
He aquí el negro cuadro que en un sueño nocturno
Vi desarrollarse bajo mi mirada perspicaz.
Yo mismo, en un rincón del antro taciturno,
Me vi apoyado, frío, mudo, ansioso,
Envidiando de esas gentes la pasión tenaz,
De aquellas viejas rameras la fúnebre alegría,
¡Y todos gallardamente ante mí traficando,
El uno con su viejo honor, la otra con su belleza!
¡Y mi corazón se horrorizó contemplando a tanto infeliz
Acudiendo con fervor hacia el abismo abierto,
Y que, ebrio de sangre, preferiría en suma
El dolor a la muerte y el infierno a la nada!

Versión sin datos

***


Dans des fauteuils fanés des courtisanes vieilles,
Pâles, le sourcil peint, l'oeil câlin et fatal,
Minaudant, et faisant de leurs maigres oreilles
Tomber un cliquetis de pierre et de métal;

Autour des verts tapis des visages sans lèvre,
Des lèvres sans couleur, des mâchoires sans dent,
Et des doigts convulsés d'une infernale fièvre,
Fouillant la poche vide ou le sein palpitant;

Sous de sales plafonds un rang de pâles lustres
Et d'énormes quinquets projetant leurs lueurs
Sur des fronts ténébreux de poètes illustres
Qui viennent gaspiller leurs sanglantes sueurs;

Voilà le noir tableau qu'en un rêve nocturne
Je vis se dérouler sous mon oeil clairvoyant.
Moi-même, dans un coin de l'antre taciturne,
Je me vis accoudé, froid, muet, enviant,

Enviant de ces gens la passion tenace,
De ces vieilles putains la funèbre gaieté,
Et tous gaillardement trafiquant à ma face,
L'un de son vieil honneur, l'autre de sa beauté!

Et mon coeur s'effraya d'envier maint pauvre homme
Courant avec ferveur à l'abîme béant,
Et qui, soûl de son sang, préférerait en somme
La douleur à la mort et l'enfer au néant!

miércoles, 16 de julio de 2014

Spleen

CHARLES BAUDELAIRE

(Francia, 1821-1867)

  ¡Qué penetrante es el final de los días de otoño! ¡Ah, penetrante hasta el dolor! Pues hay ciertas sensaciones deliciosas, cuya vaguedad no excluye la intensidad; y no hay punta más acerada que la del Infinito.

    ¡Gran delicia la de ahogar la mirada en la inmensidad del cielo y del mar! La soledad, el silencio, la incomparable castidad del azul, la pequeña vela que se estremece en el horizonte, y que por su pequeñez y su aislamiento imita mi irremediable existencia, la melodía monótona del oleaje; todas esas cosas piensan por mí, o yo pienso por ellas (¡pues en la grandeza de la meditación, el yo se pierde rápido!); esas cosas piensan, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones.

    No obstante, esas ideas, ya salgan de mí o broten de las cosas, se toman bien pronto demasiado intensas. La energía dentro dé la voluptuosidad crea un malestar y un sufrimiento positivos. Mis nervios demasiado tensos sólo producen ya vibraciones dolorosas y chillonas.

    Y ahora, la profundidad del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. Me sublevan la insensibilidad del mar, la inmutabilidad del espectáculo ...

    ¿Habrá que sufrir eternamente, o eternamente huir de lo bello? ¡Déjame, Naturaleza, hechicera sin piedad; rival siempre victoriosa! ¡Cesa de tentarme, en mis deseos y en mi orgullo! El estudio de la belleza es un duelo en el que el artista grita de espanto antes de ser vencido.

De Spleen de París
Traducción de Nydia Lamarque. 1º edición, 1961, México, Editorial Aguilar.
**
Spleen (I)
(1857)

Pluvioso, irritado contra la ciudad entera,
De su urna, en grandes oleadas vierte un frío tenebroso
Sobre los pálidos habitantes del vecino cementerio
Y la mortandad sobre los arrabales brumosos.

Mi gato sobre el ladrillo buscando una litera
Agita sin reposo su cuerpo flaco y sarnoso;
El alma de un viejo poeta vaga en la gotera
Con la triste voz de un fantasma friolento.

El bordón se lamenta, y el leño ahumado
Acompaña en falsete al péndulo acatarrado,
Mientras que en un mazo de naipes lleno de sucios olores,
Herencia fatal de una vieja hidrópica,
El hermoso valet de coeur y la dama de pique
Charlan siniestramente de sus amores difuntos.

Traducción de Eduardo Marquina, 1905
**
Spleen

Yo soy como ese rey de aquel país lluvioso,
rico, pero impotente, joven, aunque achacoso,
que, despreciando halagos de sus cien concejales,
con sus perros se aburre y demás animales.
Nada puede alegrarle, ni cazar, ni su halcón,
ni su pueblo muriéndose enfrente del balcón.
La grotesca balada del bufón favorito
no distrae la frente de este enfermo maldito;
en cripta se convierte su lecho blasonado,
y las damas, que a cada príncipe hallan de agrado,
no saben ya encontrar qué vestido indiscreto
logrará una sonrisa del joven esqueleto.
el sabio que le acuña el oro no ha podido
extirpar de su ser el humor corrompido,
y en los baños de sangre que hacían los Romanos,
que a menudo recuerdan los viejos soberanos,
reavivar tal cadáver él tampoco ha sabido
pues tiene en vez de sangre verde agua del Olvido.

Versión de Ignacio Caparrós
**
Spleen (2)

Yo tengo más recuerdos que si tuviera mil años.

Un gran mueble de cajones atiborrado de facturas,
De versos, de dulces esquelas, de procesos, de romances,
Con abundantes cabellos enredados en recibos,
Oculta menos secretos que mi triste cerebro.
Es una pirámide, una inmensa cueva,
Que contiene más muertos que la fosa común.
-Yo soy un cementerio aborrecido de la luna,
Donde, como remordimientos, se arrastran largos gusanos
Que se encarnizan siempre sobre mis muertos más queridos.
Yo soy un viejo gabinete lleno de rosas marchitas,
Donde yace toda una maraña de modas anticuadas,
Donde los pasteles plañideros y los pálidos Boucher,
Solos, exhalan el olor de un frasco destapado.

Nada iguala en longitud a las cojas jornadas,
Cuando bajo los pesados flecos de las nevadas épocas
El hastío, fruto de la melancólica incuria,
Adquiere las proporciones de la inmortalidad.
-Desde ya tú no eres más, ¡oh, materia viviente!
Que una peña rodeada de un vago espanto,
Adormecida en el fondo de un Sahara brumoso;
Una vieja esfinge ignorada del mundo indiferente,
Olvidada sobre el mapa, y cuyo humor huraño
No canta más que a los rayos del sol poniente.

Versión s/d
*
Otra versión

Albergo más recuerdos que si tuviera siglos.

Un gran aparador repleto de facturas,
Versos, cartas de amor, romances y procesos,
Con pesados cabellos que envolvieran balances,
Menos secretos guarda que mi aciago cerebro.
Es como una pirámide, como una inmensa cueva
Que contiene más muertos que la fosa común.
—Yo soy un camposanto que aborrece la luna
Donde como pesares se arrastran los gusanos
Que sin piedad se ceban con mis muertos más caros.
Soy un viejo boudoir lleno de ajadas rosas
En el que se entremezclan modas de un solo día;
Lamentables pasteles y un Boucher desvaído
Aspiran el aroma de un corrompido frasco.

Nada más insufrible que las rengas jornadas
En que, bajo los copos de nevadas eternas,
El tedio producido por el desinterés,
De la inmortalidad toma las proporciones.
—Desde ahora ya no eres, ¡oh viviente materia!
Más que una mole pétrea rodeada de espanto
Dormida en el confín de un Sahara brumoso;
Una ignorada esfinge del mundo indiferente,
Olvidada en el mapa, y cuyo arisco humor
A los rayos del sol poniente sólo canta.

Versión de Antonio Martínez Sarrión
**
Spleen [LXXVIII]

Cuando como una losa pesa el cielo plomizo
sobre el alma gimiente de un largo hastío presa,
y que abrazando el círculo de todo el horizonte
vierte un día más negro y triste que la noche;

cuando en húmeda celda la tierra se convierte,
donde, como un murciélago la Esperanza revuela,
golpeando los muros con sus alas medrosas,
y dando en los podridos techos con su cabeza;

cuando la lluvia extiende sus inmensos regueros
imitando las rejas de una vasta prisión,
y de infames arañas un pueblo mudo tiende
sus telas en lo más profundo del cerebro,

las campanas con furia saltan súbitamente
y lanzan hacia el cielo un aullido horroroso,
igual que los espíritus errantes y sin patria
que se echan a gemir obstinados y largos.

-Y pasan coches fúnebres, sin tambores ni música,
por mi alma lentamente; la Esperanza, vencida,
llora, y la Angustia atroz y despótica planta
su negro pabellón en mi cráneo abatido.

Baudelaire, Las flores del mal.
Traducción: Luis Martínez de Merlo

miércoles, 12 de junio de 2013

La eternidad ha durado un minuto

CHARLES BAUDELAIRE

(Francia, 1821-1867)

De Los Paraísos Artificiales
(Fragmentos)

"Yo vi una vez a un respetable magistrado, una persona honorable, como dicen de sí mismos los hombres de mundo, uno de esos individuos cuya seriedad artificial resulta siempre imponente, que, en el momento de comenzar a hacerle efecto el hachís, se puso de pronto a bailar el cancán más indecoroso", para concluir: "Cabe, pues, afirmar que la impersonalidad y la objetividad a las que antes aludía, y que no son sino el desarrollo excesivo del espíritu poético, no se darán jamás en la embriaguez del hachís de este tipo de personas."
***
 El Vino

 (...) El vino es semejante al hombre: Jamás se sabrá hasta qué punto es posible estimarlo y despreciarlo, amarlo y odiarlo, ni de cuántos actos sublimes o fechorías monstruosas es capaz. No seamos entonces más crueles con él que con nosotros mismos y tratémoslo como nuestro igual.
    A veces me parece que oigo decir al vino (que habla, con su alma, con esa voz de los espíritus que sólo los espíritus oyen): "Hombre, bienamado mío, quiero alzar hacia ti, a despecho de mi cárcel vítrea y de mis cerrojos de corcho, un canto lleno de fraternidad, un canto colmado de dicha, de luz y de esperanza. Yo no soy ingrato; bien sé que te debo la vida. Sé lo que el dármela te ha costado de labor y de, sol sobre la espalda. Tú me has dado la vida, y yo te recompensaré. Y te pagaré ampliamente mi deuda, pues experimento una dicha extraordinaria cuando caigo en un garguero sediento, después del trabajo. El pecho de un buen hombre es una morada que me complace más que las melancólicas e insensibles bodegas. Es una alegre tumba donde realizo con entusiasmo mi destino. Hago en el estómago del trabajador un gran tole-tole, y desde allí por escaleras invisibles, subo hasta su cerebro, donde ejecuto mi danza suprema.

 El Haschisch

 (...) La segunda fase se anuncia con una sensación de frescor en las extremidades, y con una gran debilidad; uno siente, como se dice vulgarmente, que tiene las manos de trapo, la cabeza pesada y una estupefacción general en todo el ser. Los ojos se agrandan, se sienten como tironeados en todos sentidos por un éxtasis implacable. La cara se llena de palidez, se vuelve marmórea y verdosa. Los labios se retraen, se recogen y parecen querer meterse para adentro. Roncos y profundos suspiros se exhalan del pecho, como si nuestra naturaleza anterior no pudiera soportar el peso de esta nueva naturaleza. Los sentidos adquieren una finura y una agudeza extraordinarias. Los ojos penetran el infinito. El oído percibe los sonidos más imperceptibles en medio de los ruidos más violentos.
    Y las alucinaciones comienzan. Los objetos exteriores adquieren apariencias monstruosas. Se nos revelan bajo formas desconocidas hasta entonces, luego se deforman, se transforman, y finalmente entran en nuestro ser o bien nosotros entramos en ellos. Los equívocos más singulares, las trasposiciones de ideas más inexplicables, se producen y se desarrollan. Los sonidos adquieren color, los colores adquieren música. Las notas musicales son números, y vosotros resolvéis con espantable rapidez prodigiosos cálculos aritméticos a medida que la música penetra vuestro oído. Estás sentado y fumas; pero crees estar sentado en tu pipa y que es tu pipa la que te fuma; y es tu propio ser el que se desvanece bajo la forma de nubes azuladas.
    Te encuentras allí muy bien, salvo que te preocupa y te inquieta una cosa: ¿Cómo haces para salir de la pipa? Esta fantasía dura una eternidad. Un intervalo de lucidez nos permite con gran esfuerzo mirar el reloj. La eternidad ha durado un minuto.

    (...) El vino exalta la voluntad; el haschisch la aniquila. El vino es un apoyo físico; el haschisch es un arma para el suicidio. El vino hace bueno y sociable; el haschisch aísla. El uno es laborioso, por así decirlo; el otro, esencialmente perezoso. ¿Para qué trabajar, en efecto, laborar, escribir, fabricar lo que sea, cuando se puede obtener el paraíso de un solo golpe? En fin, el vino es para el pueblo que trabaja y que merece beberlo. El haschisch pertenece a la categoría de los goces solitarios; está hecho para los miserables ociosos. El vino es útil, produce resultados fructíferos. El haschisch es peligroso e inútil.

    (...) Terminaré este artículo con algunas hermosas palabras que no son mías, sino de un notable filósofo poco conocido, Barbereau, teórico musical y profesor del Conservatorio. Yo estaba cerca de él en una reunión donde algunas personas habían tomado el bienaventurado veneno, y me dijo entonces con acento de desprecio indecible: "No comprendo por qué el hombre racional y espiritual se sirve de medios artificiales para llegar a la beatitud poética, puesto que el entusiasmo y la voluntad bastan para elevarlo a una existencia supernatural. Los grandes poetas, los filósofos, los profetas, son seres que, por el puro y libre ejercicio de la voluntad, consiguen llegar a un estado en el que son a la vez causa y efecto, sujeto y objeto, hipnotizador y sonánibulo."
Yo pienso exactamente lo mismo.

Traducción de Nydia Lamarque 1º edición, 1961, México, Editorial Aguilar.

martes, 27 de abril de 2010

Pozo de la verdad, claro y negro


CHARLES BAUDELAIRE
(Francia, 1821-1867)

De Mi corazón al desnudo
(Fragmentos)

XXXII

Teoría de la verdadera civilización. No reside en el gas, ni en el vapor, ni en las mesas de tres patas, sino que reside en la disminución de los rastros del pecado original. Los pueblos nómades, pastores, cazadores, agrícolas, y hasta antropófagos, todos pueden ser superiores, por su energía y por su dignidad personales, a nuestras razas de Occidente. Puede que estas últimas sean destruidas. Teocracia y comunismo.

Yo he crecido, en buena parte, gracias al ocio. Con gran detrimento para mí; pues el ocio sin fortuna aumenta las deudas, y de las deudas resultan las vejaciones. Pero con gran Provecho para mí; en lo que se refiere a la sensibilidad, a la meditación Y a la facultad del dandismo Y del diletantismo. Los otros hombres de letras, en su mayoría, son viles jornaleros, muy ignorantes.

Traducción de Nydia Lamarque 1º edición, 1961, México, Editorial Aguilar.
***
XLI

Cuando Jesucristo dijo: "Felices los hambrientos, porque ellos serán saciados",
Jesucristo hacía un cálculo de probabilidades.

Traducción de Nydia Lamarque 1º edición, 1961, México, Editorial Aguilar.
***
Cohetes
(fragmentos)


XV

Creo que el encanto infinito y misterioso que reside en la contemplación de un navío, y sobre todo de un navío en movimiento, se debe, en el primer caso, a la regularidad y a la simetría, que son una de las necesidades primordiales del espíritu humano, en el mismo grado que la complicación y la armonía; y en el segundo caso, a la sucesiva multiplicación y a la generación de todas las curvas y figuras imaginarias operadas en el espacio por, los elementos reales del objeto.

La idea poética que se desprende de esta operación del movimiento de las líneas es la hipótesis de un ser vasto, inmenso, complicado pero eurítmico, de un animal lleno de genio, sufriendo y suspirando todos los suspiros y todas las ambiciones humanas.
***
XVI

En lo moral como en lo físico, siempre he tenido la sensación del abismo, no sólo del abismo del sueño, sino del abismo de la acción, del ensueño, del recuerdo, del deseo, de la añoranza, del remordimiento, del número, etc.

He cultivado mi histeria con regocijo y terror. Ahora, siempre siento el vértigo, y hoy, 23 de enero de 1862, he sufrido una singular advertencia; he sentido pasar sobre mí, el viento del ala de la imbecilidad.

Traducción de Nydia Lamarque 1º edición, 1961, México, Editorial Aguilar
***
Proyectos de Prólogos
para la Segunda Edición (1859-1860)


No es para mis mujeres, mis hijas o mis hermanas que se ha escrito este libro; tampoco para las mujeres, las hijas o las hermanas del vecino. Dejo esta tarea a aquellos que tienen interés en confundir las buenas acciones con el bello lenguaje.
Sé muy bien que el amante apasionado del bello estilo se expone al odio de las multitudes; pero ningún respeto humano, ningún falso pudor, ninguna coerción, ningún sufragio universal serían capaces de obligarme a utilizar la jerga incomparable de este siglo ni a confundir la tinta con la virtud.
Poetas ilustres se han repartido desde hace tiempo las provincias más florecidas del dominio poético. Me pareció entonces más interesante, y tanto más agradable cuanto más difícil parecía la empresa, tratar de extraer la belleza del Mal. Este libro, esencialmente inútil y absolutamente inocente, no ha sido hecho con otro objeto que el de divertirme y el de ejercer mi apasionada afición al obstáculo.
Algunos me dicen que estas poesías pueden hacer mal; no me he alegrado por ello. Otros —almas buenas—, que ellas pueden acarrear un bien; y esto no me ha afligido. El temor de los unos y la esperanza de los otros me han sorprendido por igual, y no han tenido otro valor que convencerme, una vez más, de cómo este siglo ha olvidado todas las nociones clásicas relativas a la literatura.
A pesar de la forma en que algunos pedantes célebres han contribuido a la tontería natural del hombre, jamás hubiese creído, que nuestra patria pudiese marchar con semejante velocidad por el camino del progreso. Este mundo ha adquirido una costra de vulgaridad tal, que el desprecio que suscita en el hombre de espíritu adquiere la violencia de una pasión. Pero este mundo pertenece a la categoría de aquellos carapachos a los cuales el veneno mas corrosivo sería incapaz de perforar.
Tenía en un principio la intención de responder a una serie de críticas y al mismo tiempo de explicar algunas cuestiones muy simples que se encuentran totalmente oscurecidas por las luces modernas: "¿Qué es la poesía?" "¿Cuál es su fin?" Hablarla así de la distinción entre el Bien y la Belleza, de la Belleza en el Mal; diría que el ritmo y la rima responden en el hombre a las necesidades inmortales de monotonía, de simetría y de sorpresa; de la adaptación del estilo al tema; de la vanidad y de la peligrosidad de la inspiración, etc., etc.; pero esta mañana he cometido la imprudencia de leer algunos periódicos, y repentinamente una indolencia de veinte atmósferas de peso se desplomó sobre mi y me obligó a detenerme ante la espantosa inutilidad de explicar sea lo que fuere a quien quiera que sea. Los que saben, me adivinan ya sin que yo diga nada; y para los que no pueden o no quieren comprender, sería infructuoso todo intento de explicación.

Editorial Poseidón. Colección: Los Raros. 1945.
Traducción: Roger Pla

***
EL JUEGO

En los sillones marchitos, cortesanas viejas,
Pálidas, las cejas pintadas, la mirada zalamera y fatal,
Coqueteando y haciendo de sus magras orejas
Caer un tintineo de piedra y de metal;

Alrededor de verdes tapetes, rostros sin labio,
Labios pálidos, mandíbulas desdentadas,
Y dedos convulsionados por una infernal fiebre,
Hurgando el bolsillo o el seno palpitante;

Bajo sucios cielos rasos una fila de pálidas arañas
Y enormes quinqués proyectando sus fulgores
Sobre frentes tenebrosas de poetas ilustres
Que acuden a derrochar sus sangrientos sudores;

He aquí el negro cuadro que en un sueño nocturno
Vi desarrollarse bajo mi mirada perspicaz.
Yo mismo, en un rincón del antro taciturno,
Me vi apoyado, frío, mudo, ansioso,

Envidiando de esas gentes la pasión tenaz,
De aquellas viejas rameras la fúnebre alegría,
¡Y todos gallardamente ante mí traficando,
El uno con su viejo honor, la otra con su belleza!

¡Y mi corazón se horrorizó contemplando a tanto infeliz
Acudiendo con fervor hacia el abismo abierto,
Y que, ebrio de sangre, preferiría en suma
El dolor a la muerte y el infierno a la nada!

1857.
Versión desconocida
***
XCII

LOS CIEGOS

¡Contémplalos, alma mía; son realmente horrendos!
Parecidos a maniquíes; vagamente ridículos;
Terribles, singulares como los sonámbulos;
Asestando, no se sabe dónde, sus globos tenebrosos.

Sus ojos, de donde la divina chispa ha partido.
Como si miraran a lo lejos, permanecen elevados
Hacia el cielo; no se les ve jamás hacia los suelos
Inclinar soñadores su cabeza abrumada.

Atraviesan así el negror ilimitado,
Este hermano del silencio eterno. ¡Oh, ciudad!
Mientras que alrededor nuestro, tú cantas, ríes y bramas,

Prendada del placer hasta la atrocidad,
¡Mira! ¡Yo me arrastro también! Pero, más que ellos, ofuscado,
Pregunto: ¿Qué buscan en el Cielo, todos estos ciegos?

1860.
Versión desconocida
***
LO IRREMEDIABLE

I

Una Idea, una Forma, un Ser
Surgido del azur y caído
En una Estigia cenagosa y plomiza
Donde ninguna mirada del Cielo penetra;

Un Ángel, imprudente viajero
Que ha tentado el amor de lo informe,
En el fondo de una pesadilla enorme
Debatiéndose como un nadador,

Y luchando, ¡angustias fúnebres!
Contra un gigantesco remolino
Que va cantando como los locos
Y pirueteando en las tinieblas;

Un desdichado hechizado
En sus tanteos fútiles,
Para huir de un lugar lleno de reptiles,
Buscando la luz y la clave;

Un condenado descendiendo sin lámpara
Al borde de un abismo cuyo olor
Traiciona la húmeda profundidad,
De eternas escaleras sin peldaños,

Donde velan monstruos viscosos
Cuyos enormes ojos fosforescentes
Hacen una noche más negra todavía
Dejándoles visibles sólo a ellos;

Un navío apresado en el polo,
Como en una trampa de cristal,
Buscando por qué estrecho fatal
Ha caído en aquel calabozo;

-Emblemas nítidos, cuadro perfecto
De una fortuna irremediable,
¡Qué hace pensar que el Diablo
Realiza siempre bien cuanto él hace!

Versión desconocida
***
II

¡Coloquio sombrío y límpido
De un corazón convertido en su espejo!
Pozo de la Verdad, claro y negro,
Donde tiembla una estrella lívida,

Un faro irónico, infernal,
Antorcha de gracias satánicas,
Consuelo y gloria únicos,
-¡La conciencia en el Mal!

1857.
Versión desconocida
**
Imagen: Autorretrato en pluma

martes, 30 de junio de 2009

Como si fueran remos


Un paseo por la vida y pocos poemas
de CHARLES BAUDELAIRE
(Francia, 1821-1867)


1821.- En París, el 9 de abril nace Charles-Pierre Baudelaire (curiosamente la única fuente que diside con la mencionada es la que aporta Théophile Gautier, quien fecha el nacimiento de su amigo el 21 de abril) en la calle Hautefeuille Nº 13 (actual sede de la editorial Hachette). Es bautizado el 7 de junio del mismo año en la iglesia de Saint-Sulpice de la capital.
En el London Magazine se publica Confessions of an english Opium-eater de Thomas de Quincey.
1827.- El 10 de febrero fallece a los 68 años el padre de Charles, Joseph-François Baudelaire. El pequeño Charles, de sólo 6 años, permanece junto a su madre por 20 meses en la casa de Neuilly.
Edgar Poe: El Tamerlán y otros poemas. Muere William Blake.
1840/1.- Charles se matricula en la Facultad de Derecho de París. Conoce a Gérard de Nerval, a Balzac y a otros escritores. Época de despilfarro y orgías. Por estos días escribe su propio epitafio:

"Yace aquí quien por haber amado demasiado a las zorras,
Descendió joven aún al reino de los topos".

1847.- Charles vive con Jeanne Duval. En enero se publica La Fanfarlo en el Bulletin de la société des Gens de Lettres con un estilo influenciado por Balzac y donde el personaje Samuel Cramer, como señalara anteriormente, tiene rasgos de personalidad de Baudelaire. Conoce a Poe leyendo El Gato Negro. Courbet pinta a Charles (El Hombre de la Pipa).
1848.- 22 de febrero, Charles participa de la revolución que derroca a Luis Felipe y contempla como un guardia mata de un golpe de bayoneta a un indefenso. El 24 está en las barricadas con fusil en mano. Días mas tarde, funda con unos amigos (Champfleury y Toubin) un diario de los muchos del momento. Él mismo, con blusa blanca, vende ejemplares por la calle. Sólo salen dos números. Luego se desempeña como secretario de redacción de Tribune Nationale, periódico republicano. El 15 de julio, publica la primera traducción de Poe hecha por Charles en La Liberté de Penser: Révélation Magnétique. Octubre lo sorprende como redactor en jefe de un diario conservador: Le Représentant de l’Indre. Se publica en L’Echo des merchands de vin: Le vin de l’assassin.
1850.- Baudelaire hace copiar sus poemas en "dos volúmenes en cartoné y dorados" por el calígrafo Palis. Baudelaire es presentado a Madame Sabatier por Théophile Gautier. En octubre, aparecen en Le Magasin des families unos poemas mientras se anuncia la aparición próxima de Les Limbes (más tarde Les Fleurs du Mal).
1853.- Charles traduce El Cuervo de Poe en L’Artiste y es publicado el 1º de marzo. Hace lo propio con otro texto de ese hermano lejano: Philosophie de l’ameublement. Este texto se inserta en Le Monde Littéraire del 27 de marzo. La misma publicación se encarga de publicar el 17 de abril el ensayo Morale du Joujou (La Moral del Juguete). El 3 de marzo le escribe una carta a Madame Sabatier y se la envía con el poema Réversibilité. El gran Ulyses Petit de Murat tradujo así los primeros versos en la mejor prosa:

"Angel lleno de alegrías, ¿conoces la angustia, la vergüenza, los remordimientos, los sollozos, el hastío y los vagos terrores de esas noches espantosas, que comprimen el corazón como un papel que uno arruga? Angel lleno de alegría, ¿conoces tú la angustia?".

1857.- El 4 de febrero envía los manuscritos de Les Fleurs du Mal. El 8 de marzo aparecen las Nouvelles Histoires Extraordinaires (Nuevas Historias Extraordinarias) de Edgar Poe traducidas por Baudelaire. El 28 de abril fallece su padrastro, el general Aupick y su madre se muda a Honfleur de inmediato. El 25 de junio sale por a la venta la edición 1º de Les Fleurs du Mal. Al parecer, Le Fígaro tiene un plantel incansable de talentos reconocedores del buen arte y esta vez, el 5 de julio y bajo la firma de un tal Gusteve Bourdin, en la sección Ceci et Cela (de aquí y de allá), aparece la siguiente crítica: "...en estos versos lo odioso se codea con lo innoble, lo repugnante se alía a lo infecto...". Supongo que una persona capaz de semejantes apreciaciones idiotas, debe haber creído seriamente que sus líneas eran, en el mejor de los sentidos, crítica literaria. Lo cierto que esa basura le trajo a Charles dolores de cabeza en forma de demandas judiciales. El 11 de julio, Baudelaire le escribe a Poulet-Malassis informándole del embargo de los ejemplares en venta en París. El 18 de agosto le escribe a Madame Sabatier pidiéndole si le era posible intervenir ante los jueces en su favor. 20 de agosto, audiencia pública en la sexta Cámara Correccional. Resultado: Condena al autor a pagar 300 francos de multa y al editor 200 francos por ultraje a la moral pública y a las buenas costumbre; supresión de seis poemas: "Las Alhajas", "El Leteo", "A la que es Demasiado Alegre"; "Lesbos", "Mujeres Condenadas" y "La Metamorfosis del Vampiro".
El 24 de agosto aparecen en Le Présent "Seis poemas nocturnos" (poemas en prosa). El 30 del mismo mes, tiene por fin a Madame Sabatier. Curiosamente, al día siguiente, todo ha terminado. Dice ella: "Mi cólera era bien legítima. ¿Qué debía suponer cuando te veía huir de mis caricias, si no es que pensabas en la otra cuya alma y cara negras venían a interponerse entre nosotros? En fin, me siento humillada y rebajada. Sin el respeto que tengo por mí misma, te injuriaría." El 18 de octubre, publica en L' Artiste, un artículo sobre Madame Bovary. En noviembre se publica en Le Présent y en la Revue européenne algunos poemas.
1864.- Aparecen los primeros seis poemas en prosa en Le Fígaro, el 7 y el 14 de febrero, con el título de Le Spleen. El siempre imbécil Villemessant, aquel responsable en Le Fígaro de aquella crítica patética publicada a propósito de la aparición de Les Fleurs du Mal por su yerno Bourdin, ahora dice: "Sus poemas aburren a todo el mundo". (...) Baudelaire se va a probar suerte a Bélgica el 24 de abril y se instala en Bruselas, donde espera la comprensión de los belgas. Programa conferencias y comienza con una sobre Eugène Delacroix. Esta tuvo lugar el 2 de mayo: no había prácticamente nadie. A pesar de ello, un informe del encargado de la sección Bellas Artes del Independence Belge es sumamente favorable. Prueba ahora suerte hablando sobre Théophile Gautier. Cuenta Porche que la asistencia no excedía la veintena y que al finalizar la charla, quedaban 3 personas. Otro fracaso. Así paso con la tercera hasta que en otro encuentro, al poco tiempo de comenzada la charla, se puso de pie y grito "Basta con esto". Toma la decisión de ser justificadamente agredido: Ríe, bebe y dice a su auditorio que es pederasta...
1867.- Nada que decir desde esa fulminante tarde en la iglesia Belga hasta el fatídico 31 de agosto en que fallece Baudelaire en los brazos de su madre. Ese mismo día comienza la Revue nationale la publicación de sus últimos poemas en prosa. El 2 de septiembre se realizan los funerales en Saint-Honoré de Passy con la asistencia de mas de un centenar de amigos y escritores. Lo inhuman en el cementerio de Montparnasse, junto al general Aupick, su padrastro. Sus amigos Banville y Asselineau pronuncian algunas palabras sobre su tumba. Unos pocos acompañan al cortejo fúnebre por el calor que, dicen, marcaba ese día. Verlaine, Fantin-Latour y Manet fueron algunos. La Asociación de Gentes de Letras no envió a ningún delegado... toda una delicadeza. Idéntica inacción mostraron los periódicos locales. Solamente el diario de los Goncourt y seis meses más tarde acusan de esta manera más que rara (estúpida diría): "La locura del artista, del escritor, hace que se los sobreestime una vez muertos; del mismo modo que la guillotina contribuye al asenso de la escritura de los guillotinados en los catálogos de autógrafos". (...)

Fragmentos tomados de Cronología de Charles Baudelaire,
por Hernán Isnardi

***

El albatros

Por diversión, a veces, los marineros cazan
algún albatros, grandes pájaros de los mares,
que siguen, indolentes compañeros de viaje,
al barco que navega sobre abismos amargos.

Ni bien los dejan sobre las planchas de cubierta,
esos reyes del cielo, torpes y avergonzados,
arrastran, lastimosos, sus grandes alas blancas
al costado del cuerpo, como si fueran remos.

¡Ese viajero alado, qué tosco ahora, y qué enclenque!
¡Tan bello hace un instante, qué feo y qué ridículo!
Para burlarse, uno le da a fumar en pipa;
otro, haciéndose el rengo, imita al que volaba.

El poeta es semejante al señor de las nubes,
que vive en la tormenta y se ríe del arquero;
exiliado en el suelo, abucheado por todos,
sus alas de gigante le impiden caminar.

Traducción: Ezequiel Zaidenwerg.
**

La Naturaleza es un templo cuyos vivientes pilares, dejan a veces escapar
confusas palabras. El hombre posa allí a través de bosques de símbolos,
que lo observan con miradas familiares.
Como largos ecos que de lejos se confunden en una tenebrosa y profunda unidad
-vasta como la noche y como la luz- los perfumes, los colores y los sonidos
se responden.
Hay perfumes frescos como carne de niño, dulces como los oboes, verdes como
las praderas. Y hay otros corrompidos, ricos y triunfantes, que tienen
la expansión de las cosas infinitas, como el ámbar, el almizcle, el benjuí
y el incienso, que cantan los transportes del espíritu y los sentidos.

El Crepúsculo Matutino

La diana cantaba en los patios de los cuarteles, y el viento de la mañana
soplaba sobre las linternas.
Era la hora en que el enjambre de los sueños malhechores crispa sobre sus
almohadas a los adolescentes morenos; en que, como un ojo sangriento que palpita
y se mueve, la lámpara pone sobre el día una mancha roja; en que el alma,
bajo el peso del cuerpo huraño y pesado, imita los combates de la lámpara y el día.
Como un rostro en llanto que las brisas enjugan, el aire está lleno del
estremecimiento de las cosas que huyen. Y el hombre está cansado de escribir
y la mujer de amar.
Las casas aquí y allá comienzan a echar humo. Las mujeres de placer,
con los párpados lívidos, la boca abierta, duermen con su sueño estúpido;
las pobretonas, arrastrando sus senos flacos y fríos, soplan sobre sus tizones
y sobre sus dedos.
Es la hora en la que entre el frío y la tacañería se agravan los dolores de
las mujeres parturientas; como un sollozo cortado por una sangre espumosa,
el canto del gallo desgarra a lo lejos el aire brumoso; un mar de neblinas baña
a los edificios, y los agonizantes, en el fondo de los hospitales, exhalan su
estertor en hipos desiguales. Los crápulas regresan, destrozados por sus andanzas.
La aurora, tiritando en traje rosa y verde, avanza lentamente sobre el Sena
desierto. Y el sombrío París, frotándose los ojos -viejo trabajador-
empuña sus herramientas.

Remordimiento Póstumo

Cuando duermas, mi bella tenebrosa, en el fondo de un monumento construído,
en mármol negro, y no tengas por alcoba y mansión más que una bóveda lluviosa
y una fosa profunda; cuando la piedra, oprimiendo tu pecho miedoso y tus flancos
que ablanda una molicie encantadora, impida a tu pecho latir y querer y a tus pies
seguir su curso aventurero, la tumba, confidente de mi sueño infinito
-porque la tumba siempre comprenderá al poeta- durante esas largas noches de las que
el sueño, ha sido desterrado, te dirá: "¿De qué te sirve, cortesana imperfecta,
no haber conocido lo que lloran los muertos?" -Y el gusano roerá tu piel,
como un remordimiento.

Las Flores del Mal, traducción de Ulyses Petit de Murat. Ediciones DINTEL, 1959.
Edición limitada de 700 ejemplares.
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char