domingo, 29 de agosto de 2010

Muerto el fauno

Y ahora, muerto el fauno, quién nos tirará galletitas, avales, votos de confianza o de desprecio, algún epíteto misógino, o el más fascista de la cuadra; quién va a decirnos ahora Ave, yo soy el César; venid, monitos a mí, yo los absuelvo o los condeno, les doy el contrato, haced con él lo que les dé la altura... En esa rama, allí, o la de más arriba. Quién va a decirnos por qué lo hacemos mal, y bien; por qué seremos dignos, algunos, de mirarlo a los ojos o del derecho sagrado, impar, de cerrarlos tan pronto, tan temprano aún, para que el fauno duerma. I.G.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

sin palabras. Increìble (maritza)

Jorge Aulicino dijo...

qué idea la suya

Irene Gruss dijo...

Más que una idea, era ver la jaula... Gracias por pasar, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char