viernes, 6 de agosto de 2010

CLARA LAIR

Mercedes Negrón Muñoz
(Barranquitas, Puerto Rico, 1895-1973)


Carta a Ada Elena
 (fragmento)

Ada Elena, esta noche vi al hombre que tú amas.
Tú estás allá perdida en la ciudad inmensa.
Entre los rascacielos va tu figura tensa
de silencio y amor; como una esfinge en llamas.

Esta noche lo he visto. Sus altos hombros recios
se inclinaban un poco; sus ojos altaneros
miraban tiernamente los seres pasajeros...
Tiernos sus ojos, hechos de todos los desprecios.

Y yo pensé un instante que acaso estaba triste...
Por qué el hueco en su hombro por tan corto tuviste;
porque fuera tan parca sobre ti su mirada,
un leve regocijo tocó mi alma angustiada.
Cuando de pronto, oh amiga, de sus labios que oíste
tanto y tan poco... ¡brotó alegre una gran carcajada!

Ada Elena, no sueñes, no esperes, no imagines.
Mira el amor, si pasa, cual zumbador sin tiento.
No seques, por claustrada, la flor de tus jardines.
No tases –oro puro- lo que se lanza al viento.

El amor es fugaz y es frágil y es pequeño.
Girasol del instinto, no mide si cambió
en mitad de la ruta de un sueño, hacia otro sueño...
El hombre que tú amas lo acata: tú y yo no.

Ada Elena: en las calles hay cien mil hombres ávidos.
Resplandecen las luces. El vino en oros pálidos,
O en rubíes encendidos, pinta de bello la vida.

“El amor es fugaz y es frágil y es pequeño.”
Ríe, bulle, enloquece... y cuando llegue el sueño,
Duerme con el olvido de la bestia rendida!
***
Angustia

A veces soy tan lejos, lejos de todo esto.
A nada me acomodo, en nada me recuesto:
Las palmas, los coquíes son sonido, paisaje...
Yo siempre estoy ausente, yo siempre estoy de viaje.
En vano es que mi alma se incendie con afanes
y se prenda a los ojos potentes flamboyanes,
ni que por los caminos se me fugue el anhelo...
para topar de pronto la montaña y el cielo.

...Y el andrajo de pajas del pobre caserío,
y el andrajo de gente y el escuálido río,
y los pueblos cuadrados con la iglesia en el centro
y el cementerio junto: estanques muertos dentro
del perenne bullir y saltar de las olas,
perenne ante mi alma impaciente y a solas.

Por doquiera que voy, por doquiera que vaya,
en el vaho soporoso de mestizo y quincalla...
La misma semimuerta vida del pueblo atado
por el mar implacable, de costado a costado...

...(Y el hombre de la esquina, ojitorvo y moreno,
que no mira a mis ojos y que mira a mi seno,

que masculla entre dientes una frase lasciva
cuando paso a su lado desdeñosa y altiva...)

¡Y a veces soy tan de ellos y ellos tan míos!
¡Las palmas, los coquíes, el monte, los bohíos...!

¡El escuálido río, que es como mis hazañas,
cintajo de rumores encerrado en montañas!

¡Y mi amor en tinieblas sollozando escondido,
como un triste y oculto coquí despavorido!

¡Y el mar, perenne mar, que me exalta y me abate,
que es como el corazón, en un late que late
perdido en el vacío, y oído, tan oído,
que ya no sé qué lleva ni sé lo que ha traído...!

...(Y el hombre de la esquina, ojitorvo y moreno...
¡Ah qué sienes viriles exaltará mi seno,
que no torne cenizas la llamarada esquiva
que enciendiera mi cuerpo su mirada lasciva...!
***
Pardo Adonis


De la uva exhausta de mis cinco sentidos exprimo
en tu honor, pardo Adonis, esta gota de vino...
¡Vino de tedio tinto!
¡Hincha a solas el río seco de mi instinto!
¡Hincha y suelta mi río hacia el bosque perdido
de lo desconocido!
El día, pardo Adonis, donde mi tedio estanco,
es todo blanco...
¡Tedio de la blancura, del color sin color...!
¡Por tu cuerpo y la noche, de mis ojos lo arranco!
¡Mis ojos quieren sombra!
¡Mis ojos quieren triste resplandor!
Mi pena quiere alfombra
y cortinaje negro...
Mi pena quiere frente a sí el allegro
de máscara de tu reír sin fondo...
¡Tu risa, flor de hiel!
***
Letanía egoísta

¡Ay, sólo quisiera
vivir las mismas cosas de distinta manera!

¡Volver a florecer; saberme florecida;
y balancearme al ritmo más quieto de la vida!

En el jardín salvaje del amor ser altiva
planta, que no florece sino al que la cultiva.

Desterrar de mi torre de reposo y de pan,
la pirueta a lo absurdo de Pierrot y Don Juan.

Oponer al foetazo encendedor del trópico,
el músculo de piedra de mi maestro exótico.

Mi maestro sajón, que burló mi donaire,
y que trocó mi canto en bostezos al aire.

¡Ay, sólo quisiera
vivir las mismas cosas de distinta manera!

No dar nada de más; dar sólo lo pedido;
y retirarlo al punto si no es retribuido.

En fría selección de rosales y eras,
desparramar mi yo por las cosas certeras.

Lanzar mi vanidad en la ruta trazada
de lo que ya está hecho, de lo que cuesta nada.

¡Volver a revivir, fuerte, dura y fornida,
y caminar atlética y autómata la vida!

¡Ay, sólo quisiera vivir
las mismas cosas de distinta manera!

¡Mirar el mundo todo como brusca humorada,
y a cambio de su nada darle también mi nada!

2 comentarios:

staff dijo...

¡Qué liinda y cuánto humor!
it's raining men!
salú.

Irene Gruss dijo...

Gracias, Staff. Mi saludo, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char