domingo, 29 de marzo de 2009

Un abuelo italiano no habla: come


Algunos poemas
de EDUARDO MILEO
(Buenos Aires, Argentina, 1953)


De Inmigrantes
(2007, fragmento)


Dos trabajadores aran, cultivan, martillan, inventan, bombean, atornillan. Se aman. Son, como Quevedo, polvo enamorado: se abrazan a la tierra que algún día serán.
**
Se esperan cartas. Oír la voz del ser amado. Ver su mano trazando la palabra insegura, amorosa, quebrada. Renovada en el amor, siempre la misma. Se espera ser amado, recordado, esperado. Se espera demasiado. La carta que llega no es para el que la recibe, sino para el que la esperaba.
(...)
Un abuelo italiano no habla: come. Una nieta argentina no escucha: mira comer. El espacio que hay entre los dos es una relación carnal. Los une la comida: se devoran. La niña llena una jarra: saciando al abuelo, se sacia. Paradójicamente, el hombre es un hueco, y la mujer un impulso que empuja y lo llena.
***

Del trabajo poético-musical Irala, sueño de amor y de conquista.
(La obra está estructurada con canciones, poemas y cartas. La música es del compositor Raúl Mileo.) Fragmento.


Muerte del guerrero
(De cómo la muerte de un soldado se parece a la muerte de cualquiera)


No respira.
El aire no se mueve.
Ni las hojas se mecen
al soplo de su boca.
No respira ni deja
su aliento sobre el vidrio.
Ni los ojos se mueven
en el cielo clavados.
No deja la noche de caer
sobre sus hombros.
No respira. Ya
no dejará de haberse ido.

Venganza
(De los sentimientos que producen en el hombre una perseverancia animal)

Rocío de beber.
Y nada más.
Que ayune el cielo hasta dar con ellos.
Cortar.
Dejar la selva llana y encontrarlos.
Y volver a cortar.
Pero esta vez cabezas.
Y luego sí:
los ríos que a la boca vengan beberlos
y comer lo de ayer
lo de hoy
lo de mañana.
Por ahora los ojos en la maleza.
Sólo cortar.
Y dar con ellos.
**

De Poemas del Sin Trabajo
(Ediciones en Danza, 2007)

El que está sin trabajo

El que está sin trabajo
cuelga de un perchero.
Su cotidiano deshacerse,
su ser nadie más que ropa
expuestos como un cuadro.
«Esto no es un perchero»,
habría dicho Magritte
si no fuera una momia,
una nada hecha de polvo y misterio.
Pero qué puede decir el sin trabajo
si desaparece de su ropa,
si no es nadie en el amor del mundo.

Con la punta de los dedos
aferra el puño de la camisa holgada.
Siente en la yema los hilos
de la tela raída.
Y vuelve a colgar de su perchero
como la momia de Magritte.

2 comentarios:

Nurit dijo...

El poema del abuelo italiano es increíble.

Irene Gruss dijo...

¿Ha visto? Gracias, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char