martes, 19 de abril de 2011

Eterno es lo que no se mueve

BASILIO URIBE
(Buenos Aires, Argentina, 1916-1997)

EL INSTANTE ETERNO


¿Vive la mujer que el hombre amó?
¿Vive todavía?
¿Vive el hombre que amó a la mujer?
La historia exterior los detiene
en cuadros cortados de una serie móvil,
posturas donde una mano se alza
y queda en el aire siempre,
la hoja de helecho en el aire detenido,
alguien que se vuelve y mira
de frente
la eternidad.

¿El niño llegó a crecer?
¿Se hizo hombre, escribe?
¿Sufre cuando escribe ahora
y fija de otro modo
esta escena?

Eterno es lo que no se mueve.
***
El gomero en la noche

De lo alto llega
el fluir del silencio
nacido en el negro estelar.
Algo dice
el rumor sin sonido
en lo hondo.

Transitan los astros
la noche sin término,
las criaturas lo saben,
y esperan.

Qué rumor extraño
hace el viento
en el gomero
cuando usurpa de noche
todo el patio
de la casa vecina.
***
Puchero a la porteña
a Carlos Peralta


Un simposio, un seminario
o un congreso
que trate cuestiones de peso,
por ejemplo, de semántica,
semiótica o pragmática
-hierática, demótica
o háptica-;
nada de una reunión
sobre señales y signos,
religiosos, populares
o simplemente táctiles,
como ocurre en algún taxi
con la chica que está al lado,
eso, digo, es necesario.

¿Qué se hicieron las palabras del ayer,
qué se ficieron?

El señor Villon pescaba truchas
sobre el Sena desde el puente,
y nevaba.

¿Y de las nieves de antaño?
Nada.

Las palabras de ayer y las palabras de hoy
las nieves del mañana
tienden todas a la única Palabra.
Good Heavens, Old Master, I remember you
as a mild shadow coming from the place
which our common being belongs to,
either you call it super ego, mystical body
or so.
So, I claim this is neither plagiarism nor influence,
but an up-to-date way to do it,
I mean, to operate your own ideas with somebody’s words,
to embody them and to use them
to go on saying
que la Palabra hace posibles las palabras,
Europa hace posible Buenos Aires,
y si bien Corrientes –la avenida– tiene algo de Bagdad,
y Corrientes –la provincia– algo de Arabia
en la efusiva infusión del flex,
Buenos Aires es siempre Buenos Aires,
primer consumo de Coca Cola per cápita en el mundo,
tomá mate.

–Anda , chico, pues pon tú la tele, ¿y qué ves?,
vaya, una balacera,
y qué tantos tiros tiran,
chico,
O Marshall,
-not marshall, But Marshall-
O.K., the medium is the message,
but look at all de messages
that come up to the masses
from the television set
and what?
–What what?
–Bang bang.
Don’t you see it?
Well I see it.
So, that’s why I ask you
the meaning of meaning
–Not you Richards, but you, Marshall
–What do you understand by meaning?
Inside meaning, I mean.
For media are mean means for meaning,
they take different meanings
which mean
meaningful skins.

Las truchas jugaban
y se enjugaban
en el edén
transparente
del Sena
iban
volvían
se alzaban
en el peso delgado
de las aguas
alivianadas
Micer Villon no olía la pasta
de las calles
borraba las curdas y los ruidos
de la gorda Margot
pensaba
dónde estaría
el paladín Carlomagno
atravesada
ada
ada
la mirada
azul
de bebé rufián
en las aguas.

–Marshall, marshall
(Not Marshall, but marshall)
en la balacera le dieron
al tío hermano de la nieta
de Peyton!
–Who’s Peyton, man?
–¡Mr. Peyton, hombre! ¿Qué cuántos años
tienes
para no saberlo?
Peyton, el del Place,
chico.
don Peyton, vaya.

Y Corrientes –la avenida–
es un río chato de asfalto,
donde el olor del viejo París se vuelve ruido
mezclado con el color charro
de las pizzas,
pizze,
delle pizze, si capisce,
siamo tutti da qui, insomma, da questa
città italiana cognominata
Buénose Áirese,
perciò, ma guarda che parola,
qui diciamo pizzas.
Digo, un afluente negro que rodea
el Obelisco,
y luego baja, y se tira al río
de aguas de color
de dulce de leche,
a cuatro cuadras de la casa rosa
con su luna de empanada.
Plaza de Mayo tiene todavía
algo de azúcar,
de chocolate
y dulce de membrillo.

Un poco más y se rueda al puerto
que se llena de italianos
con los barcos.

Porque, ¡encogerse!, al inicio
Buenos Aires fue española,
née espagnole elle fut française,
fu francese, fu italiana, ¡mamma!,
And i t’s failing being American.
¿Y los ingleses, viejito?
Sacó Olmos de los Elms,
bautizó, pero fijáte,
Reinafé a los Queenfaith,
y en el Buckingham Palace, oí,
que te caigas muerto, tocan
la marcha de San Lorenzo.
Se llenaron los cafés
y otras yerbas de tedescos:
el de Hansen y los Munich,
Hotel Justen y Bar Dienste,
y el río Kolor de Cerfeza.
Y me trago las mansardas,
mueblesluises, barrionorte,
el Bois de Palegmò aussi,
y cualquier semiología
de Lutecia con sus galos,
para dar en los paisanos
y media Arabia saudita,
la flor de ambas Corrientes, y ver
que Buenos Aires, gran puchero,
de políticos, salames,
melones y papafritas
en un invento uruguayo.

–Now, look, Marshall Mcluhan,
look man,
no McLuhan will come into
the country of the Pampas,
no, Comesario,
ningún grinfo,
chei,
diánde,
pa’eso tenemos mandamás bigotazo.
Bigotes,
y otras cosas,
digo,
el mandamás,
tiene,
Comesario,
digo,
el mandamás,
tiene.

Ahora, si querés, mandáte el mito,
poné la voz vocacional,
abrí el parlante, cantá
que Buenos Aires se despena en arrabales,
y en el silencio orillero se huele olor a salvia.
Hablá de las florcitas y la noche humilde,
meté la milonga sacra, y te mandás la lástima,
el desprecio, la autoflagelación, el masoco;
eso, el evangelio, viejito:
a cada porteño su edipo,
ningún porteño sin su masoch.
Transmití tu noche triste, hermano:
acordáte, la viejita, mirá che, y bueno, viejo,
metéle, las cosas hay que hacerlas,
metéte, no te metás,
quevashacerle eslavida
–cuidadito con las eshesh–
é mufa, qué qui
mejor no seguirla, qué ca.

Monsieur Saussure,
Primer y Segundo Grupos de Praga,
señores glosemáticos,
¡COMPAÑEROS!
Debemos usar sincrónicamente
las diacronías de los sintagmas,
porque primero largan los sintagmas
y después se vienen con los gautamas.
Debemos llamar sintagmas los bla, bla, bla,
o te quemás
(este es un sintagma por diacronía oral
que se tragó al vas muerto, sonáste,
chau pichi,
inter alia).
El habla es sincrónica
y la lengua diacrónica;
el habla es popular,
mas la lengua el sumerio adopta,
el ugarítico, el agapanto,
y aquí, no más, el sofonisbo
y el fenareta.
Por eso, en vos, Monsieur Saussure, ya sabéis.
Pero qué subdesarrollo, no la acaban más
con don Lévi, el Ávestrauz.

–Correcto, chico, correcto,
Pues vuelve a la tele, ¿y qué ves?
Pues un comercial, vaya,
lo que se dice un comercial
de muebles inflatables,
chico.
¿Y qué quieres tú que digan
en un comercial de muebles inflatables?
Algo muy superior, pero muy superior,
chico,
algo supremo;
mira tú qué bien, pero qué requetebién
suena ese jingle:
la cache es G.B. Hache
que sabe lo que es cache.
Y mírate esa serial,
esa sí que es golpiza,
hombre.

–François, viens! –gritaron desde lo alto,
y él dijo:
–Ta gueule, Margot
y le dijeron
cul de crapaud
para incitarlo,
y él dijo, o no dijo,
lo pensó,
pero no dijo,
algo sobre las nieves del pasado.
Ocurrió el año en que las cornejas
se helaban en el aire,
y caían como piedras
rompiendo los tejados.
Un gran viento oscuro sopló
alrededor de la tierra,
dijeron.
Se hizo difícil vivir.
Robaban los panes del altar.
Mientras tanto, los caballos morían de pie.
Y los días se hicieron
iguales a los días.
Y la ciudad cobró la forma lenta
de la serpiente
atardada
de la procesión.

–¿Y esho, viejo qué é?
–Moríte, esh un plato volador, pibe,
¿y esho dó que hablan?
Ché,
shi parecen
un boliguayo y un colonriqueño,
¿en qué paísh eshtamo?
¡Fijáte, viejo, fijate,
uno le dice al otro
que el plato esh un platívolo
y los chamush alienígena!

Empezaron a caérseles los dedos
a los ahorcados,
y luego otras partes que se trizaban
contra el suelo.
Flotaron prodigios y señas en lo alto;
un perro de fuego y un río escarlata,
dijeron en Metz.
Hubo muchos objetos voladores
no identificados.

Pero nada de eso había ocurrido aún
cuando François dijo
con voz casi dulce
–Ta gueule, Margot
ta gueule,
y la inmensa gorda llenó
el rectángulo de la ventana.

Y el público leyó
FIN
en el Cine Gran Rex

Noviembre de 1968
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char