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jueves, 6 de octubre de 2016

Así así dispuesta a un suelo tartamudo de tanto pisar

Dolores Etchecopar
(Buenos Aires, Argentina, 1956)


querés soltar la lengua los pasos
llegar antes que la noche a tu vida verdadera
pero empezás y no conseguís el encanto de salir corriendo
no largás la pequeñez de tus propósitos
viviste demasiado poco
apenas lo suficiente
para rodar por tu costado más firme
así así dispuesta a un suelo tartamudo de tanto pisar
el mismo sitio   no conseguís abandonarte al encanto
de salir corriendo quedás varada entre los ruidos del mundo
y tus pensamientos lastimosos
recordás la hoja del ombú
cómo acariciaste la lentitud de su crecimiento
imaginando tu aniquilación
irresistible el encanto de salir corriendo
sin punto de llegada   sin los golpes vanos de la espera
lejos de lo escrito
ir por insinuantes terrenos
ir por los pastos y a luna que un día de tu infancia
escondiste a tiempo    justo a tiempo
para tener donde vivir
**

entonces vi que la ciudad se hundía 
y grité después....... mucho después 
un grito que me llevó de mí hasta el tiempo 
y no se oyó 
dónde era que yo rogaba por nosotros 
los que íbamos 
íbamos 
con las aguas y las flores y los restos 
de una frase a medio decir 
porque el No alumbraba ese lugar inmenso 
donde el viento de las palabras 
soplaba sin cesar
y nos apagaba

de El cielo una sola vez, hilos editora, 2016.

lunes, 22 de agosto de 2016

¿Será para huéspedes su ausencia?

Dolores Etchecopar

(Buenos Aires, Argentina, 1956)

52

mi hijo se muda en invierno 
hay cosas que no entran en la caja 
donde él puso sus zapatos y sus lápices 
quedan partituras dentro mío 
de una pieza inconclusa dolorosa 
agradecida 
¿pondré un bonsái en el cuarto vacío? 
¿será para huéspedes su ausencia? 
la puerta de su cuarto no sabe 
si quedarse abierta o cerrada 
es un telar la escalera 
que subo y bajo desaforada 
tejiendo con mis pies 
lo que mi boca no llega a decirle 
mientras él guarda sus estampas budistas 
adentro de un diccionario

cuando él se vaya 
se quedará el invierno buscando 
las hojas de los árboles

mi hijo se muda esta tarde 
lo encomiendo al ángel que creció 
de la dulce costumbre de sus pasos 
por la casa
***
47.

acerco mi corazón a la oscuridad de este río

¿qué harán sus materias coléricas y la dulzura
que viene del fondo?

¿tengo voz
para llegar a esta ciudad
a este tiempo?

la devastación no alcanza a detener
el traspaso de un pensar delicado

cada cosa
ruega amor
***
14

cuando yo tenía tres años
en el dibujo que coloreaba
siempre quedaba una punta
que se salía del contorno
todavía falta volvías a decirme
condenando el defecto
cada vez que te mostraba mi dibujo
(eras mi hermana dijeron)
durante años estuve borrando
lo que se pasaba de la raya
pero fue inútil
vuelve a brotar insistente
perdurable el defecto
aunque ya no hay nadie allí
donde sigues señalando
el defecto avanza por su cuenta
resquebraja los muros
como una briosa maleza
que ya no quiero arrancarme
tengo para él
otro alimento
otros parientes

 De EL COMIENZO, hilos editora, 2010.

jueves, 4 de agosto de 2016

Una admonición que no estaba en mí comprender

 DOLORES ETCHECOPAR
(Buenos Aires, Argentina, 1956)



Tomada de murraymag.com
2.

estuve llamando con el nombre equivocado 
lo que vino habló y habló en una lengua desconocida
abracé la destemplanza y la fruición de los materiales 
de noche al apoyar el oído en la almohada latían  
barrios remotos iluminados como pequeños altares
las palabras despeñaban una y otra vez 
una admonición que no estaba en mí comprender

5.

el hachazo no se vio 
entró por las hojas y los pájaros
el grito destemplado del chimango 
durante años y sin darse a conocer 
alguien le dejó su sangre intranquila
es mujer dijeron 
sorprende que así
toreada por la muerte
se sostenga 
                                 su balido de oveja negra urgido a salir 
                                 por la boca del matarife


De El cielo una sola vez (Hilos, 2016).
***
Redención

una mesa
el ruido de un tren al irse una ciudad
una mano
no sabe cómo se entra
pero abre tus lágrimas
y vuelve con tu rostro a la tierra

De Notas salvajes, Editorial Argonauta,  1989.

jueves, 9 de julio de 2015

No pude verla y seguí escribiendo


Dolores Etchecopar
(Buenos Aires, Argentina, 1956)

cuando empecé a escribir

el poema a mi padre
vino mi madre
me tocó el hombro
no pude verla y seguí escribiendo
el poema del padre
el padre que escribía frente a la ventana
tampoco la vio
desapacible en la cornisa
ella abrió las manos
soltó el corazón de mi padre
soltó el mío
y no la vimos

Tomado de vallejoandcompany.com

martes, 15 de febrero de 2011

No sé decir el mar la olla el sueño

DOLORES ETCHECOPAR

(Buenos Aires, Argentina, 1956)

El pozo

mi hijo no hace pie en el alba
tampoco hace pie esa ciudad donde estuvimos
ni el tren que iba a Berlín
ni los muertos que suben y bajan
la ropa de los vivos
nada hace pie ni la pobreza ni la risa
ni los ruidos feroces ni las luciérnagas
bajo el gran país que suelta la noche
digo unas palabras aparto a la extraña mujer
que se prepara en mi sollozo digo unas palabras
antes de que ella me enmudezca con sus fábulas
y su desmemoria
mi hijo no hace pie en el alba
el tren que iba a Berlín
los vivos que suben y bajan
la ropa de los muertos
nada hace pie
en el llamado
nada hace pie
en el silencio ese niño
nunca sabrá
por qué afuera de la luna
golpean a un viejo caballo
***
No sé las palabras

Yo no sé decir las palabras
No sé decir el mar la olla el sueño
No sé la palabra narcótica
que los días iguales susurran
No sé las palabras que hablan solas y de prisa
No sé decir la luna
ni su rodilla lastimada sobre el cerro
No sé decir hoy es un día
una calle
un gemido
una época remota del deseo
En este lugar oscuro y sin noticias
llevo mi piedra de lágrimas
unas palabras que nada dicen
y muy lentamente
***
3.

estuve ensayando un chillido
la consagración
interceptada por miles de bocas
estuve ensayando
la desmesura
del más breve amor
por un trino
por una margarita
por la pata verde delgadísima
del tata-dios
infinitas pequeñeces luchando
libélulas corriendo en el aire
portadoras de anuncios
avatares sin ton ni son
toman mis ojos por asalto
mi corazón me llama
por la ventana de otro corazón
para un respiro
antes que caiga la noche
y obligue a los pétalos y a los pétalos
***
11.

no recuerdo haber gritado
mamaaaaaaaaaá
como hacen esos niños imperiosos
cada vez la a me sobresalta
desgarra materias sutiles abandonadas
si yo le hubiera gritado así a mi madre
se hubieran desprendido de mí
las escasas partículas impalpables
de sus visitas
ese grito la hubiera desviado
de mi pecho
de su hilo
***

tu muerte y mi vida
están sucediendo juntas
se extrañan
se crían
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char