miércoles, 21 de julio de 2010

Breves como fotos

Dos poemas de JOHN BERGER
(Inglaterra, 1926- )


Pañuelo

Por la mañana
doblado con sus flores silvestres
lavado y planchado
apenas ocupa espacio en el cajón.

Ella lo agita en el aire
y se lo ata a la cabeza.

Por la noche se lo quita
y lo deja caer
sin desatar en el suelo.

En un pañuelo de algodón
entre las flores estampadas
un día laborable
ha escrito su sueño.
**
In the morning



folded with its wild flowers
washed and ironed
it takes up little space in the drawer.
Shaking it open

she ties it round her head.
In the evening she pulls it off


And lets it fall
still knotted to the floor.

On a cotton scarf
Among printed flowers
a working day
has written its dream.
***
La flor en el corazón

Cuando abro la cartera
para mostrar mi documento
para pagar algo
o para consultar el horario de trenes
te miro.

El polen de la flor
es más viejo que las montañas
Aravis es joven
para ser una montaña.

Los óvulos de la flor
seguirán desgranándose
cuando Aravis, ya vieja,
no sea más que una colina.

La flor en el corazón
de la cartera, la fuerza
de lo que vive en nosotros
sobrevive a la montaña.
Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos.

*
The flower in the heart



When I open my wallet
to show my papers
pay money
or check the time of a train
I look at your face.


The flower's pollen
is older than the mountains.
Aravis is young
as mountains go.


The flower's ovules
will be seeding still
when Aravis then aged
is no more than a hill.

The flower in the heart's
wallet, the force
of what lives us
outliving the mountain.
And our faces, my heart, brief as photos.
**
Traducción: s/d
Crédito foto: El País.com

2 comentarios:

Griselda García dijo...

Cuánta belleza. Gracias, Irene, por compartir.

Irene Gruss dijo...

Gracias, Griselda; para eso es, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char