martes, 9 de agosto de 2016

Las cosas vienen, embisten y se van


MARÍA JULIA MAGISTRATTI
(Azul, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1976)

Una gota cae sobre una chapa,
el ruido que escuchás es la velocidad con la que se acercan
al mundo las cosas incontenibles:
el amor, una idea sobre algo,
el embrión de tu hijo.
Las marcas que aparecen en tu cara
son de la velocidad de la vida
sus meteoros tempranos
desatando el presente.
La respiración:
el sonido de la velocidad con la que nos detenemos
apegados a la salida de la luz.
Todas las conspiraciones atacadas por las vacunas, las frazadas,
los remedios.
El apasionado camino de las hormigas
es la línea de la vida que se mueve.
Ahí van las nubes que se persiguen entre sí, orientadas
en la flotación
y tu lágrima que sale sola
perseguida por aguas tuyas
-la primera lágrima es la lágrima, el resto es la velocidad
del pensamiento-
El estruendo que hacés cuando pisás
es la velocidad de la caída del tiempo,
como una gota estallando
las superficies.
Todo está expuesto de una vez para siempre:
las cosas vienen, embisten y se van.
Y en el mismo suspenso
todos los abrazos son el mismo.
***
Pegar la vuelta

Deberíamos volver a nuestros pueblos
con la bolsa de los mandados,la regadera,
el hongo de yeso
intactos.
Volver a pronunciar el nombre de un santo patrono,
sólo porque no tiene sortilegio
y sí en cambio,el horizonte abierto
y la memoria del olor de las casa de familia,
                                                                       nunca el mismo.

Oirás en el camino de regreso decir "allá eramos pobres"
y antes de que te acuerdes
ya tirante esta la costura en tus rodilla,aquello del vuelco de la infancia en bicicleta
y ya presiente a los trenes que llegan
tus oídos pegados a las vías.

Barro y piedra son las constelaciones reales,
sin límites
como la desigualdad y los opuestos.

El futuro devuelve las estampa de un anciano
correteado por los niños
y volando ropa de las cuerdas.

No hay remedio para los que bebieron del ombligo de una naranja.
Vivirán desesperados aquellos que descubrieron la división
del mudo
detrás de una ligustrina.
Y el tamaño de sus deseos irá en línea recta al horizontes
igual que las hormigas.

Si ya no reconoces las llaves con las que abría la puerta
de tu casa
deberíamos volver a nuestros pueblos
a encontrar
los tesoros que dejamos a merced de las gallinas.
***
Las partes

Lleva una soga en la mano
y la soga lleva una vaca entristecida.
Todas las vacas del mundo están entristecidas.

Y si sucede la soga y la vaca,
también sucede el hombre, velado de un ojo,
cantado en la madrugada por los gallos.

El ojo que le falta soy yo que lo miro,
y todo mi cuerpo tiene presión de ojo, viaje de iris,
y me vuelvo absoluta
porque miro a un hombre, una soga y una vaca.

Siempre somos la parte que a otro le falta.

Alguien puede ser ahora las manos que he perdido;
mi mente soplada por vientos que también son de la tierra pero
que suceden adentro
y mi corazón.
Alguien que tenga un músculo puede ser mi corazón
que me sobra y me falta;
que de madrugada,cuando los gallos cantan,
se abisma
y acontece lejos su abeja entre las flores.

Alguien puede tener lo que nos falta.

Yo tengo ahora un deseo demasiado grande
que se vuelve
hombre,
soga
y vaca entristecida.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char