jueves, 18 de marzo de 2010

Como quien es mirado, amado y conocido


SOPHIA DE MELLO BREYNER ANDRESEN
(Portugal, 1919-2003)


Llamé por mí cuando cantaba el mar...

Llamé por mí cuando cantaba el mar
Llamé por mí cuando corrían las fuentes
Llamé por mí cuando morían los héroes
Y cada ser me dio señal de mí.
***
Eurídice

Éste es el círculo que trazo alrededor de tu cuerpo amado y perdido
Para que cercada seas mía

Éste es el canto de amor con que te hablo
Para que escuchando seas mía

Éste es el poema –engaño de tu rostro
Donde busco la abolición de la muerte.
***
Biografía

Tuve amigos que morían, amigos que partían
Otros quebraban su rostro contra el tiempo.
Odié lo que era fácil
Me busqué en la luz, el mar, el viento.
***
En el punto

En el punto donde silencio y soledad
Se cruzan con la noche y con el frío,
Esperé como quien espera en vano,
Tan nítido y preciso era el vacío.
***
Si todo el ser al viento abandonamos...

Si todo el ser al viento abandonamos
Y sin miedo ni compasión nos destruimos,
Si morirnos en aquello que sentimos
Y podemos cantar, es porque estamos
Al desnudo, el propio dolor meciendo en sangre
Frente a las madrugadas del amor.
Cuando la mañana brille otra vez floreceremos
Y el alma beberá ese esplendor
Prometido en las formas que perdemos.
***
AQUÍ

Aquí...
Aquí, depuesta al fin mi imagen,
Todo lo que es juego y es pasaje,
Dentro de las cosas canto desnuda.

Aquí soy libre -eco de la luna
Y de los jardines, los gestos recibidos
Y el tumulto de los gestos presentidos,
Aquí soy yo en todo cuanto amé.

No por aquello que sólo atravesé,
No por mi rumor que sólo perdí,
No por los actos inciertos que viví,

Sino por aquello donde resoné
Y en cuyo amor de amor me eternicé.
***
DÍA

Mi cara se mezcla con el día
Nubes tejados ramas y diciembre
Apasionada estoy dentro del tiempo
Que me abriga con canto y con imágenes

Tan abrigada estoy dentro de la hora
Que ni lamento ya la tarde antigua
Todo se vuelve presente y se demora
¿Será que el día me pide que lo diga?
***
ESCUCHO

Escucho mas no sé
Si lo que oigo es silencio
O dios

Escucho sin saber si estoy oyendo
El resonar de las planicies del vacío
O la conciencia atenta
Que en los confines del universo
Me mira y me descifra

Sólo sé que camino como quien
Es mirado amado y conocido
y por eso en cada gesto pongo
Gravedad y riesgo.

Tomado de Desnuda y aguda la dulzura de la vida (selección y traducción de la obra de Sophia de Mello Breyner Andresen por Diana Bellessi, 2002, editado por Adriana Hidalgo).
***
HOMENAJE A RICARDO REIS
I

No creas, Lidia, que ningún estío
Que un día perdimos pueda retornar
Ofreciendo la flor
Que aplazamos coger.

Cada día te es dado una sola vez
Y en el redondo cerco de la noche
No existe piedad
Para el que duda.

Más tarde será tarde y ya es tarde.
El tiempo borra todo menos ese
Largo indeleble rastro
Que lo no vivido deja.

No creas en la demora en que te mides.
Jamás se para Cronos cuyo paso
Va siempre por delante
De tus propios pasos.

II

Escucha, Lidia, cómo corren los días
Fingidamente inmóviles,
Y a la sombra de frondas y palabras
Los dioses se revelan
Como para beber la sangre oculta
Que nos volvió atentos.

IV

Hablamos junto a la luz. Allá afuera la noche
Inmóvil brilla sobre el mar parado.
A la sombra de las palabras tu rostro
En mí se inscribe como si durase.
***
CERRÉ CON LLAVE

Cerré con llave todos mis caballos
Perdí la llave en el correr de un río
Que me llevó hasta el mar de largas crines
Donde el caos recomienza —incorruptible.


Trad. Ángel Campos Pámpano, en Nocturno mediodía, antología poética (1994-2001), Galaxia Gutenberg, 2004.

Tomados del blog de mauricio linares:
http://escritosdesdelaoscuridad.blogspot.com/

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char