FERNANDO PESSOA
(Portugal, 1888-1935)
Álvaro de Campos, heterónimo de Fernando Pessoa
INSOMNIO
No duermo, ni espero dormir.
Ni en la muerte espero dormir.
... Me aguarda un insomnio
de la amplitud de los astros
y un bostezo inútil,
extenso como el mundo.
No duermo;
no puedo leer cuando me despierto de noche.
No puedo escribir
cuando me despierto de noche,
no puedo pensar cuando me despierto de noche
¡Dios mío,
no puedo ni soñar cuando me despierto de noche!
¡Ah, el opio de ser cualquiera otra persona!
No duermo; yazgo, cadáver despierto, sintiendo,
y mi sentir es un pensamiento vacío.
Pasan por mí, trastornadas,
cosas que me sucedieron;
todas aquellas
de las que me arrepiento y me culpo;
pasan por mí, trastornadas,
cosas que no me sucedieron:
todas aquellas
de las que me arrepiento y me culpo;
pasan por mí, trastornadas,
cosas que no son nada,
y hasta de esas me arrepiento,
me culpo, y no duermo.
Carezco de fuerza para tener la energía
de encender un cigarrillo.
Contemplo la pared de enfrente de mi cuarto
como si fuera el universo.
Fuera hay el silencio de esa cosa total.
Gran silencio aterrador
en otra ocasión cualquiera,
en otra ocasión cualquiera
en la que pudiera sentir.
Estoy escribiendo unos versos
realmente simpáticos:
Unos versos
que dicen que nada tengo que decir,
unos versos que insisten en decirlo,
versos, versos, versos, versos, versos...
Tantos versos...
Y la verdad entera y la vida entera,
¡fuera de los versos y de mí!
Tengo sueño y no duermo,
siento y no sé qué sentir.
Soy una sensación
sin la correspondiente persona,
una abstracción de autoconciencia
sin de qué,
salvo de lo necesario para sentir conciencia,
salvo, yo qué sé salvo qué...
No duermo. No duermo. No duermo.
¡Qué sueño tan grande en toda la cabeza,
y sobre los ojos, y en el alma!
¡Qué sueño tan grande en todo,
salvo en poder dormir!
Oh amanecer, tardas tanto... ven...
Ven inútilmente
a traerme otro día igual a éste,
seguido de otra noche igual a ésta...
Ven a traerme la alegría de esta esperanza triste,
porque siempre eres alegre
y siempre traes la esperanza,
según la vieja literatura de las sensaciones.
Ven, trae la esperanza, ven, trae la esperanza.
Mi cansancio penetra hasta el fondo del colchón.
Me duele la espalda por no estar acostado de lado.
Si estuviera acostado de lado,
me dolería la espalda por estar acostado de lado.
Ven, amanecer, ¡llega!
¿Qué hora es? No lo sé.
No tengo energía para tender la mano hasta el reloj,
no tengo energía para nada, para nada de nada...
Sólo para estos versos, escritos el día siguiente.
Sí, escritos el día siguiente.
Todos los versos se escriben siempre el día siguiente.
Fuera, la noche absoluta, el sosiego absoluto.
Paz en toda la Naturaleza.
La Humanidad reposa y olvida sus amarguras.
Exactamente.
La Humanidad olvida sus alegrías y sus amarguras.
Es lo que suele decirse.
La Humanidad olvida, sí, la Humanidad olvida.
Y es que incluso despierta la Humanidad olvida.
Exactamente. Pero yo no duermo.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
2 comentarios:
¡Ah! Pessoa, Pessoa, siempre excelente, siempre tan verdadero. Honestidad brutal cuando esa frase aún tenía peso.
Gracias, Sebastián; así es; Irene
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