jueves, 17 de marzo de 2011

Debiera componer un mundo, ¿no?

Algo más de JAVIER ADURIZ
(Buenos Aires, Argentina, 1948)

Coro

La prolijidad, desdichado lector,
no se corresponde con la índole
de mi carácter. Me maldispone
trabajar de prólogo (amén
de este atavío arlequinesco).

Digo: como pueblo
soy una caricatura del primer mundo.
Debiera componer un mundo, ¿no?

Ahora salgo para advertir una razón:
la melancolía no era el único pasto
de las aves. Comedia o no,
cada quien arrastra el trayecto de su risa.

Lo supo Aristófanes, frente a la amargura
ateniense; y el inefable Fidel Pintos,
cuya fealdad sin palabra
nos consolaba de nosotros mismos.

Está dicho: para un pueblo joven, lo risible
compromete innumerables músculos.
***

A esta altura el yo profiere apenas un espesor de lenguaje, maniobras de acercamiento. Hay una distancia considerable entre decir yo y escribir el yo. En el habla, se pliega reactivo frente a las acechanzas atávicas de lo real. En la letra se vuelve construcción, virulencia imaginaria… Si yo fuera rico, menciona la tonada. Si yo fuera rico, no sería quien soy, sino otro tipo de fantasía más abocada al poder, al consumo, a la vanagloria, preveo. Discurso sobre el discurso: ni el que habla ni el que escribe refieren a alguien.


Muy buenos días
Muy buenas tardes
Esperando a Godot
***

Oh dioses, puesto que también vosotros habéis sido autores de tales transformaciones, ayudadme en mi empresa y haced que mi poema discurra sin interrupción desde el principio del mundo hasta la actualidad. También es mi deseo exponer las mutaciones de los cuerpos en formas nuevas… Con este talante voy a intentar mi próximo libro, exigiendo novedad a todo trance… Sumado a la turba vanguardista, vociferaré en las avenidas, seré una quinta columna. Vanguardismo, vanguardismo sin concesiones, originalidad implacable, cantaré. Ay, mamita querida.

Versión

Toda la tarde
Viendo llover
Buracos en la puerta
***

De improviso el clima en el club se enrarece. Los jóvenes ingresan de a miles por las ventanas, pero el sector vitalicio resiste atornillado a las sillas. Que se sepa, la discusión es grotesca. Se declara abierta la sesión, proclama uno con cara de administrador de algo. Todos aplauden y se odian. Anote, escribano, digo. No anoto nada, recalca un anciano escupiendo con furia las palabras. Bien, entonces escriba. Dos puntos: Echeverría, Mansilla y Hernández. Sarmiento, Cap y Sivo. Corbatta, Pizzuti, Pereiro, Giannuzzi y Belén. Desde las tinieblas alguien irrumpe moviendo la mano: Aguante el posclásico, viejita. Pero el momento termina con el redoblante volando hacia la cara de todos.


Este paisaje
Tiene algo irreal
Todo está vivo
**
Para leer más de Javier Adúriz, aquí

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char