viernes, 23 de julio de 2010

Caminando erguida bajo la lluvia

Frescos poemas de JUANA BIGNOZZI
 (Buenos Aires, Argentina, 1937)



el viento del final del verano tarde en el amanecer
nadie sabe que una mujer que ha entrado en la vejez
vuelve a sentir vuelve a recibir el ramalazo del viento en la alta noche
al mediodía podrá decir descubriéndose como antes se ocultaba
a las 4 de la mañana había viento
ya a nadie desafía
sólo a la idea de la derrota
***

ahora que tengo la edad de mi madre cuando escribí
una mujer de 60 años caminando erguida bajo la lluvia
me pregunto en la inconciencia de los años
qué hacía esa mujer que llamaba la atención de su hija joven
iba de visita a casa de sus amigos llevaba un bizcochuelo
los hijos de inmigrantes siempre pensamos en la comida
me gustaría que alguien me mirara caminar
y dijera que aún estoy erguida
y aún tengo amigos para visitar
***

De 2 a 5 de la mañana no duermo
cuando por desgracia estoy en mi cama a esa hora
no duermo
excelente momento
en el corazón de la noche
para escucharla
y escuchar sobre todo a los que se fueron
a los que no vuelven
a los que combato
nunca pienso en los amigos
jamás pensé sobre las cosas seguras
no escucho las maravillas del maestro rubén
no hay carruajes a veces hay un ascensor
pero recuerdo tanto
escenifico respuestas desprecios que ejerceré
pienso cómo luchar
espero el ruido del avión de las cinco y media de la mañana
me duermo como si fuera en los aviones que amé
y ya se han acabado
pienso que en ese silencio
alguien estará escribiendo la gran poesía de mi ciudad
escribiendo a solas como yo escribía en Saavedra
imagen oculta de esa muchacha que fui
ahora visita de la madrugada
pienso en esa persona desconocida
luchando por salir de un universo de horizonte cerrado
y escribiendo escribiendo y con sus palabras
letra a letra ganando para siempre una guerra
***

rodeada de creadores que oscilan
entre la jactancia y la humillación
no digo soberbia
porque es un pecado mayor de almas mayores
rodeada de treintañeros que se vuelven cuarentones cincuentones
Y se colocan en el umbral técnico de la vejez
suelo creer que me rodea gente a la que alguien contó una historia
en la que no entraba la jerarquía del escenario
la nitidez de la palabra
ni la respuesta a la eterna pregunta
¿quién soy yo en este oficio
y en este mi espejo?
**
Tomados de Si alguien tiene que ser después, Adriana Hidalgo Editora, 2010
Crédito foto: Página 12

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char