sábado, 27 de junio de 2009
La carne se hace estatua
JEAN COCTEAU
(Francia, 1889-1963)
(Fragmentos)
De Vocabulario
Por supuesto, te acuestas como un ángel de nieve
más pesado que el bronce, más ligero que el corcho
sobre el amante cuyo espasmo finalmente te regocija
bajo tu fuego helado la carne se hace estatua
y a la larga, es preciso que, muerto, me acostumbre
a recibirte en mi lecho.
De La voz humana
¿En el bolso? Puse todas las cartas, las tuyas y las mías... Sí, ya puedes mandarlo a buscar cuando puedas... ¡Cómo no va a ser triste!... es triste... Sí, que lo entiendo... No, mi amor, no, no me des más explicaciones, la tonta soy yo... Eres muy bueno... y muy cariñoso... Yo tampoco creí que iba a poder resistir... No sé de qué te asombras... menos de lo que crees... Parezco una sonámbula... Me levanto, me arreglo, entro, salgo, y no me doy cuenta de lo que estoy haciendo... A lo mejor mañana no puedo, pero hoy, todavía... ¿A ti?... A ti no, mi amor, tú no tienes por qué sentirte culpable de nada... ¿Qué? No, espera, déjame... yo... claro, pasan estas cosas... Ya lo sé muy bien... y no me arrepiento... Dijimos que íbamos a ser siempre sinceros el uno con el otro... Siempre... Es mucho mejor, mira si hubieras esperado hasta último momento para decírmelo... Eso... eso habría sido demasiado cruel... me habría dolido mucho más... Así voy haciéndome poco a poco la idea y... me acostumbro... trato de entenderlo... ¿Teatro? ¿Qué dices?... hola... ¿estás ahí? No estoy haciendo ningún teatro... ¿Cómo puedes creer que...? Tú me conoces mejor que nadie... Sabes que no sé mentir... Nunca..., nunca... nunca... completamente tranquila... si te estuviera escondiendo algo, te darías cuenta por la voz... Sí... te dije que quería ser valiente y lo voy a ser... ¿qué?... Bueno, eso es muy distinto... Está bien, todos nos mentimos cuando conviene... Cuesta mucho aceptar las situaciones definitivas... ¡Mira que te gusta exagerar las cosas! Te juro que tuve tiempo para hacerme a la idea... Y eso también te lo debo... Supiste dormirme, mimarme. No te faltó mas que anestesiarme... lo preparaste muy bien... íbamos contra la corriente... No quisimos renunciar a cinco años de felicidad y ahora tenemos que pagar el precio... Pero eso lo supimos desde el principio, desde el primer día... Yo, por lo menos... Jamás pensé que se iba a producir un milagro... Así que... valió la pena... y no me duele pagar... ¿Qué? ¿Hola?... Nada... que no me duele pagar porque valió la pena... QUE-VALIÓ-LA-PENA. Ya lo creo... sí... sí..., estás equivocado... mucho... Salvé lo que tenía que salvar... ¿Hola?... lo que yo misma quise salvar... y fui muy feliz con vos... muy feliz...
(…)
¿Sabes? Alguna vez, cuando estábamos acostados y apoyaba mi cabeza en tu pecho, oía tu voz exactamente igual que esta noche en el teléfono.
¿Oiga? Oigo música... Digo que estoy oyendo música... Pues deberías dar golpes en la pared e impedir que tus vecinos pongan el gramófono a estas horas... Es inútil. Además, el médico de Marta volverá mañana... No te preocupes... Por supuesto. Ella te dará noticias mías. ¿Qué? ¡Oh, sí, mil veces mejor! Si no hubieses llamado, yo ya estaría muerta. (...) Perdóname. Sé que esta escena es intolerable y que tienes mucha paciencia, pero, entiéndeme, sufro, estoy muy mal. Este hilo es el último que nos sigue uniendo... ¿Antes de ayer por la noche? Dormí. Me dormí junto al teléfono... No, no. En mi cama... Sí, lo sé. Resulto ridícula, es cierto, pero tenía el teléfono metido en la cama; a pesar de todo estamos unidos por él. Porque tú me hablas. Hace ya cinco años que vivo de ti, que eres el único aire que respiro, que paso mi vida esperándote, creyéndote muerto si llegas tarde, muriendo por creerte muerto, volviendo a la vida cuando entras y estás aquí, muriéndome por miedo a que te marches... Ahora respiro porque me estás hablando...
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
4 comentarios:
Veo que tanto aquí como en Apollinaire (el gran vanguardista de "ZONA"), la Administradora del Blog está adoptando el criterio de NO mencionar el nombre de los traductores. ¿Se puede saber la razón?
Marcelo, la razón, motivo o circunstancia es que desconozco quién los tradujo. Y no será la primera ni la última. Soy una lectora de texto, no de traductores. Peco de instinto o de gusto personal. Si encuentro algo que se lleva mejor que otro con el original, eso es lo que voy a poner. Me duele más no saber los créditos de las imágenes, otra gran ausencia. Sepan disculpar los que conocen pero apenas soy amateur, Irene
PD: agradezco y será bien recibida cualquier información.
En ese caso, podrías indicar la fuente con la aclaración :"sin mención del traductor". Se está hablando tanto ahora de los traductores y de su importancia, que es real. Sin ellos, no tendríamos acceso a muchos textos escritos en otras lenguas. Hasta hace un tiempo había editoriales que ni siquiera los mencionaban. De todos modos, estoy de acuerdo: lo más importante son los textos. Y estos que publicaste son muy buenos. Gracias, Irene.
Soy actriz, y he extraviado el maravilloso monólogo "la voz humana" de Jean Cocteau. Por favor, si tienen la a mabilidad de remitírmelo a mi sitio web, se los agradezco infinitamente. Es una obra extraordinaria, que quisiera releer y tal vez interpretar. Gracias.
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