Un poema de MARTA MIRANDA
(Mendoza, 1962)
Yo no recuerdo la sonrisa de mi padre
Aunque la enfermedad lo devoraba
yo siempre ponderé
la buena salud estética de mi padre:
sus grandes ojos
sus manos alargadas
el aire irónico con que miraba el mundo
Desde su silla
si alguien cometía una torpeza
cosa frecuente dado el lugar
las circunstancias
si me miraba
en esas circunstancias
sonreía calladamente
yo tomaba ese gesto como señal de bienvenida,
de ser parte de su mundo
Sin embargo yo no recuerdo su sonrisa, digo,
lo material
de su sonrisa:
¿sus dientes
eran amarillentos
eran parejos?
En el recuerdo
la sensación es de felicidad
pero la imagen
al mirarme
es la sonrisa que ofrecemos
al perro abandonado
que al cruzarnos en la calle nos sigue
mueve la cola, no nos muerde
Creo que es suficiente
con saber que mi padre sonreía
más allá del recuerdo
para poder creer en la regla de bondad
de todas las sonrisas
de todos los perros
de todos los padres de este mundo
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