jueves, 27 de agosto de 2009

Para qué pensar


Unos pocos poemas
de CLAUDIA PRADO
(Puerto Madryn, Chubut, Argentina,1972; actualmente reside en Buenos Aires)



Insomnio

Soy yo la que no duerme
no sé
dónde poner los brazos
ni cómo respirar.
Camino hasta la puerta,
escucho cómo cruje
la casa en el crepúsculo.
Quiero saber
si ya se levantaron
si descubrieron
en medio de la noche
el accidente, si ocurrió,
si tengo alguna culpa.
Oigo una puerta,
la llave de luz o una hornalla
que se enciende
antes del día.
Será mi padre
que no duerme de tan triste,
prepara alguna cosa
y la toma
bajo la luz amarillenta.
Pero salgo
y no encuentro a nadie
que se mueva,
esa luz en la casa
es la mañana.
***
2

Se movía en la cocina
disfrutando a su manera
la mañana
y el cuerpo descansado.
Afuera
el sol caía puro y sin calor
sobre las piedras,
el pasto, los zanjones.
Cuando el fuego comenzó
a trepar por su vestido
no recordó
que estaba sola.

Casi nunca
comentan los detalles:
el humo
detrás suyo por la puerta,
ella corriendo por el campo.
Prefieren repetir
que los hombres
como siempre estaban lejos
y hablan de las graves
definitivas consecuencias
de un descuido.
***
1938 – cetología

no es el gusto
de caminar entre las piedras
el extremo del vestido
borroneado por el viento

ojos de arponera
por supuesto ojos avizores
para no dejarse confundir
por el golpe de las olas

ser la primera que distingue
un lomo oscuro
como una isla intermitente
a la deriva

la que sabe dar
con la mirada en donde saltan

mi abuela
se hacía entender
por insistencia:
podía contar una y otra vez
el camino
que recorría para verlas
una y otra vez y repetir
que por fuera
las ballenas son enormes
enormes e increíbles
como casas que saltaran

para qué pensar
en qué tienen adentro

otros hablan
del espacio interior
de una ballena
lo completan con Jonás,
Pinocho, un hombre
que cocina, ella
coleccionaba sólo
imágenes rotundas
***
El sueño de mamá

No cuenta sueños, menos
un sueño de infancia
sin embargo en ese
como si hubiese sido el único
se ofrecía
para que la comieran.
Absurdo imaginarlo:
ocho hermanos
frente a una mesa vacía
A mí, cómanme a mí.
En cambio
imaginé una res colgando,
carne cualquiera o esa foto
de un bicho inerte en un galpón.
Para entender basta ese sueño.
Pero acá estamos
pidiendo liviandad
que nuestras cartas
no hablen sino del sol
que de una insignificancia
salten a otra.

6 comentarios:

paula jiménez dijo...

Me encantan estos poemas. buena selección!!

Irene Gruss dijo...

Gracias, doña, gracias, Irene

Fernanda Maciorowski dijo...

exquisita poeta Claudia. su mundo de la infancia y de la casa es como una alucinación que me deja girando en el lugar.

Irene Gruss dijo...

Así es, Cuper. Gracias por pasar, Irene

laveron dijo...

ah!!! qué bueno esto!!!

beso!

laura (mdeo)

Irene Gruss dijo...

Coincido. Gracias por la visita, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char