viernes, 23 de abril de 2010

¿Puede ser dicho?


JAN ERIK VOLD
(Oslo, Noruega, 1939)



Alce

Alce
me puedes nominar.
No soy alce
pero tengo la paciencia

la resistencia
la fuerza de un
alce, la bondad
de un alce. Patadas doy

pero no siempre.

Sólo
cuando
es necesario.

Me ves
en
las señales de tráfico
a la orilla de los bosques, en óleos

bajo nubes tormentosas
de perfil
contra el fondo de una puesta de sol
canadiense.

Personalmente estoy
en otra
parte.

Vivo
en un relato
de Tarjei
Vesaas. Con la nuca alta

el hocico acechante, conociendo
donde
sabe bien
la corteza.

No me dejo tentar
por los pequeños
y brillantes espejos de la carretera.

Hay un blanco. No está siempre
donde tú
crees.
***
EL GRITO CONTRA EL PROYECCIONISTA

Sobre la alegría
no hay
mucho
que decir, se las arregla sola. La pena

sin embargo, es cuando la película
de la alegría
se rompe —y hay que encender
la luz

en el salón. El proyeccionista
es el hombre
al que entonces le gritan:
¡Hijo de puta!
***
Hokusai, el viejo maestro, que pintó una ola como nadie había
pintado una ola antes que él


Hokusai
llegó
casi a los 90. Cuando tenía 75
años, dijo

de sus cuadros: Empecé a dibujar
cosas cuando tenía
6 años. Todo lo que conseguí hacer
antes de los 50, no vale

nada. Cuando llegué a los 70
aún no había hecho
nada
bueno. A los 73 años

empecé a comprender
las formas básicas
de animales y plantas.
Cuando llegue a los 80, habré

comprendido más, y cuando tenga 90
conoceré
los misterios del arte

hasta el fondo —así es que cuando llegue a los 100
produciré
cosas
elogiables. Para no hablar

de los años
siguientes.
Ahora lo esencial es
seguir activo.
***
Poema de alondra

Cuanto más
trina ella,
menos entiende

él. Al
final
ella
deja

de
trinar.
Entonces
él pierde la razón.
**
Traducciones: Francisco Uriz
***
De LIBRO 8: VIDA

1

La casa es blanca
y las cortinas
se agitan. Las cortinas flamean
en la brisa matinal, allí dentro

ellos yacen
y duermen. Son dos, están
en buenas
manos. Fluyen.
**
5

¿Estás
donde estás? ¿No
estás
en donde

estás? Anda
adonde estás, te
espero
-allí.
**
6

En los abedules
está la luz, sólo
digo: En los abedules está la luz. Alguien
está con alguien

y alguien
espera, alguien descansa –el único
texto posible: En
los abedules está la luz.
**
10

Lo que está oculto
en el corazón, el tuyo
(y el de otros) –crees que está olvidado pero
¿cómo pueden los corazones

olvidar? Lo que está visto
es visto, lo que
se ha sentido, está sentido –lo cálido jamás se vuelve
otra cosa que cálido.
**
11

Ninguna despedida
es una despedida, esta es la primera
lluvia de primavera.
Esta es la primera lluvia

de primavera. Hoy el árbol florece
junto a Aars&Voss –flores
blancas, ninguna despedida
es una despedida.
**
13

Ahora tengo
un árbol, ahora tengo un abedul, hojas
verdes
que se mecen, no un

espejo (espejo
negro) –contra un pálido
cielo pálido
detrás, ¡eso es bello!
**
14

Sopla el viento en los árboles
y en el cielo
es azul el cielo –es algo que no
puedo decir. ¿Puede
ser dicho? ¿Puede

ser dicho? Sopla y sopla el viento
en las hojas, en la hojarasca –algún día
escribiré
un poema sobre tu cabello.

Traducción de Roberto Mascaró
**
Tomados de los blogs tuertorey, cosmopoeta y robertomascaro
Foto: www.aftenposten.no/amagasinet/article2042118.ece

4 comentarios:

hugo luna dijo...

el proyeccionista es el hombre al que entonces le gritan!! muy bueno Irene...
igual que el post de ayer (el comentario no sé ? no salió!!!) saludos - hl

Irene Gruss dijo...

Gracias, huggh; no, no llegó, Irene

Silvina dijo...

Muy bueno! Gracias

Irene Gruss dijo...

Gracias a usted, Silvina; Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char