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(Buenos Aires, Argentina,1900-1966)
De La musa de la mala pata
(fragmento)
Dedicatoria
Dedico este libro, grotesco, rabioso e inútil, a todos los empleados de Comercio de mi ciudad. Pobres seres canijos y dispépticos que nunca conocieron el amor y dividieron la vaguedad sentimental de sus vidas entre el cinematógrafo de barrio y la magnesia calcinada de Carlos Erba. Pobres seres que huelen los versos y mastican la 5ª edición de Crítica mientras limpian sus lapiceras en el lamentable relieve de sus traseros afilados por la inminencia de la patada patronal.
Advertencia
Las ilustraciones que hay en este libro fueron robadas por el autor de La musa de la mala pata en revistas francesas y argentinas.
Con la despreocupación de hijo del siglo no se detuvo a investigar el nombre de los autores. Pero con su defensivo instinto de franco tirador ante la propiedad artística asegura que no discutirá a nadie que presente su reclamación en tal sentido, la paternidad de las ilustraciones y si mucho se empeñan, la paternidad de los poemas, cosa que felizmente, por las razones que darán sus críticos, no sucederá.
Así como el editor multimillonario del año 2926 publicará los versos del autor de La musa de la mala pata con el dulce título "Cancionero popular anónimo" o "Antología de los poetas atorrantes del siglo pasado" sin entrar a discutir con el erudito profesor de literatura de los archivos de la Universidad General de Chuquisaca que, con gran acopio de datos falsos y citas erradas, pruebe mi paternidad en los poemas que desintegran este libro.
Nicolás Olivari
Prólogo
Para La musa de la mala pata que Jorris Karl Huysmann envió al autor minutos antes de convertirse al catolicismo.
Hasta la imperfección le gustaba, con tal que no fuera parásita ni servil, y acaso hubiera una dosis de verdad en su teoría de que el escritor subalterno de la decadencia, el escritor todavía personal, aunque incompleto, alambica un bálsamo más irritante, más aperitivo, más ácido que el artista verdaderamente grande, verdaderamente perfecto de la misma época. Entre los turbulentos esbozos de esos escritores era donde se advertían las exaltaciones más sobreagudizadas de la sensibilidad, los caprichos más morbosos de la psicología, las depravaciones más exageradas del lenguaje, obligado en último término a contener, a arropar las sales efervescentes de las sensaciones y de las ideas. N.O.
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Canción con olor a tabaco, a nuestra buena señora de la improvisación
I
Santa Señora absurda de linotipia
con un mono sabio cabe tu regazo,
el retruécano oye de mi melancolía
y como buena efigie no le hagas caso.
II
Como Titio Livio, santo catedrático,
empeñé mi día en la buena acción,
resultó señora, ¡caso matemático!,
he aquí señora, justa relación...
III
Nuestra tuerta musa, la que uso a diario
encontrose a sueldo en un diario serio,
¡qué triste es Señora, para el foliculario
ver crecer al hijo de sus adulterios!...
IV
Café de poetas con caras de perro.
–"Este es un necio, aquél un carcamal",
–"Y de ese Olivari, ¿qué opinan?, me aferro
a la crítica, ese mocito es un informal..."
V
Me siento, un poco triste, para escuchar,
mientras dejo paso a mi hipocondría:
–"Ese muchacho va de yerro en yerro..."
–"¡Mozo! medio litro, pero bien frappé."
–..."puesto que ni figura en la Antología
del Señor Doctor Don Julio Noé..."
VI
Esta noche vago como un alma en pena
y como siempre en busca de la buena acción
encontré un zaguán ¡oh! ¡tu luz de luna llena!
y resueltamente rebalsé el portón.
VII
La prostituta alzando su grupa
en la palangana se despatarra,
el pobre poeta se calza su chupa
y en la ceniza del amor esgarra...
VIII
Para la tristeza téjeme una cuerda,
téjeme una cuerda de humo sutil,
téjeme una cuerda con la frágil cerda
de tu voluta endeble, ¡ilusión de dril!...
IX
Entre la musa estéril y la camaradería
entre las Revistas y la corrección formal
me he quedado, hermanos, sin mercadería
y casi creo ser intelectual...
X
Humo de inconstancia ábreme tu anillo
para la pirueta del salto mortal,
mientras tú existas, rubio cigarrillo,
mi alma peregrina ensayará volar...
XI
(Menos mal que fumo
el árido tabaco del rencor en grumo...)
XII
Tiéndete en la cuerda del humo que fumo
–alma peregrina tu pena esfumina–
álzate el faldín montgolfiera de humo,
–alma peregrina puedes columpiarte–
o la cuerda floja, loca danzarina
puede que te sirva para extrangularte...
2 comentarios:
justo, justísimo este post, salud... y gracias!
Ajustadísimo; Irene
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