sábado, 3 de octubre de 2009

No como perdidas violentas almas

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Los hombres huecos
de T.S. ELIOT
(EE.UU- Inglaterra, 1880-1965)

I
Somos los hombres huecos
somos los hombres rellenos
apoyados unos sobre otros
con cabezas llenas de paja. ¡Ay!
Nuestras voces secas, cuando
susurramos juntos
son silenciosas y sin sentido
como el viento sobre la hierba seca
o pies de ratas sobre vidrios rotos
en nuestros sótanos secos

Contornos sin forma, sombras sin color,
paralizada fuerza, gesto sin movimiento;
Aquellos que han cruzado
con los ojos fijos, al otro reino de la muerte
nos recuerdan —si lo hacen— no como perdidas
violentas almas, sino sólo como hombres huecos,
hombres rellenos de paja.

II
Ojos que no me atrevo a mirar en sueños
en el reino de los sueños de la muerte
Ellos no aparecen:
allí, los ojos son
rayos de luz sobre una columna rota
Allí, hay un árbol balanceándose
Y las voces son
en el canto del viento
más distantes y más solemnes
que una estrella apagándose.
No me dejen acercarme más
al reino del sueño de la muerte
permítanme también que use
prudentes disfraces
saco de rata, piel de cuervo, cruces de campo santo
esparcidos por el campo
que se comportan como el viento se comporta
no más allá
Ni siquiera en ese encuentro último
en el reino de las penumbras.

III
Esta es la tierra muerta
Esta es la tierra de los cactus
Aquí se levantan
imágenes de piedra,
aquí reciben la súplica de la mano
de un hombre muerto
bajo el parpadeo de una estrella agonizante.
¿Es esto así
en el otro reino de la muerte
despertar solos
a la hora en que temblamos de ternura?
labios que podrían besar
formulan oraciones a la piedra rota.

IV
Los ojos no están aquí
No hay ojos aquí
En este valle de estrellas moribundas
En este valle hueco

Esta mandíbula rota de nuestros reinos perdidos
En este último de los lugares de encuentro
andamos a tientas, juntos
evitando hablar
reunidos en esta orilla del caudaloso río

Ciegos, a menos
que los ojos reaparezcan
como la perpetua estrella
la rosa de múltiples hojas
del reino crepuscular de la muerte

La única esperanza
de los hombres vacíos.

V
Damos vueltas alrededor del nopal
el nopal el nopal
damos vueltas alrededor del nopal,
A las cinco de la mañana.

Entre la idea
y la realidad
entre el gesto
y el acto
cae la sombra

Porque Tuyo es el Reino

Entre la concepción
y la creación
entre la emoción
y la respuesta
cae la sombra

La vida es muy larga

Entre el deseo
y el espasmo
entre la potencia
y la existencia
entre la esencia
y el descenso
cae la sombra

Porque Tuyo es el Reino

Porque tuyo es
la vida es
porque tuyo es el

Así es como acaba el mundo
así es como acaba el mundo
así es como acaba el mundo
No con una explosión sino un gemido
**
Tomado del blog la vida abierta.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char