jueves, 16 de septiembre de 2010

Tres veces aguardé el amanecer

IGOR BARRETO

(Venezuela, 1952)


MEDITANDO EN LA PESCADERÍA

Adherido al vidrio
de la nevera,
hay vapor
y escamas.
El dependiente
no conoce los mares de Terranova,
ni la sed,
ni el hambre de pescadores bretones
entre las aguas
congeladas.
Es un hombre
de exactas obligaciones familiares,
un Dios
de bata blanca
que mete sus manos en esta tarde
y saca
el cadáver
de un atún.

En la balanza
los trozos de pescado
tienen
un peso exacto.

Me he engañado
toda la vida:
los mares guardan
también su lecho
de lodo
contenido

trombas
de polvo negro
y mientras pienso

saboreo

la imposible promesa.
***
EL CENTAURO

Atado a una soga
llevé al centauro
hasta el galpón
trasero de la casa.

Fuiste el sabio
maestro de Aquiles
y de Esculapio
y de un tajo

corté su cabeza
colocándole
una trompa
con sus belfos.

Susurré en su oreja:
La sabana es la nada
donde el caballo
es lo único que existe.

Vendrán
vulgares jinetes
a robar
tu trascendencia.

Al final
espera la tristeza,
el mal
y la derrota.
***
DIÁLOGO CON MI MAESTRO DE TAI-CHI
A Rafael Arráiz

Mientras caminamos por la calle
Li Sum cuenta
que un jinete
entró a un bosque
y al salir
dijo que no vio nada: algunas hormigas
y un saltamontes.

¿Pero
cómo un jinete
desde su altura y su paso
puede observar cosas tan pequeñas?
Esto no es posible.

Sí es posible –responde Li Sum.

El poeta puede revelar estos universos.

Aquel saltamontes
fue para el jinete
su silencio;
lo opuesto
a un tigre
o un bandido.

Por qué no decir en un poema:
mientras ella lo besaba
las hormigas
seguían entrechocándose
o
el hombre de la moto
fue alcanzado
por un moscardón.
***
LADRÓN DE GALLOS

Mi vecino floricultor
me ha robado un ave muy preciada.
Se trata de un gallo color tabaco
que pastaba en una jaula
al fondo del segundo patio de la casa.
No hice ningún reclamo,
simplemente no me atreví.
Cada madrugada caminé furtivo
por la carretera de tierra
que bordea nuestras casas
y acercándome a la suya
escuché de nuevo cantar mi gallo.
Es un ave que canta como el Ángel Gabriel
espantando las sombras,
con cuatro inflexiones musicales bien marcadas.
Este modesto ritual
se prolongó por tres noches.
Tres veces aguardé el amanecer
anhelando escucharlo.
Mi vista y mi oído
se aguzaron de tal manera
en aquel último gesto
de pertenencia sobre el ave,
que sentí
que la deuda estaba saldada.
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Foto tomada de elapendicedepablo5.blogspot.com
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Igor Barreto estará presente en el Festival de Poesía de Rosario 2010.

1 comentario:

Anónimo dijo...

QUÉ BUENO, QUÉ BUENO!!! GRACIAS, IRENE.

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char