martes, 12 de mayo de 2009

El ser consciente del libro


Algunos poemas
de WALLACE STEVENS
Estados Unidos, Boston (1879-1955)


LA CASA ESTABA QUIETA Y EL MUNDO EN CALMA

La casa estaba en silencio y el mundo en calma.
El lector convirtióse en el libro; y la noche estival

era como el ser consciente del libro.
La casa estaba en silencio y el mundo en calma.

Las palabras fueron dichas como si no hubiese libro,
fuera de que el lector inclinado sobre la página

deseaba inclinarse, deseaba ser
el erudito para el cual su libro es real, para el cual

la noche estival es como una perfección del pensamiento.
La casa estaba en silencio porque debía estarlo.

La quietud era parte del significado, parte de la mente:
el acceso de la perfección a la página.

Y el mundo estaba en calma. La verdad en un mundo en calma,
donde no existe otro significado, él mismo

es calma, él mismo es verano y noche, él mismo
es el lector inclinándose hasta tarde y leyendo allí.

(Traducción de Alberto Girri)

THE HOUSE WAS QUIET AND THE WORLD WAS CALM

The house was quiet and the world was calm.
The reader became the book; and summer night

Was like the conscious being of the book.
The house was quiet and the world was calm.

The words were spoken as if there was not book,
Except that the reader leaned above the page,

Wanted to lean, wanted much most to be
The scholar to whom his book is true, to whom

The summer night is like a perfection of thought.
The house was quiet because it had to be.

The quiet was part of the meaning, part of the mind:
The access of perfection to the page.

And the world was calm. The truth in a calm world,
In which there is no other meaning, itself

Is calm, itself is summer and night, itself
Is the reader leaning late and reading there.

**

I

Un anciano está sentado
a la sombra de un pino
En China.
Mira una consólida,
Azul y blanca
Al borde de la sombra,
Moverse con el viento.
Su barba ondea con el viento.
El pino ondea con el viento.
Así fluye el agua
Sobre la maleza.

I
An old man sits
In the shadow of a pine tree
In China.
He sees larkspur,
Blue and white,
At the edge of the shadow,
Move in the wind.
His beard moves in the wind.
The pine tree moves in the wind.
Thus water flows
Over weeds.

**

III

Me mido a mí mismo
En un árbol alto.
Descubro que yo soy mucho más alto,
Porque alcanzo directamente al sol,
Con mi ojo;
Y alcanzo la orilla del mar
Con mi oído.
Aun así, no me gusta
La forma en que las hormigas
Entran y salen de mi sombra.

III
I measure myself
Against a tall tree.
I find that I am much taller,
For I reach right up to the sun,
With my eye;
And I reach to the shore of the sea
With my ear.
Nevertheless, I dislike
The way ants crawl
In and out of my shadow.

**

V

Ni todos los cuchillos de los postes de luz
Ni los cinceles de largas calles,
Ni los mazos de las cúpulas
Y altas torres
Pueden tallar
Lo que puede tallar una estrella
Cuando brilla a través de las hojas de parra.

V
Not all the knives of the lamp-posts,
Nor the chisels of the long streets,
Nor the mallets of the domes
And high towers,
Can carve
What one star can carve,
Shining through the grape-leaves.

**

VI

Los racionalistas, con sombreros cuadrados,
Piensan, en cuartos cuadrados,
Mirando al suelo,
Mirando al techo.
Se limitan
A triángulos rectángulos.
Si intentasen romboides,
Conos, sinuosidades, elipses
—Como, por ejemplo, la elipse de la media luna–
Los racionalistas llevarían sombreros.

VI
Rationalists, wearing square hats,
Think, in square rooms,
Looking at the floor,
Looking at the ceiling.
They confine themselves
To right-angled triangles.
If they tried rhomboids,
Cones, waving lines, ellipses
–As, for example, the ellipse of the half-moon–
Rationalists would wear sombreros.


(Versión de Jenaro Talens –
con ligeras variantes de M. Leites)
Six Significant Landscapes

2 comentarios:

Marcelo dijo...

Gracias, Irene, por volver a publicar estos poemas. Son absolutamente extraordinarios.
Un abrazo

Irene Gruss dijo...

Gracias a vos. Abrazo, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char