Otro poema de MARK STRAND
(Isla Prince Edward, Canadá, 1934)
FICCIÓN
Pienso en las vidas inocentes de los personajes
de las novelas que saben que morirán,
pero no que termina la novela. Qué diferentes son
de nosotros. Acá, la luna mira, muda,
a través de las nubes dispersas la ciudad dormida,
y las hojas caídas se arremolinan con el viento,
y alguien –que soy yo–, apoltronado en una silla, hojea
las páginas que faltan, sabiendo que no tienen mucho tiempo
el hombre y la mujer en el cuarto alquilado,
la luz roja encendida encima de la puerta, el lirio que proyecta
su sombra sobre la pared; no tienen mucho tiempo
los soldados debajo de los árboles a la vera del río,
los heridos que son transportados a alguna
ciudad del interior donde se quedarán;
la guerra que duró ya tantos años va a llegar a su fin,
igual que todo lo demás, excepto una presencia
que cuesta definir, un rastro, como el olor del césped
tras la lluvia nocturna, o el resto de una voz que nos avisa,
sin tener que explicarlo abiertamente, que no desesperemos,
y que si llega el fin, pasará eso también.
Versión de Zaidenwerg
**
Imagen: Claude Monet: Twilight, Venice
oil on canvas, 1908
Bridgestone Museum of Art, Tokyo
4 comentarios:
me cortó la respiración... bello
¿Vio qué bonito?, gracias, Irene
Ay Mark!
¡Ay, Strand! Beso, Irene
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