ISOLDA:
Cuan dulce y suave sonríe, sus ojos
se entreabren con ternura...
¡Mirad, amigos!¿No lo veis?...
¡Cómo resplandece con luz creciente!
Cómo se alza rodeado de estrellas.
¿No lo veis? ¡Cómo se inflama su corazón animoso!
Augustos suspiros hinchan su pecho.
Y de sus labios deleitosos y suaves
fluye un hálito dulce y puro.
¡Amigos, miradlo! ¿No lo percibís? ¿No lo veis?
¿Tan sólo yo oigo esa voz
llena de maravillosa suavidad,
que cual delicioso lamento
todo lo revela en su consuelo tierno?
Es cual melodía que al partir de él,
me penetra resonando en mí, sus ecos deliciosos.
Esa clara resonancia que me circunda
¿es la ondulación de blandas brisas?
¿Son olas de aromas embriagadores?
¡Cómo se dilatan y me envuelven!
¿Debo aspirarlas? ¿Debo percibirlas?
¿Debo beber o sumergirme?
¿O fundirme en sus dulces fragancias?
En el fluctuante torrente,
en la resonancia armoniosa,
en el infinito hálito del alma universal,
en el gran Todo...
perderse, sumergirse...
sin conciencia...
¡supremo deleite!
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